El Sudeste Asiático es una región que cada vez recibe más viajeros y, a medida que vamos descubriendo sus lugares, es más fácil entender por qué. Al sudeste de Sulawesi, en Indonesia, estas curiosas casas de la etnia Tana Toraja son otro motivo para deslumbrarse con esta cultura tan distinta a la nuestra e interesante como pocas.
Afamada como la “Tierra de los Reyes celestiales” es necesario recorrer 328 km en sentido norte desde Makassar, la capital sur de la provincia, adentrándose en las tierras centrales altas. Al llegar a ellas, te encontrarás con villas típicas que se llaman tondok y allí es donde la sorpresa comenzará.
Las casas son algo muy fuera de lo común: alineadas a los costados de la calle principal verás las edificaciones en forma de barcos “subidas” a pilotes circulares de madera. Frente a ellas hay graneros donde se almacena el arroz a los que se llama lambang padi. Te llamará la atención que son más numerosos los graneros que las casas pero que han sido hechos con la misma dedicación a los detalles ornamentales.
Los techos en Tana Toraja tienen esas formas tan particulares que han hecho despertar toda clase de explicaciones para justificarlas. Las dos teorías que más circulan son dos, la científica y la mitológica. La primera cuenta que el estilo estuvo inspirado en los primeros barcos de colonizadores que llegaron a Sulawesi y la segunda encuentra el fundamento en el Dios creador que, dicen, bajó del cielo en una embarcación que lucía como estas casas curiosas.
Pero como suele ocurrir en estos casos, hay tantos rumores de los orígenes como personas habitan Sulawesi así que no falta quien atribuye la singular fisonomía a un hecho más terreno –por llamarlo así- y es que se simbolizan los cuernos de los búfalos, animal sagrado en la tribu.
Si puedes llegarte a esta parte de Indonesia a ver estos conjuntos de edificios llamativos, no pases por alto ningún adorno o detalle que veas porque cada pequeña cosa, hace referencia a algún dato de la cultura local. Por ejemplo, en base al número de peldaños en la entrada o la cantidad de cuernos de búfalo colgados, puedes deducir la clase social de la familia que habita allí.
Las casas parecen flotar en el aire gracias a las 4 columnas cilíndrica (y con un acabado muy liso) que las elevan por el nivel del suelo. Esta particularidad de los pilotes es para evitar que las ratas (que suelen ser tan grandes como gatos) se trepen hasta las viviendas.
El lugar más cercano es Rantepao y allí puedes comer algo, aunque quienes conocieron el lugar, recomiendan sólo un restaurante como decente, el Marts Café. Otra peculiaridad es que abundan los guías turísticos y que, con tal que los contrates, son capaces de perseguirte hasta el hartazgo. Inclusive, se toman la molestia de dar poca información sobre cómo llegar a los lugares y demás datos de importancia para el viajero, todo con tal que te veas forzado a contratar sus servicios.
Sea con guía o sin él, además de este poblado tan curioso, puedes visitar las terrazas de arroz.(Ver entrada ) En el poblado de Tana Toraja el paisaje circundante también merece que se detengan a contemplarlo. La globalización y el turismo ya se hacen sentir en algunos aspectos de la cotidianeidad de Sulawesi pero la esencia es tan ancestral que te sorprenderás mucho al encontrar un modo de vida que no ha cambiado casi nada en un siglo.
Si bien las edificaciones son altamente cautivantes, suele mencionarse a la etnia más a menudo ligada con sus rituales funerarios (guardan los cuerpos de sus muertos sin enterrar durante años y hacen fastuosos celebraciones con sacrificios animales) algo excéntricos que con su valor arquitectónico.
Los Toraja son una tribu indígena de la región montañosa de la isla Célebes Meridional, una provincia de la República de Indonesia. Aunque hay una buena parte de la población musulmana viviendo en este país, la mayoría de la población indonesia es cristiana debido a la colonización de los holandeses de principios de siglo XX.
Sin embargo, en la recóndita región de Tana Toraja aún se encuentran retazos del animismo propio de las creencias locales de esta parte de Asia.
El gobierno indonesio ha reconocido esta creencia animista como “Aluk To Dolo”, que quiere decir, el camino de los ancestros. Para ellos, la vida y la muerte con procesos complementarios. Como en muchas otras etnias del mundo entero, la muerte es la continuación de la vida terrenal, pero a diferencia de todos tienen singulares creencias como que los muertos caminan cabeza abajo, hablan al revés, etc. Asimismo, no se lamentan al perder cosechas porque creen que irán a parar a sus muertos.
Es parte de su cultura, de las creencias propias que han sobrevivido al tiempo. De hecho, los Toraja son conocidos especialmente por su ritual funerario, el evento más importante y, por tanto, el más elaborado y el más caro. Según los Toraja impresionar a los dioses y mantener al difunto contento son motivos que aseguran un lugar en el cielo para la familia. Cuanto más rico y poderoso es el fallecido, más cara es la ceremonia. Para costearlo, muchas familias se ven obligadas a vender campos de arroz, ganado o pedir prestado dinero a los familiares más acaudalados. Tal es la devoción, que incluso muchas familias pobres llegan a arruinarse y endeudarse por generaciones para poder celebrar el funeral. Hasta que llegue el momento, la familia debe construir una casa donde guardar todas las ofrendas, sacrificar más de una decena de búfalos y atender y agasajar a casi 2.000 invitados que perfectamente pueden reunirse para eventos de esta naturaleza. Por eso, la ceremonia suele celebrarse semanas, meses o incluso años después de la muerte del difunto, de manera que la familia pueda reunir todos los recursos necesarios para una celebración apropiada.
Durante la espera, el cuerpo del fallecido se envuelve se envuelve con varias capas de ropa y se guarda en el Tongkonan, la casa típica toraja que imita la quilla de un barco.
Mientras se organizan los funerales, también se elabora el Tau Tau del fallecido. Los Tau Tau son un símbolo de la cultura toraja. Son figuras talladas en piedra, de tamaño natural y aunque tradicionalmente sólo mostraban el género de la persona, actualmente procuran conseguir una cierta semejanza con el difunto, llegando incluso a fabricar pelucas con su auténtico cabello. El coste de los Tau Tau es un compromiso del que se encarga la misma comunidad toraja, como honra al fallecido, aunque suele ser un privilegio reservado a las clases superiores. Los Toraja creen que la muerte es un proceso gradual hacia la tierra de las almas, el Puya o la otra vida. Por eso, mientras el cuerpo del fallecido permanece en el Tongkonan, se dice que su alma vaga por el pueblo hasta que la ceremonia se completa y puede empezar su viaje hacia el Puya.
Una vez se procede a la celebración del funeral, primero, se recibe a los invitados. Después del banquete, los hombres levantan el ataúd con todos los pesados ornamentos y marchan en procesión. Sin embargo el ambiente no es de solemnidad y tristeza, sino que los porteadores bailan, cantan y ríen. Incluso la familia, de negro, se une al ambiente festivo.
A continuación se lleva a cabo una de las tradiciones más importantes: el sacrificio de búfalos. El búfalo es un símbolo de prestigio, por eso cuanto más poderoso y rico es el fallecido, más búfalos se sacrifican. Los cuernos de los búfalos se colocan en la puerta de la casa del difunto.
Durante la matanza, los niños recogen la sangre que brota de los animales con tubos de bambú al ritmo de música y danza tradicional.
En principio, esta tradición evoca un hecho simbólico y sagrado, ya que el alma del difunto viajará al Puya a lomos del búfalo. Una vez sacrificados, los cuerpos de los búfalos se exponen en el campo como símbolo de la bestia que espera a que el alma de su dueño despierte. Cuantos más búfalos haya, más rápido viajará el alma del difunto y antes llegará al Puya. El gobierno indonesio acabó regulando esta práctica y actualmente se permite el sacrificio de hasta un máximo de 40 búfalos. Las peleas de gallos son otra tradición sagrada en la ceremonia toraja. Como mínimo, deben sacrificarse tres gallos, aunque normalmente suelen ser 25 pares de gallos los que se utilizan en esta parte de la ceremonia.
Existen diferentes métodos de entierro, según el estatus social del fallecido. Actualmente, los cuerpos se meten en un ataúd que se deposita en una cueva o en una tumba tallada en algún acantilado rocoso. Junto con el ataúd se depositan las pertenencias del difunto y delante, se coloca el Tau Tau. De esta manera, los cementerios del pueblo toraja consisten en una serie de balcones presididos por una serie de figuras de madera ofreciendo al extranjero que pase una imagen muy particular. Algunas de estas cuevas son tan grandes que pueden llegar a albergar a una familia entera. Actualmente, rara vez se sigue la práctica tradicional más antigua, una de las razones por las que el ritual ha generado tanta expectación: antes de llevar los restos a la tumba, los toraja dejaban el cuerpo de pie a la intemperie durante varios días, durante los cuales se realiza un ritual de magia negra. El ritual tiene como fin despertar al cuerpo para que este se dirija solo a la tumba.
Para los Toraja, los niños forman parte del ciclo de la naturaleza. Por esta razón, cuando un niño toraja fallece antes de que le salgan los dientes se considera oportuno devolverlo a la naturaleza. Para tal fin, se los introduce en el interior de un árbol, en postura vertical, rellenando el hueco con huevos a modo de ofrenda. El numero de tumbas es el justo para que el árbol no muera, de esta manera, crean una especie de ciclo regenerativo natural.
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