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domingo, 24 de marzo de 2013

EL INCREIBLE ACCIDENTE DE PHINEAS GAGE,UN MITO DE LA NEUROLOGIA.

Phineas Gage fue un individuo célebre y que será recordado siempre en los anales de la medicina.¿Por qué? Bueno, principalmente porque gracias a él tenemos ahora una comprensión más clara del papel que juegan algunas estructuras cerebrales en nuestra conducta, en la forma en que pensamos y en los hilos que mueven nuestros sentimientos.
Gage fue uno de los primeros casos documentados de daño cerebral, una leyenda en los anales de la neurología. Era un trabajador de los ferrocarriles y se encargaba, junto con otros, de abrir camino a las vías del ferrocarril. Para ello, practicaban agujeros en las rocas y los llenaban con dinamita.
El 13 de septiembre de 1848, Gage trabajaba en un grupo que abría paso para la línea del ferrocarril que corría cerca de Cavendish, Vermont. Phineas Gage, que entonces tenía 25 años, preparaba una de las cargas explosivas cuando una chispa hizo que la dinamita estallara, ocasionando que una barra metálica saliera volando y se le clavara en la mejilla. El otro extremo salió por la parte superior del cráneo, en el punto donde se unen los huesos parietales. La barra metálica fue recuperada varios metros más allá de donde quedó tendido Gage, llena de sangre y trozos de cerebro. El trozo de metal medía más de un metro y tenía poco más de 3 centímetros de diámetro.
Sorprendentemente, Gage fue capaz de hablar y caminar a los pocos minutos de ocurrido el accidente. Lo sentaron en una carreta tirada por mulas y así llegó al lugar donde vivía. Fue atendido por Harlow, el médico local. Éste tuvo que remover los trozos de hueso que aún quedaban cerca del orificio de salida y unió los que quedaban.
Tras pocos días, la herida expuesta de Gage en la parte superior de su cabeza se infectó con hongos y cayó en coma. La familia, advertida de que el desenlace sería, con toda probabilidad, fatal, comenzó a hacer los preparativos para el entierro. Sin embargo, Gage se recuperó. Harlow drenó 8 onzas de pus (unos 250ml) de la herida en la cabeza bajo el cuero cabelludo y para enero, Gage llevaba ya una vida normal.
Harlow reportó el caso de Gage en un artículo publicado en el Boston Medical and Surgical Journal, pero la noticia fue tomada con escepticismo debido a que nadie creía que alguien pudiera sobrevivir a tales heridas.
Esta es la descripción que hizo Harlow de las heridas sufridas por Gage:
[La barra de hierro] penetró el cráneo y atravesó el lóbulo izquierdo del cerebro, y salió a través de la línea media, en la unión de la sutura coronal y las suturas sagitales, lacerando el seno longitudinal, fracturando el hueso parietal y el frontal de forma extensa, lesionando porciones considerables del cerebro y haciendo que el ojo izquierdo se saliera de su órbita, casi la mitad de su diámetro
Un segundo artículo fue publicado en 1850 por Henry J. Bigelow, un profesor de la Universidad de Harvard. Reportó que Gage se encontraba bastante recuperado, mental y físicamente. Dado que el primer reporte (el de Harlow) fue tachado de ser una farsa, durante los siguientes 20 años se le dio el crédito a Bigelow por la publicación del caso, que fue aceptado ampliamente por la comunidad médica.
Según Harlow, Gage conservó todas sus facultades intelectuales, pero la esposa del paciente y algunas otras personas cercanas a Gage notaron dramáticos cambios en su personalidad. No fue sino hasta 1868 que Harlow documentó las “manifestaciones mentales” de las lesiones que había sufrido Gage. El Reporte fue publicado en the Bulletin of the Massachusetts Medical Society:
Sus jefes, quienes lo consideraban el trabajador más eficiente y capaz antes de accidente, dijeron que los cambios que había sufrido eran tan marcados que no le darían nuevamente su antiguo trabajo. Era inestable e irreverente, dado a la más grosera conducta, profano, manifestaba escaso respeto por sus iguales, impaciente y dado a no escuchar consejos cuando algo se oponía a sus deseos. También se mostraba pertinaz y obstinado, caprichoso y vacilante, embebido en muchos planes para el futuro, incapaz de continuar una tarea demasiado larga. De esta manera, todos los que lo conocían dijeron que él “no era Gage”.
Por lo tanto, el daño que Gage sufrió en la corteza frontal produjo una total pérdida de las inhibiciones, las cuales provocaban un comportamiento inapropiado. La barra de metal había practicado lo que ahora se conoce como “lobotomía frontal”. La precisa naturaleza del daño que produjo el accidente en el cerebro de Gage ha sido motivo de debate desde que ocurrió el accidente. Las heridas que este hombre sufrió en el cerebro sólo pueden deducirse en base al daño que sufrió el cráneo.
En 1994, Hannah Damasio y otros colegas de la Universidad de Iowa usaron técnicas de neuroimagen para reconstruir el cráneo de Gage. La conclusión a la que llegaron fue que Gage sufrió daño en ambas cortezas prefrontales. Pero de acuerdo a la imagen tridimensional generada por computadora hecha del cráneo de Gage realizada por Liebert et al, el daño en el cerebro de Gage estuvo limitado al hemisferio izquierdo.
De cualquier manera, el caso de Phineas Gage hizo importantes contribuciones a la moderna neurología. El reporte que hizo Harlow en 1868 confirmó las conclusiones a las que habían llegado otros científicos de forma independiente. Eran los tiempos en que la frenología tenía su auge. Sin embargo, sus teorías quedaron pronto en el olvido cuando las contribuciones de científicos como Brocca, John Hughlings Jackson y David Ferrier se hicieron más conocidas y fue posible localizar las funciones mentales de una forma mucho más precisa.
El caso de Gage confirmó los hallazgos de Ferrier respecto a que el daño a la corteza prefrontal puede ocasionar cambios de personalidad mientras que otras funciones cerebrales permanecen intactas. El caso de Gage fue uno de los primeros que aportó evidencia de que la corteza frontal se encarga de determinar nuestra personalidad. Hoy, el rol de la corteza frontal en la cognición, el comportamiento social y en diversas funciones ejecutivas está bien estudiado y es un conocimiento que no se pone más en duda.
¿Y qué sucedió con Phineas Gage después de todo esto?
Debido a que fue incapaz de regresar a su empleo, se dice que viajó a Nueva Inglaterra e incluso a Europa con su barra de hierro, tratando de ganar algún dinero. Algunos otros dicen que fue exhibido como una curiosidad en el circo Barnum en Nueva York. Sin embargo, la historia de Phineas Gage es más folclor que hechos. Se sabe que desde 1851 hasta poco antes de su muerte, Gage trabajó como instructor de manejo en Darmouth, en Hanover, en New Hampsire por 18 meses y después en Chile durante siete años. En cierto punto de 1859 su salud se deterioró y Gage se instaló en casa de su madre. Murió el 20 de mayo de 1860, 13 años después de su accidente, de complicaciones provocadas por los ataques de epilepsia que sufría. No se hizo autopsia del cuerpo, lo cual habría despejado muchas dudas y apaciguado los debates que se extienden hasta nuestros días.
En 1867, el cuerpo de Gage fue exhumado de su tumba en el cementerio de Lone Mountain en San Francisco. El cuñado de Gage se quedó con el cráneo y la barra de hierro que lo hirió y los obsequió al Dr. Harlow, quien entonces vivía en Woburn Massachusetts. Actualmente pueden verse en el Warren Anatomical Museum, de la escuela de medicina de Harvard.

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