La adorable familia West, cuyas cabezas fueron Rosemary y Frederik, son un ejemplo claro de lo siniestra que puede ser una relación familiar.
Fue en 1968 cuando la joven Rose Letts conoce a Fred West en una parada de autobús en Glasgow, Inglaterra, e inmediatamente quedó prendida del varonil individuo. Jamás le importó la diferencia de edades (Ella era una adolescente mientras que él pasaba al treintena), ni que el fuera ya casado y tuviera dos hijas.
ara ese entonces el simpático Fred ya era todo un delincuente que acostumbraba hacer pequeños robos y chapuzas para vivir y que, además, ya había matado y enterrado a Anna McFall (adolescente que, por cierto, esperaba un hijo de él). Por otro lado, la señorita Letts había tenido una infancia dificil en la cual sufrió abuso sexual por parte de su padre. A sus 16 años, Rose poseía un inusual apetito sexual, tenía un temperamento explosivo y efectuaba pequeñas rapiñas. En cuanto se vieron, Fred y Rosemary no podían sino atraerse.Dos de sus primeras víctimas juntos fueron Charmine West y Rena Costello, hija y esposa de Fred West, respectivamente.
A la primera, aún niña, Rosemary la mató mientras Fred estaba en prisión. A Rena, quien también era madre de Charmine, ambos la eliminaron por que hacía demasiadas preguntas. Ambos cuerpos fueron desmembrados por los West y enterrados en estrechas fosas por Fred. A Rena le tocó descansar en un bosque cercano; a Charmine, le hicieron un lugar en las cercanias de la casa familiar.
En 1972, los tórtolos contraen matrimonio y se mudan a la casa ubicada en el 25 de Cromwell Street. Para ese entonces ya tenían dos niñas: Heather y Mae.
Fred era un hombre comprensivo y abierto, y decidió que Rose debía dedicarse a la prostitución por puro hobbie, mientras que el trabajaba como obrero y se allegaba un dinero extra rentando los cuartos que sobraban en su casa. Además, el buen esposo, obsesionado por la legendaria potencia sexual de los negros, se esmeró en encontrarle amantes jamaiquinos a su esposa sólo para tener el placer de verlos y escucharlos en pleno brinco.
Tanto se esmeró que, de los ocho hijos que tuvieron como pareja, por lo menos dos eran producto de sus aventuras con antillanos (cuestión de la cual Fred estaba más que orgulloso). La casa pronto se llenó de los amantes de Rose, inquilinos de los West y buscavidas de los alrededores.
El 25 de Cromwell se había convertido en un lugar para pasar un rato agradable entre las piernas de la señora de la casa.
Sin embargo, los West no se conformaron con esos juegos sexuales, los cuales pronto consideraron pueriles. A ellos lo que les gustaba era el placer de martirizar a otros. Primero fue a sus hijas, a quienes ambos iniciaron en lo que ellos llamaban una vida sexual sana; luego, a las chicas que por alguna razón llegaban a su casa, desde las inquilinas hasta las niñeras. Pronto los West se hicieron de una buena cantidad de juguetes sexuales, de entre los que destacaban consoladores de gran tamaño, cadenas y correas para jugar con sus visitas.
Prácticos, cuando alguna de las amantes que ambos tenían no estaba de acuerdo en participar en sus juegos, la asesinaban y la enterraban en el patio. Fred acondicionó un cuarto de la casa como salita de "juegos", en el cual, gracias a un aislante contra ruido, podían permitirse realizar sus rutinas sexuales. Las primeras que tuvieron el honor de estrenar dicha habitación fueron sus propias hijas.
Fred y Rosemary nunca supieron mucho de límites, ambos tenían unos gustos eróticos peculiares que se fueron haciendo más sanguinarios conforme pasaban los años. Los cadáveres se fueron juntando bajo su patio de 1975 hasta 1994, año en que son descubiertos y encarcelados. En el momento de su arresto, los West habían asesinado a 9 jóvenes de entre quince y veinticinco años, siguiendo exactamente el mismo ritual: la chica era secuestrada (aunque en algunos casos excepcionales, llegaba por su propio pie al nidito de amor de los West), atada, violada tanto por Fred como por Rosemary, estrangulada, desmembrada y enterrada en el patio. La pareja alternaba sus diversones con el negocio de prostitución de Rose, el abuso sistemático a sus hijas Anne Marie y Heather, el incesto con el padre de Rose (que Fred consentía) y sus fiestas de chocolate.
Paradójicamente, cuando Rose entraba en acción, ya sea con algún cliente o con alguna víctima, Fred prefería observar. Desde joven tuvo problemas de eyaculación precoz, por lo que se deleitaba fotografiando y filmando a su mujercita en plena acción. Quiza por esa razón el señor West tenía una fijación fetichista por las herramientas: no podía tener relaciones si en la habitación ho había un martillo o un desarmador. Por supuesto, cuando ocurria que alguna de sus compañeras sexuales involuntarias tenía que morir, el era quien les rompía el cuello, las despedazaba y las desaparecía. Todo un caballero el señor West.
Los juegos de los señores West llegaron a su fin el 24 de febrero de 1994 la policía de la localidad descubre los huesos de Heather enterrados en el patio del 25 de Cromwell. La agente Hazel Savage tenía indicios de las actividades de Fred y Rosemary por lo menos desde siete años antes (más o menos en las épocas de la desaparición de Heather), e inició una investigación que finalmente culminó en la exhumación de los huesos de la mayor de los hijos de los West. En la fosa se encontraron tres fémures, por lo que las pesquizas se extendieron a todos los rincones de la vivienda, donde finalmente encontraron siete esqueletos más.
Fred West es arrestado, y durante los interrogatorios cuenta detalladamente el asesinato y desmembramiento de su hija para, al otro día, desmentirlo todo. Luego de que se concluyen las exhumaciones, Fred es procesado por doce asesinatos, incluyendo los de Rena y Charmine. La defensa de los West trata de desvincular a Rosemary de los crímenes de su marido alegando que ella no sabía nada de ellos. Los esfuerzos fueron infructosos, pues las pruebas indicaron que la señora participó en varios de los homicidios. Los West fueron condenados a varias cadenas perpétuas. Frederick West no quiso esperar mucho. Durante su estancia en prisión, atesora pacientemente jirones de tela para con ellas, tejer la cuerda con la que finalmente se ahorca el 1º de enero de 1995.
Es probable que el caso de Fred y Rosemary West sea uno de los más pulidos y espeluznantes ejemplos de lo que la asociación de dos antisociales puede ocasionar. Tanto Fred como Rosemary como individuos eran disfuncionales: delincuentes juveniles con antecedentes de maltrato infantil y de abuso sexual (en el caso de Rose), y de homicidio en el caso de Fred. Además, los hermanaba el hecho de que los dos, aparentemente, habían sido inciados sexualmente por sus padres (Rose fue amante involuntaria de su padre desde los 12 años y se cree que a Fred su dominante madre lo inició en los ritos sexuales). Tal vez por separado, los West no hubieran sido tan dañinos. Sin embargo, juntos, configuraron una mortífera personalidad unitaria. Los West actuaban como tandem; se apoyaban y alentaban entre sí hasta las últimas consecuencias. Para ellos no había nada prohibido: desde violar juntos a sus hijas (cuestión que ellos consideraban un privilegio, pues eran los padres quienes debían de educar a sus hijos en la cuestión del sexo), hasta la tortura y muerte de sus amigas de juego. Cuando son detenidos en 1994, Rosemary trata de suicidarse con una dosis de medicamentos. Fred se quita la vida a los pocos meses de ser separado de Rose. Las cartas que se escribieron son prueba de su vínculo, un amor tan fuerte como patológico.
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