Salem, el mítico pueblo de la bahía de Massachussets (Estados Unidos), donde acontecieron los juicios por brujería en el año 1692, es hoy en día un codiciado punto turístico llamado Danvers.
Casi 100.000 personas lo visitan cada año para conocer la truculenta persecución que tuvo lugar en la parte histórica de esta pequeña ciudad. Esta zona de la población costera mantiene su nombre original, Salem.
Según las leyes británicas que regían en el siglo XVII en Nueva Inglaterra (actual Massachussets), practicar la brujería constituía un delito para las leyes estatales.
Una sola acusación sobre su práctica era suficiente para que los supuestos brujos fueran enjuiciados y ejecutados en la horca.
La ciudad de Salem fue erigida por colonos británicos en torno al año 1630. Estaba gobernada y constituida sobre una gran base puritana, la población poseía un carácter muy conservador y la sociedad de la época estaba caracterizada por una fuerte creencia en el diablo.
Todos estos factores se aliaron y crearon el entorno ideal para la cruenta caza de brujas que tuvo lugar en Salem. Comenzó en enero de 1692 y duró casi nueve meses, durante los cuales ahorcaron a 19 personas, una fue lapidada, varias fallecieron en la cárcel y cientos sufrieron torturas.
En contra de la creencia popular, ningún acusado fue jamás ajusticiado en la hoguera.
El origen de los hechos tuvo lugar con la aparición de un nuevo ministro religioso en la ciudad, el reverendo Samuel Parris, procedente de las Antillas. Con la familia Parris llegó una esclava llamada Tituba, adicta a la práctica de ritos religiosos afroantillanos.
La hija de los Parris, Elizabeth, de nueve años de edad, y su prima Abigail Williams, de doce, se interesaron por las creencias de Tituba, organizando algunas sesiones con ella y unas amigas. En enero de 1692 las chicas enfermaron, y el médico de la población, William Griggs, al desconocer la causa de su enfermedad, diagnosticó un caso de brujería.
Tanto Elizabeth como Abigail, junto a su amiga Ann Putnam, de once años, actuaban de forma extraña: gritaban, arrojaban cosas, lloraban sin razón o corrían en cuatro patas, como perros. Ann llegó a decir que había luchado con una bruja que quería decapitarla.
El 29 de febrero, bajo la presión de los magistrados Jonathan Corwin y John Hathorne, las niñas acusaron a tres mujeres de haberlas poseído: Tituba, la esclava caribeña del reverendo Parris; Sara Good, una vagabunda, y Sarah Osborne, una anciana mendiga.
De las tres mujeres, sólo Tituba admitió ser bruja. Declaró que el demonio la había convertido en su esclava y describió a un hombre alto de Boston que le obligó a firmar un libro, sentenciando que otras mujeres del pueblo también lo habían hecho, aceptando su condición de brujas. La cacería de supuestas arpías estaba en marcha.
Tras instalarse la paranoia entre los mojigatos y puritanos habitantes de Salem se desató una cadena de acusaciones. Las primeras inquisidoras fueron las niñas Parris, que se dedicaron a inculpar a su antojo, principalmente a miembros de las clases bajas o a aquellos que poseían actitudes mal vistas, como el adulterio.
La joven Ann Putnam acusó de infanticidio a Rebecca Nurse, de 71 años, mientras que Susanna Martin fue acusada de embrujar los bueyes de su vecino a raíz de una riña entre ambos.
Al ser también incriminada Martha Corey, un leal miembro de la Iglesia en la Villa de Salem, la comunidad enloqueció, considerando que, si ella era una bruja, cualquiera podría serlo. Los magistrados llegaron incluso a interrogar a la hija de Sarah Good, de tan sólo cuatro años de edad.
Llegados a este punto, en junio de 1692 se constituyó el Tribunal Especial de Auditoría y Casación en Salem, presidido por el Juez William Stoughton, para juzgar los casos de brujería. Increíblemente, en estos juicios se admitió una prueba denominada "Evidencia Espectral", que aceptaba los sueños y visiones como testimonios.
Las acusaciones, encarcelamientos y ejecuciones prosiguieron. Así, el reverendo George Burroughs, antiguo ministro del pueblo, fue señalado como jefe de las brujas y ahorcado el 19 de agosto, mientras que el capitán John Alden fue inexplicablemente identificado como el hombre alto de Boston del que hablaba Tituba.
Cuando las acusaciones de brujería empezaron a afectar a las clases altas de Salem, el pueblo comenzó a recobrar la cordura. El 12 de octubre de 1692 el gobernador de Nueva Inglaterra, William Phipps, ordenó que cesasen los arrestos y liberó a los encarcelados, disolviendo el Tribunal Especial unos días después para crear un Tribunal Supremo.
En 1702, el Supremo declaró que los juicios habían sido ilegales y en 1711 la colonia aprobó una propuesta para restaurar el honor de aquellos que habían sido acusados, adjudicando la suma de 600 libras a cada uno de sus herederos. Sin embargo, hubo que esperar 250 años para que el estado de Massachussets, en 1957, pidiese formalmente disculpas por los hechos acontecidos en 1692.
Los motivos reales que convirtieron Salem en un hervidero se desconocen, y los investigadores difieren en sus interpretaciones. Para algunos los extraños comportamientos fueron causados por el consumo de ciertos alucinógenos, mientras que otros creen que pudieron ser enfermedades hasta entonces desconocidas, como la viruela.
El factor social también se ha tenido cuenta, aunque la tesis más aceptada es la de la enfermedad de Huntington. Investigadores del Instituto de Neurociencias de Lausana, en Suiza y de la Facultad de Farmacia y del Centro de Neurociencias de Coimbra, ambos en Portugal, han trabajado con árboles familiares de los pobladores actuales del Estado de Massachussets, y han rastreado la presencia del defecto genético que es causa de la enfermedad de Huntington. Sus síntomas más habituales son el escaso control de las extremidades, humor variable, problemas graves de movimiento y en la coordinación, visiones, gestos involuntarios y lagunas en la memoria
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