El público español, de tradición taurina, siempre fue amante de idolatrar a los “cabezas de cartel” y con Pinito encontró un referente en quien volcar su admiración. Junto al de la trapecista, han sido poquísimos los nombres de artistas de circo españoles que han gozado de una popularidad palpable entre el público: el domador Ángel Cristo o los payasos Charlie Rivel, hermanos Tonetti y la familia Aragón serían contadas excepciones.
En los sesenta, el rostro de la trapecista canaria era habitual en el papel cuché, llegando a protagonizar numerosas portadas de revistas de sociedad, lo que hoy llamamos “prensa rosa”.
Otro de los parámetros que nos indican que nos encontramos frente a una artista de gran popularidad es que el mercado haya ofrecido, en algún momento, recuerdos con su efigie (hoy se prefiere llamarlos ‘gadgets’ o ‘merchandaising’). En España, siempre refiriéndonos al circo, tan sólo han existido productos derivados de Ramper (discos, barajas y juguetes de lata), Rivel (puzzles, juegos infantiles, muñecos…), la familia Aragón (discos, muñecos de cuerda, postales…) y Pinito del Oro. En las páginas a color del libro se reproducen tres banderines relativos a diferentes actuaciones de la trapecista.
Por último, un valor que no deja lugar a dudas sobre la notoriedad de una artista es su aparición en las enciclopedias. Pocos artistas circenses españoles se encuentran reseñados en ellas y, sin embargo, Larousse, Espasa o Salvat, por tan sólo citar las más comunes, no olvidan la vida y hazañas de Pinito.
La infancia y juventud de Cristina Segura parecen propias de un personaje de novela romántica: una pequeña niña frágil ninguneada por sus hermanos, en busca de cariño, huérfana de madre, con madrastra, que gastaba sus horas leyendo sobre los polvorientos fardos ocultos bajo la grada del modesto circo familiar.
Sin embargo, tras sus rotundos éxitos en América, la aparente novela romántica más bien da un giro hacia el cuento infantil del patito feo. La cautivadora sonrisa de Pinito encerraba el talento de una gran artista, la feminidad de una mujer presumida y el bagaje propio de alguien intelectualmente inquieto. No es casual, pues, que la envidia de sus compañeros la persiguiera permanentemente condenándola a una soledad que sus lecturas paliaban en parte.
En los Estados Unidos de mediados de los cincuenta, la figura de Pinito se convertía en un icono de la sensualidad: la bella artista de rasgos latinos, de cuerpo atlético, capaz de jugarse la vida a diario. Esa condensación de exotismo provocó que varios fotógrafos inmortalizaran a Pinito en los alrededores de la carpa del Ringling como si de una auténtica pin-up girl se tratara.
En la sociedad actual, que ha acuñado el término “ni-ni” para definir a los miles de jóvenes que ni estudian ni trabajan, la vida de Pinito constituye un bello ejemplo de superación, tenacidad, disciplina, perseverancia, rigor, método y esfuerzo.
En el Ringling Bros and Barnum & Bailey, el mayor circo ambulante de todos los tiempos, hay muchas maneras de aparecer en las tres pistas, alternadas por dos escenarios: desde figurante en algunos de los multitudinarios desfiles hasta estrella solista en la pista central. Las posibilidades eran múltiples y el lugar que se atribuía a cada artista iba en relación a su peso específico en el universo de la pista. La pugna para acceder a una categoría superior era real y la competencia entre los artistas se palpaba diariamente.
El estrellato circense mundial, integrado por nombres como el malabarista Rastelli, los volantes Codona o el alambrista Con Colleano, encuentra en Pinito la máxima expresión en el trapecio de equilibrio.
Pinito fue una artista excepcional a la que acompañó la fortuna: ¿cómo hubiera discurrido su carrera si un día no llega la visita del agente Perezzof al modesto Circo Segura? ¿Qué habría sucedido si no hubiese podido recuperarse al cien por cien de alguna de sus tres caídas?
Charlie Rivel afirma en sus memorias que es en los pequeños circos donde nacen los grandes artistas. El payaso catalán, cuya infancia transcurrió por los humildes circos de las ferias de barrio parisinas como Lambert o Zanfretta, sabía bien de lo que hablaba. Históricamente, el circo Ringling ha mostrado especial preferencia por la contratación de artistas latinos. Aún hoy, hay que destacar el importante papel que como cazatalentos y agente artístico realizó Juan de la Cruz, Perezoff, en la exportación a América de profesionales circenses españoles. El alambrista Tonito, la trapecista Miss Mara, los malabaristas Hermanos Marialex o el rulista Monroe son algunos ejemplos de artistas descubiertos por Perezof que hicieron carrera en el Ringling.
Pero si bien Pinito fue descubierta por Perezoff, a su regreso a España la trapecista se convierte en una artista prácticamente exclusiva de don Juan M. Carcellé, empresario circense clave en el desarrollo del circo español de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo XX .
A finales de 1940, Carcellé empieza a programar espectáculos de variedades en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Poco tiempo más tarde asume la gestión del Circo Price de la Plaza del Rey de Madrid, cargo que ostentará durante casi dos décadas, de 1941 a 1959. En 1956 crea los Festivales Mundiales del Circo, que tendrán como escenario el Palacio de Deportes de Barcelona. Carcellé también se encargó de producir en nuestro país las giras de notables circos extranjeros: el holandés Mikkenie (1949-50) o el alemán Holzmuller (1951). A menudo recibía a los artistas en su oficina de la Gran Vía madrileña, un despacho atendido por una de las personas de su máxima confianza: el hijo del caricato Ramper. Carcellé muere en 1978, a los 83 años.
La relación entre Pinito del Oro y Carcellé se inició tras la visita del payaso Eduardini , otro de los hombres de confianza del empresario, al circo Ringling. Carcellé, hábil en las estrategias publicitarias del momento, ideó una operativa encaminada a lanzar a la trapecista como magna estrella circense nacional. El primer revuelo mediático que Carcellé organizó en torno a la trapecista sirvió para beneficiar el lanzamiento de la primera edición del Festival Mundial del Circo, celebrado en el Palacio de Deportes de Barcelona (Navidades 1956-57). La carrera de la trapecista junto a Carcellé la llevaría por las pistas del Circo Price de Madrid, el Circo Price en ruta por España, el Coliseo dos Recreios de Lisboa o el Gran Circo Español, una sociedad del empresario con los directores de la compañía de revistas Los Vieneses, los austríacos Arthur Kaps y Franz Johan, que haría una tournée por España en 1960.
En varias ocasiones, Pinito aqueja las ausencias de Carcellé que, demasiado atareado con sus quehaceres, delegaba en su esposa Pepita o en el periodista Alfredo Marquerie –otro de los hombres de confianza del empresario– las atenciones que debía prestar a la trapecista. A pesar de su incesante actividad, y en unos tiempos con otros medios de transporte que los actuales, el día a día de Carcellé no le permitió estar presente en todos los momentos clave de la carrera artística de Pinito.
Tal vez habrá quien quiera hacer una lectura politizada de la niñez de quien fue estrella bajo el régimen de Franco. Hablar, en el caso de Pinito de “juguete roto” –como se ha hecho con los niños cantantes Marisol o Joselito– carecería de sentido, puesto que en su juventud la trapecista no estuvo sometida a la presión mediática española: sus logros iniciales pasaron discretos en su pequeño circo familiar y sus primeros grandes éxitos se vivieron en Estados Unidos, lejos de una España que aún la ignoraba.
Sin embargo, tras su regreso a España, la trapecista sí se convirtió en un símbolo de la “grandeza” de una España capaz de generar artistas únicos que causaban la admiración de los norteamericanos. En numerosas ocasiones, Pinito fue protagonista en el NO-DO, el noticiario que se proyectaba obligatoriamente en los cines previo a la película (1942-1981). Para acompañar las imágenes de una de sus actuaciones en el Circo Price de Madrid, el locutor se expresaba así:
“En el circo, Pinito del Oro mantiene en vilo al público con sus atrevidas acrobacias en el trapecio. ¡Más difícil todavía! Sobre un pie y de perfil. Otro volteo que suspende el ánimo de los espectadores: con una rodilla y sin posibilidad de sujetarse en el caso de perder el equilibrio. Pinito, gran artista canaria, se dispone a realizar su número más difícil y peligroso: de cabeza sobre la barra del trapecio, en la cual no hay soporte ni estafa ninguna…. Así se mantiene firme, segura, tranquila. Nadie, nadie sino ella es capaz de realizarlo. Parece mentira pero es verdad. Pinito del Oro desciende triunfadora del trono movible del trapecio. Ya está en la pista, sobre el suelo que no tiembla ni vacila, pero mientras recoge el premio de las ovaciones piensa con alegría en su próxima actuación. Jugándose la vida, un día tras otro, Pinito del Oro es feliz. Gracias a ello podemos decir que la mejor trapecista del mundo es española”.
La crítica dijo de Pinito que desafiaba las leyes de la gravedad y hacía lo que jamás había hecho ni haría nunca nadie. La vasta comunidad mundial que forman las gentes del circo, incansables perfeccionistas, deja poco espacio a las proezas únicas. Y a pesar de ello, el repertorio al trapecio que ofrecía Pinito no se ha vuelto a repetir con el mismo nivel de ejecución, plasticidad y riesgo. En la historia circense española son escasos los casos de “trucos” irrepetibles; algunos ejemplos serían la compañía del acróbata ecuestre Willy Frediani con su columna a tres a caballo, el malabarista Gran Picasso con sus juegos malabares con pelotas propulsadas por la boca, Arturo Segura y su familia con su combinación de icarios con cama elástica o la antipodista Consuelo Reyes y sus series únicas de giros de trankas (cilindros) con pies y manos.
En una época donde todo es objeto de copia y de piratería, la palabra auténtico goza de especial favor y ese adjetivo es de los que mejor se amoldan a la figura de Pinito. Como Pinito era marca de Carcellé, los rivales de éste –la joven empresa Feijóo-Castilla, que más tarde llegaría a contratarla– se embarcaron en un estéril intento de clonar a la sin igual artista. Aprovechando que una de las sobrinas de la trapecista, Carmen, hija de Raúl, hermano de Pinito, ejecutaba algunos pasajes en el trapecio, Feijóo-Castilla la contrató. La empresa intentó lanzar a su nueva artista con el nombre de Carmen del Teide, pero ni el hecho de proclamarla reina de un espectáculo en el Palacio de Deportes de Madrid conseguiría ensombrecer lo más mínimo la aureola de Pinito.
Más adelante, los empresarios del Circo Mundial, los hermanos González, o Eduardo Cardenal harían lo propio con Rosa Mari Segura, anunciada en todos los carteles como “sobrina de Pinito del Oro”. Eran los años ochenta, diez años después de la retirada de la trapecista canaria, y aun así, su nombre seguía siendo un claro referente para un público incapaz de olvidar el arrojo de la gran estrella.
La popularidad de Pinito en España fue tal que, aun retirada del trapecio, los empresarios circenses seguían llamándola para proponerle que, desde la pista, cumpliera las funciones de presentadora de sus atracciones. Así sucedió en los espectáculos Circorama, Magic Circus (dirección Arturo Segura) en Huelva y Circo Cardenal, en gira por el archipiélago canario .
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domingo, 31 de marzo de 2013
LA SOBRINA DE HITLER,GELI RAUBAL
La historia es vulgar, se repite mucho, un hombre maduro que se encapricha con una jovencita. Suele terminar mal, o lo paga él, o lo paga ella, o los dos. Aquí lo único extraordinario es el destino que aguarda a ese hombre, ese don nadie recién salido de la cárcel por una aventura política grotesca, que le pide a su hermana que vaya a cuidarlo a su retiro campestre.
Porque Adolf Hitler, mero comparsa en un golpe de ultraderecha cuya estrella es el general Ludendorff, va a convertirse en el dueño de Alemania, luego de Europa, quizá del mundo...
Tras el putsch de Munich (1923) Hitler pasa unos meses en prisión. La tolerante República de Weimar lo pone pronto en libertad, no le considera un peligro serio para el Estado, pero le prohíbe hablar en público. El conspirador se retira a rumiar sus ideas al Obersalzberg, el más soberbio paisaje de los Alpes bávaros, y su hermana Angela le sigue.
Angela, que es viuda, se lleva a su hija Angelika, Geli, una muchacha de 19 años muy lozana de cuerpo, graciosa sin ser una belleza, con la alegría de su radiante juventud. Y se produce el efecto Lolita. El tío Adolf la dobla en edad y no es precisamente un Adonis, pero tiene personalidad, eso nadie puede negarlo, y a los ojos de su provinciana familia es todo un personaje por sus aventuras políticas. Geli se deja encandilar por el tío, y él se enamora locamente, cae en una pasión posesiva por ella.
Cuando Hitler regresa a su base política, Munich, la familia va a vivir con él. A él le encanta exhibirse con esa amante que podría ser su hija, la pasea, la lleva al teatro, a sus tertulias en el café Heck, a las veladas de los lunes en el Neumayr, va de tiendas con ella para comprarle caprichos, como cualquier amante otoñal hace con una querida joven. Adolf Hitler disfruta claramente con la relación.
Geli, no tanto. Como era de esperar, el tío Adolf es muy celoso. La controla obsesivamente, no le permite relaciones con gente de su edad, no quiere que salga si no es con él... Una historia vulgar, ya lo hemos dicho.
La relación es enfermiza y Geli empieza a buscar la liberación. Dado su enclaustramiento, la única persona con la que puede intentarlo es con un íntimo de su tío, Emile Maurice, nazi de primerísima hora y su jefe de pistoleros. Cuando Hitler lo descubre, monta en cólera, Maurice teme que lo mate, pero se controla y, simplemente, lo aparta de su lado.
Frustrado ese desahogo, Geli no piensa ya más que en irse del piso de Prinzregentenplatz, alejarse de su tío y amo. Se empeña en ir a Viena a estudiar canto, quiere ser artista de opereta. El 17 de septiembre los vecinos presencian la última conversación, a voces, entre los dos. Hitler está en la calle, a punto de subir a un automóvil, su sobrina se asoma a la ventana y le grita, muy excitada: “Entonces, ¿no me dejas ir a Viena?”, a lo que él contesta irritado: “¡No!”.
Está a punto de producirse la tragedia.
Se ha especulado mucho sobre el tipo de relaciones sexuales entre tío y sobrina, sobre toda la vida erótica de Hitler. Como políticamente resultó ser un monstruo, se ha querido ver que su sexualidad era también anormal, desviada, enfermiza –o lo que hasta antes de la corrección política merecía esos calificativos-. La verdad es que no hay evidencias serias sobre ese aspecto de su personalidad, salvo que tuvo varias amantes , que experimentó una auténtica pasión por Geli y que mantuvo una relación matrimonial de hecho con Eva Braun.
Otto Strasser, uno de los fundadores del nazismo, fuente cercana a Hitler en los primeros tiempos, dice que éste era masoquista y obligaba a Geli a ejercer de ama dominante y someterle a humillaciones. Pero Strasser no es fuente fiable, todo su afán es desacreditar a Hitler. Jefe del ala izquierda del nazismo, Hitler lo expulsó del partido y tuvo que exilarse para salvar la vida. Todos los de su tendencia fueron asesinados en 1934, en la Noche de los cuchillos largos.
Lo que no es producto de ninguna especulación, sino hecho puro y duro, es que tras la negativa rotunda de su tío a dejarla ir a Viena, Geli aparece muerta de un tiro en el pecho. Todo apunta a que, desesperada, se ha suicidado. Su propia madre explicará después de la guerra, en un interrogatorio de las autoridades estadounidenses, que quería casarse con un violinista, y que tanto Hitler como ella se lo habían prohibido.
Sin embargo, el patético suceso tiene lugar en vísperas electorales, y los adversarios de los nazis, que han pasado de ser una partida de la porra a una fuerza política temible, no van a desaprovechar la ocasión de escándalo. El tiro mortal ha salido de la pistola Walther 6.35 del propio Hitler; éste se encuentra de viaje, tiene coartada irrefutable, pero ciertamente dispone de mucha gente dispuesta a apretar el gatillo por él.Según Strasser, las SS asesinan a Geli porque está embarazada de un judío. Puestos a inventar... Un periódico antinazi de Munich publica que el cadáver de Geli tiene marcas de golpes y la nariz rota. La autopsia oficial no revela ninguna de esas marcas de violencia, pero también hay que tener en cuenta que en 1931 muchos funcionarios de Munich son ya nazis. La instrucción judicial dictamina suicidio, pero la Iglesia católica, que en aquellos tiempos no admitía suicidas en sus cementerios, le da cristiana sepultura a Geli.
En 1933, el editor del periódico anti hitleriano Der Gerade Weg, Fritz Gerlich, anuncia que tiene pruebas de quién ordenó la muerte de Geli y que va a publicarlo. Los SA le hacen una visita, le dan una paliza y destruyen sus archivos. Gerlich será luego asesinado.
Es imposible establecer, en base a los testimonios de la época, si hubo algo más detrás del suicidio de Geli. Lo cierto es que Hitler cae en un estado de desesperación y dolor al enterarse, lo que parece descartarle como inductor de un supuesto asesinato. Del suicidio, sí, él se sabe la causa con su conducta dominante, por lo que además de pena tiene un sentimiento de culpa que explica su conducta desviada.
Cae en una depresión, se recluye junto al lago Tegernesse, habla de dejar la política, se dice que incluso intenta suicidarse y que Rudolf Hess ha de arrebatarle la pistola para impedirlo.
Y cuando supera el estado depresivo, Hitler se entrega a un culto fetichista de su sobrina, convierte su habitación en Prinzregentenplatz en un santuario donde nadie puede entrar, se encierra allí los aniversarios de la muerte de Geli, e incluso las nochebuenas, hasta que el inicio de la guerra le saque de sus rutinas. Ya no vuelve a probar la carne, porque le parece que es “comer de un cadáver”, y en algún momento confesará: “Es la única mujer que he amado”.
Porque Adolf Hitler, mero comparsa en un golpe de ultraderecha cuya estrella es el general Ludendorff, va a convertirse en el dueño de Alemania, luego de Europa, quizá del mundo...
Tras el putsch de Munich (1923) Hitler pasa unos meses en prisión. La tolerante República de Weimar lo pone pronto en libertad, no le considera un peligro serio para el Estado, pero le prohíbe hablar en público. El conspirador se retira a rumiar sus ideas al Obersalzberg, el más soberbio paisaje de los Alpes bávaros, y su hermana Angela le sigue.
Angela, que es viuda, se lleva a su hija Angelika, Geli, una muchacha de 19 años muy lozana de cuerpo, graciosa sin ser una belleza, con la alegría de su radiante juventud. Y se produce el efecto Lolita. El tío Adolf la dobla en edad y no es precisamente un Adonis, pero tiene personalidad, eso nadie puede negarlo, y a los ojos de su provinciana familia es todo un personaje por sus aventuras políticas. Geli se deja encandilar por el tío, y él se enamora locamente, cae en una pasión posesiva por ella.
Cuando Hitler regresa a su base política, Munich, la familia va a vivir con él. A él le encanta exhibirse con esa amante que podría ser su hija, la pasea, la lleva al teatro, a sus tertulias en el café Heck, a las veladas de los lunes en el Neumayr, va de tiendas con ella para comprarle caprichos, como cualquier amante otoñal hace con una querida joven. Adolf Hitler disfruta claramente con la relación.
Geli, no tanto. Como era de esperar, el tío Adolf es muy celoso. La controla obsesivamente, no le permite relaciones con gente de su edad, no quiere que salga si no es con él... Una historia vulgar, ya lo hemos dicho.
La relación es enfermiza y Geli empieza a buscar la liberación. Dado su enclaustramiento, la única persona con la que puede intentarlo es con un íntimo de su tío, Emile Maurice, nazi de primerísima hora y su jefe de pistoleros. Cuando Hitler lo descubre, monta en cólera, Maurice teme que lo mate, pero se controla y, simplemente, lo aparta de su lado.
Frustrado ese desahogo, Geli no piensa ya más que en irse del piso de Prinzregentenplatz, alejarse de su tío y amo. Se empeña en ir a Viena a estudiar canto, quiere ser artista de opereta. El 17 de septiembre los vecinos presencian la última conversación, a voces, entre los dos. Hitler está en la calle, a punto de subir a un automóvil, su sobrina se asoma a la ventana y le grita, muy excitada: “Entonces, ¿no me dejas ir a Viena?”, a lo que él contesta irritado: “¡No!”.
Está a punto de producirse la tragedia.
Se ha especulado mucho sobre el tipo de relaciones sexuales entre tío y sobrina, sobre toda la vida erótica de Hitler. Como políticamente resultó ser un monstruo, se ha querido ver que su sexualidad era también anormal, desviada, enfermiza –o lo que hasta antes de la corrección política merecía esos calificativos-. La verdad es que no hay evidencias serias sobre ese aspecto de su personalidad, salvo que tuvo varias amantes , que experimentó una auténtica pasión por Geli y que mantuvo una relación matrimonial de hecho con Eva Braun.
Otto Strasser, uno de los fundadores del nazismo, fuente cercana a Hitler en los primeros tiempos, dice que éste era masoquista y obligaba a Geli a ejercer de ama dominante y someterle a humillaciones. Pero Strasser no es fuente fiable, todo su afán es desacreditar a Hitler. Jefe del ala izquierda del nazismo, Hitler lo expulsó del partido y tuvo que exilarse para salvar la vida. Todos los de su tendencia fueron asesinados en 1934, en la Noche de los cuchillos largos.
Lo que no es producto de ninguna especulación, sino hecho puro y duro, es que tras la negativa rotunda de su tío a dejarla ir a Viena, Geli aparece muerta de un tiro en el pecho. Todo apunta a que, desesperada, se ha suicidado. Su propia madre explicará después de la guerra, en un interrogatorio de las autoridades estadounidenses, que quería casarse con un violinista, y que tanto Hitler como ella se lo habían prohibido.
Sin embargo, el patético suceso tiene lugar en vísperas electorales, y los adversarios de los nazis, que han pasado de ser una partida de la porra a una fuerza política temible, no van a desaprovechar la ocasión de escándalo. El tiro mortal ha salido de la pistola Walther 6.35 del propio Hitler; éste se encuentra de viaje, tiene coartada irrefutable, pero ciertamente dispone de mucha gente dispuesta a apretar el gatillo por él.Según Strasser, las SS asesinan a Geli porque está embarazada de un judío. Puestos a inventar... Un periódico antinazi de Munich publica que el cadáver de Geli tiene marcas de golpes y la nariz rota. La autopsia oficial no revela ninguna de esas marcas de violencia, pero también hay que tener en cuenta que en 1931 muchos funcionarios de Munich son ya nazis. La instrucción judicial dictamina suicidio, pero la Iglesia católica, que en aquellos tiempos no admitía suicidas en sus cementerios, le da cristiana sepultura a Geli.
En 1933, el editor del periódico anti hitleriano Der Gerade Weg, Fritz Gerlich, anuncia que tiene pruebas de quién ordenó la muerte de Geli y que va a publicarlo. Los SA le hacen una visita, le dan una paliza y destruyen sus archivos. Gerlich será luego asesinado.
Es imposible establecer, en base a los testimonios de la época, si hubo algo más detrás del suicidio de Geli. Lo cierto es que Hitler cae en un estado de desesperación y dolor al enterarse, lo que parece descartarle como inductor de un supuesto asesinato. Del suicidio, sí, él se sabe la causa con su conducta dominante, por lo que además de pena tiene un sentimiento de culpa que explica su conducta desviada.
Cae en una depresión, se recluye junto al lago Tegernesse, habla de dejar la política, se dice que incluso intenta suicidarse y que Rudolf Hess ha de arrebatarle la pistola para impedirlo.
Y cuando supera el estado depresivo, Hitler se entrega a un culto fetichista de su sobrina, convierte su habitación en Prinzregentenplatz en un santuario donde nadie puede entrar, se encierra allí los aniversarios de la muerte de Geli, e incluso las nochebuenas, hasta que el inicio de la guerra le saque de sus rutinas. Ya no vuelve a probar la carne, porque le parece que es “comer de un cadáver”, y en algún momento confesará: “Es la única mujer que he amado”.
LAS MONEDAS DE JORGE II QUE LA ARMADA ESPAÑOLA LE OBLIGO A RETIRAR
En primavera de 1741 en Inglaterra, se acuñó una moneda con la frase "la arrogancia española humillada por el almirante Vernon" o "Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1 de abril de 1741". La moneda conmemoraba la victoria de Vernon sobre el Almirante Blas de Lezo en Cartagena de Indias y de hecho, quien sale de rodillas en las monedas es el propio Blas de Lezo.
La batalla comenzó el 13 de marzo y no terminaría hasta el 20 de mayo. Las fuerzas contendientes fueron las inglesas comandadas por Vernon al mando de una flota compuesta por unos de 27.000 hombres, 186 buques de guerra y las españolas comandadas por Blas de Lezo y unos 3.000 hombres y 6 buques. Lo que pretendían los ingleses era tomar Cartagena de Indias lo que permitiría a los hijos de la Gran Bretaña tomar el control del Caribe y por tanto del acceso a las "Américas".
El error histórico es que se acuñaron monedas en Abril aunque no terminó la batalla hasta mayo y se dio por hecho que Inglaterra aplastaría a España. No es extraño ya que la flota que atacó Cartagena de Indias es la segunda flota más grande de la historia tan sólo superada por la que desembarcó en Omaha Beach el Día D. Y sí, era superior a la Gran Armada (o como la llamaban los ingleses para cachondearse, la Armada Invencible). Además, en estos dos casos las fuerzas contendientes eran de similares fuerzas a diferencia de esta historia.
Como habrás deducido Blas de Lezo destrozó a los ingleses y les infligió posiblemente la mayor victoria moral que se haya producido en la historia ya que las fuerzas estaban terriblemente desproporcionadas en favor de la pérfida Albión.
Tal destrozo hizo la derrota que Jorge II, rey hereje, ordenó retirar las monedas acuñadas y que esa batalla no fuera referenciada por los historiadores británicos. Por desgracia el tiempo hizo que quedara en el olvido la heroicidad de la toma de Cartagena.
Como recuerdo queda una estatua en Cartagena de Indias de Blas de Lezo, otra en Pasajes (Guipuzcua) donde nació y la tradición de la Armada española de mantener siempre un buque con el nombre "Blas de Lezo".
La batalla comenzó el 13 de marzo y no terminaría hasta el 20 de mayo. Las fuerzas contendientes fueron las inglesas comandadas por Vernon al mando de una flota compuesta por unos de 27.000 hombres, 186 buques de guerra y las españolas comandadas por Blas de Lezo y unos 3.000 hombres y 6 buques. Lo que pretendían los ingleses era tomar Cartagena de Indias lo que permitiría a los hijos de la Gran Bretaña tomar el control del Caribe y por tanto del acceso a las "Américas".
El error histórico es que se acuñaron monedas en Abril aunque no terminó la batalla hasta mayo y se dio por hecho que Inglaterra aplastaría a España. No es extraño ya que la flota que atacó Cartagena de Indias es la segunda flota más grande de la historia tan sólo superada por la que desembarcó en Omaha Beach el Día D. Y sí, era superior a la Gran Armada (o como la llamaban los ingleses para cachondearse, la Armada Invencible). Además, en estos dos casos las fuerzas contendientes eran de similares fuerzas a diferencia de esta historia.
Como habrás deducido Blas de Lezo destrozó a los ingleses y les infligió posiblemente la mayor victoria moral que se haya producido en la historia ya que las fuerzas estaban terriblemente desproporcionadas en favor de la pérfida Albión.
Tal destrozo hizo la derrota que Jorge II, rey hereje, ordenó retirar las monedas acuñadas y que esa batalla no fuera referenciada por los historiadores británicos. Por desgracia el tiempo hizo que quedara en el olvido la heroicidad de la toma de Cartagena.
Como recuerdo queda una estatua en Cartagena de Indias de Blas de Lezo, otra en Pasajes (Guipuzcua) donde nació y la tradición de la Armada española de mantener siempre un buque con el nombre "Blas de Lezo".
ANASTATICA HIEROCHUNTICA,LA ROSA DE JERICO. LA PLANTA QUE REVIVE
De nombre científico Anastatica hierochuntica, ésta planta pertenece a la familia de las históricamente denominadas crucíferas, ahora brassicáceas, en la que también encontramos especies como la coliflor, los repollos o los brócolis.
Éstas se caracterizan por ser plantas que floran en racimo con los pétalos en forma de cruz. La rosa de Jericó, sin embargo, no pertenece a nuestras latitudes aunque la hayamos visto frecuentemente en algunas tiendas. Esta planta tiene su origen en la zona de Afganistán aunque es frecuente su presencia en los desiertos de Oriente Medio y en las el área del Mar Rojo. Su adaptación a estas condiciones climáticas extremas es visible con sólo observar el pequeño tamaño de sus raíces, lo que permite que el viento la arranque con facilidad del suelo y pueda ser arrastrada durante largas distancias por el desierto.
La rosa de Jericó tiene una especial característica que desde la antigüedad ha marcado sus propiedades mágicas. Se trata de una planta que varía según las condiciones de humedad, como si de un higrómetro natural se tratara.
Permanece cerrada durante el tiempo seco, se abre poco a poco en condiciones de humedad y, antes de una lluvia se abre espectacularmente a una velocidad mayor cuanto cuanto menos tarde la caída de las precipitaciones. Ancestralmente se ha utilizado para absorber las energías negativas del hogar y transformarlas en positivas. Se considera que puede traer la buena suerte en el trabajo y en la familia y también se la relaciona con la prosperidad económica.
Normalmente encontraremos la rosa de Jericó en forma de pelota, como si las hojas, ahora secas, de la planta se hubiesen replegado para protegerse del calor. De hecho, ésta es una de las formas que adopta este vegetal durante su vida para soportar largos períodos de sequía de incluso años.
Para verla “revivir” deberemos colocarla en un recipiente hasta cubrirla con agua. Una vez se haya abierto, deberemos vaciar parte del líquido y cubrir sólo las raíces para evitar la aparición de los hongos. De hecho, también podemos cultivarla en tierra… ¡siempre que el viento no se la lleve! Para su reproducción lo más fácil será aplicar la división de la planta. Sobre los cuidados, poca cosa más porque es un vegetal muy resistente a la sequía, aunque no al agua, que es el factor que deberemos controlar.
La rosa de Jericó (Anastatica hierochuntica) es una planta originaria de los desiertos de Arabia y las inmediaciones del mar Rojo, estando también presente en Palestina y Egipto. No crece de forma nativa en la ciudad de Jericó.
Sus raíces son muy pequeñas y en estado latente, cuando ha pasado por un periodo seco, adquiere forma prácticamente esférica, formada por sus hojas recogidas siendo inapreciable el tamaño de las raíces que apenas sobresalen de esta formación. Por ello es fácil que el propio viento la arranque, levante y la arrastre grandes distancias, convirtiéndolas en viajeras obligadas a través de estepas y desiertos cruzando las fronteras de diversos países de Asia y diseminando sus semillas por todos ellos.
Cuenta la leyenda que estando Jesús orando en el desierto, La Rosa de Jericó le perseguía tenazmente arrastrada por los vientos. Se detenía una y otra vez a sus pies y así le acompañaba. Al despertar del alba, la planta se abría con la humedad del rocío y ofrecía al Maestro las gotas de agua posadas sobre sus ramitas. Jesús, sediento tras una noche de oración, calmaba su sed tomando con sus dedos el agua que le ofrecía la planta. Agradecido por haberle apagado la sed, la bendijo. Esta leyenda se extendió por todos los continentes y pronto llegaron a considerarla una Flor Divina.
A partir de ahora ya conocéis un poco más de esta curiosa y mística flor, ¡A disfrutarla!
Éstas se caracterizan por ser plantas que floran en racimo con los pétalos en forma de cruz. La rosa de Jericó, sin embargo, no pertenece a nuestras latitudes aunque la hayamos visto frecuentemente en algunas tiendas. Esta planta tiene su origen en la zona de Afganistán aunque es frecuente su presencia en los desiertos de Oriente Medio y en las el área del Mar Rojo. Su adaptación a estas condiciones climáticas extremas es visible con sólo observar el pequeño tamaño de sus raíces, lo que permite que el viento la arranque con facilidad del suelo y pueda ser arrastrada durante largas distancias por el desierto.
La rosa de Jericó tiene una especial característica que desde la antigüedad ha marcado sus propiedades mágicas. Se trata de una planta que varía según las condiciones de humedad, como si de un higrómetro natural se tratara.
Permanece cerrada durante el tiempo seco, se abre poco a poco en condiciones de humedad y, antes de una lluvia se abre espectacularmente a una velocidad mayor cuanto cuanto menos tarde la caída de las precipitaciones. Ancestralmente se ha utilizado para absorber las energías negativas del hogar y transformarlas en positivas. Se considera que puede traer la buena suerte en el trabajo y en la familia y también se la relaciona con la prosperidad económica.
Normalmente encontraremos la rosa de Jericó en forma de pelota, como si las hojas, ahora secas, de la planta se hubiesen replegado para protegerse del calor. De hecho, ésta es una de las formas que adopta este vegetal durante su vida para soportar largos períodos de sequía de incluso años.
Para verla “revivir” deberemos colocarla en un recipiente hasta cubrirla con agua. Una vez se haya abierto, deberemos vaciar parte del líquido y cubrir sólo las raíces para evitar la aparición de los hongos. De hecho, también podemos cultivarla en tierra… ¡siempre que el viento no se la lleve! Para su reproducción lo más fácil será aplicar la división de la planta. Sobre los cuidados, poca cosa más porque es un vegetal muy resistente a la sequía, aunque no al agua, que es el factor que deberemos controlar.
La rosa de Jericó (Anastatica hierochuntica) es una planta originaria de los desiertos de Arabia y las inmediaciones del mar Rojo, estando también presente en Palestina y Egipto. No crece de forma nativa en la ciudad de Jericó.
Sus raíces son muy pequeñas y en estado latente, cuando ha pasado por un periodo seco, adquiere forma prácticamente esférica, formada por sus hojas recogidas siendo inapreciable el tamaño de las raíces que apenas sobresalen de esta formación. Por ello es fácil que el propio viento la arranque, levante y la arrastre grandes distancias, convirtiéndolas en viajeras obligadas a través de estepas y desiertos cruzando las fronteras de diversos países de Asia y diseminando sus semillas por todos ellos.
Cuenta la leyenda que estando Jesús orando en el desierto, La Rosa de Jericó le perseguía tenazmente arrastrada por los vientos. Se detenía una y otra vez a sus pies y así le acompañaba. Al despertar del alba, la planta se abría con la humedad del rocío y ofrecía al Maestro las gotas de agua posadas sobre sus ramitas. Jesús, sediento tras una noche de oración, calmaba su sed tomando con sus dedos el agua que le ofrecía la planta. Agradecido por haberle apagado la sed, la bendijo. Esta leyenda se extendió por todos los continentes y pronto llegaron a considerarla una Flor Divina.
A partir de ahora ya conocéis un poco más de esta curiosa y mística flor, ¡A disfrutarla!
EL CRIPTOGRAMA DE LEVASSEUR
Muchas historias sobre piratas y tesoros escondidos en remotos lugares surgen de una irresistible mezcla de realidad y ficción. Con el paso del tiempo la frontera entre lo mundano y lo imaginario termina por borrarse, se crean así leyendas apasionantes que perduran durante siglos. He aquí el caso de Levasseur, cuyo retrato al modo de pirata sanguinario ilustra este breve artículo, y su postrero reto. Viajemos a la francesa isla de Reunión, antiguamente Bourbon, en el Índico, día 7 de Julio de 1730.
Un pirata va a ser colgado en la horca, los soldados hacen guardia y el populacho murmulla acompañando al sonido de las olas. Ha llegado el fin para uno de los más afortunados piratas del Índico, Olivier Levasseur, apodado La Buse, el halcón.
Con la soga al cuello, todo estaba ya perdido, pero antes de abandonar este mundo, asombró a todos desde el patíbulo al mostrar un documento que había escondido entre sus ropas y, lanzándolo ante quienes contemplaban la ejecución, exclamó:
Mes trésors à qui saura comprendre!
Al momento, Levasseur pendía ya de la soga, esperando la muerte en angustiosa agonía. ¡Mis tesoros para quien lo comprenda! Este fue el reto lanzado al destino por el pirata y, claro está, fue el instante fundacional de toda una carrera para localizar los tesoros escondidos en algún lugar del Índico por medio de intentos y esfuerzos por descifrar lo que en el trozo de papel caído del cadalso aparece.
Hasta el día de hoy nadie ha logrado encontrar el tesoro de Levasseur que, por lo que se sabe de sus correrías, podría ser muy cuantioso. En las últimas décadas ha sido buscado en las Islas Seychelles, pero todavía sin resultados públicos. Levasseur, hijo y compañero de piratas, como Taylor o Moody, asaltó infinidad de barcos portugueses y franceses por todo el Índico a bordo de La Reina de las Indias. Su mayor golpe, junto a John Taylor, llegó en 1721, cuando capturaron al Nuestra Señora del Cabo, un gran barco portugués cargado de ricos tesoros. Este barco se convirtió en el nuevo buque insignia del pirata, renombrado como El Victorioso. Para disfrutar del tesoro, Levasseur se retiró a una isla cercana a Madagascar y llegó a un acuerdo con Francia para devolver alguno de los tesoros usurpados y conseguir el perdón, pero esto no pudo evitar que, tiempo después, terminara siendo capturado y ajusticiado. En el criptograma de Levasseur se incluiría, supuestamente, la guía para localizar su gran tesoro pero, aunque se conoce el método empleado en su cifrado, el texto resultante es tan oscuro que no ha sido comprendido todavía, por lo que el desafío del pirata sigue tan vivo como siempre…
Un pirata va a ser colgado en la horca, los soldados hacen guardia y el populacho murmulla acompañando al sonido de las olas. Ha llegado el fin para uno de los más afortunados piratas del Índico, Olivier Levasseur, apodado La Buse, el halcón.
Con la soga al cuello, todo estaba ya perdido, pero antes de abandonar este mundo, asombró a todos desde el patíbulo al mostrar un documento que había escondido entre sus ropas y, lanzándolo ante quienes contemplaban la ejecución, exclamó:
Mes trésors à qui saura comprendre!
Al momento, Levasseur pendía ya de la soga, esperando la muerte en angustiosa agonía. ¡Mis tesoros para quien lo comprenda! Este fue el reto lanzado al destino por el pirata y, claro está, fue el instante fundacional de toda una carrera para localizar los tesoros escondidos en algún lugar del Índico por medio de intentos y esfuerzos por descifrar lo que en el trozo de papel caído del cadalso aparece.
Hasta el día de hoy nadie ha logrado encontrar el tesoro de Levasseur que, por lo que se sabe de sus correrías, podría ser muy cuantioso. En las últimas décadas ha sido buscado en las Islas Seychelles, pero todavía sin resultados públicos. Levasseur, hijo y compañero de piratas, como Taylor o Moody, asaltó infinidad de barcos portugueses y franceses por todo el Índico a bordo de La Reina de las Indias. Su mayor golpe, junto a John Taylor, llegó en 1721, cuando capturaron al Nuestra Señora del Cabo, un gran barco portugués cargado de ricos tesoros. Este barco se convirtió en el nuevo buque insignia del pirata, renombrado como El Victorioso. Para disfrutar del tesoro, Levasseur se retiró a una isla cercana a Madagascar y llegó a un acuerdo con Francia para devolver alguno de los tesoros usurpados y conseguir el perdón, pero esto no pudo evitar que, tiempo después, terminara siendo capturado y ajusticiado. En el criptograma de Levasseur se incluiría, supuestamente, la guía para localizar su gran tesoro pero, aunque se conoce el método empleado en su cifrado, el texto resultante es tan oscuro que no ha sido comprendido todavía, por lo que el desafío del pirata sigue tan vivo como siempre…
VA DE ANIMALES: EL BUHO,EL VERDADERO SEÑOR DE LA NOCHE
La noche siempre ha sido tema para mitos y leyendas relacionadas con animales y muertes. Trataremos de romper este círculo que condena a algunos animales a juicios equivocados por la ignorancia de no conocer su lado positivo -muy positivo en este caso- para la naturaleza. Les contaré sobre el Búho , nuestro silencioso aliado.
El búho es el ave rapaz nocturna (cazadora) más grande y uno de nuestros aliados más importantes, porque su plato favorito son los roedores. Es una especie de hábitos totalmente nocturnos, y su grito (semejante a un “jujujuuu…”) rompe el silencio de la noche delatándolo inmediatamente.
La principal forma de reconocerlo es por dos penachos ubicados en su cabeza que le sirven para mimetizarse con las ramas de los árboles y no ser percibido durante el día. Su color café parduzco le ayuda a camuflarse. Esos penachos no son sus orejas. Los canales auditivos están más abajo, sin orejas y son asimétricos, lo que les permite tener una clara percepción de los sonidos por la noche.
Sus sentidos más desarrollados son la visión y la audición. Poseen grandes ojos amarillos ubicados frontalmente que captan 30 veces más luminosidad que el ojo humano. Estos ojos ocupan tanto espacio en la cabeza que no dejan lugar a los músculos que los mueven y por esto están fijos.
El búho no ve en colores, pero no es problema, ya que no lo necesita. Quizás por eso dicen que “por la noche todos los gatos son negros”.
Se caracteriza por poseer grandes garras y una capacidad de vuelo rasante y silencioso debido a que presentan un plumaje suave que le convierte en un cazador experto. En los búhos y sus primas las lechuzas todos los sonidos son percibidos por un sector de plumas muy densas y cortas conectadas entre sí y ubicadas alrededor de los ojos que orientan los sonidos hacia los oídos.
Gracias a esto pueden localizar con gran precisión el sonido que emite la presa y capturarla en la más completa oscuridad. Para poder seguir el movimiento de sus presas es capaz de mover la cabeza en 270 ° (no en 360°, como muchos dicen… ¡¡tendría que ser de goma!!).
Tras cazar roedores, conejos y culebras para alimentarse, come y luego vomita todo lo que no sirve para su dieta, es decir, plumas y huesos. Ese producto se llama egagrópilo y sirve mucho para hacer estudios sobre sus presas.
Son animales muy longevos. Si el ser humano se los permite, viven hasta 60 años. A pesar de ser diezmados en los sectores rurales cercanos a los poblados, su estado de conservación es bueno, no vulnerable, pero es responsabilidad de todos mantenerlo en este estado.
En el campo, por el hecho de escuchar sólo su ulular (sonido nocturno) y no verlo, hace que las personas lo relacionen con La Muerte que está buscando a alguien para llevarse. Cuando son descubiertos son matados, estacados y puesto su cadáver en los cercos, como una manera de ahuyentar a La Muerte. De pensar todo el mundo así , no estaríamos sino firmando un pacto con ella: los roedores de los que se encarga el búho, especialmente los de cola larga, no nos traerán sino desgracia.
Hay un dato no menor en el Búho. Es monógamo, o sea, tiene una pareja de por vida y la muerte de su compañera muchas veces también le lleva a morir de soledad
El búho es el ave rapaz nocturna (cazadora) más grande y uno de nuestros aliados más importantes, porque su plato favorito son los roedores. Es una especie de hábitos totalmente nocturnos, y su grito (semejante a un “jujujuuu…”) rompe el silencio de la noche delatándolo inmediatamente.
La principal forma de reconocerlo es por dos penachos ubicados en su cabeza que le sirven para mimetizarse con las ramas de los árboles y no ser percibido durante el día. Su color café parduzco le ayuda a camuflarse. Esos penachos no son sus orejas. Los canales auditivos están más abajo, sin orejas y son asimétricos, lo que les permite tener una clara percepción de los sonidos por la noche.
Sus sentidos más desarrollados son la visión y la audición. Poseen grandes ojos amarillos ubicados frontalmente que captan 30 veces más luminosidad que el ojo humano. Estos ojos ocupan tanto espacio en la cabeza que no dejan lugar a los músculos que los mueven y por esto están fijos.
El búho no ve en colores, pero no es problema, ya que no lo necesita. Quizás por eso dicen que “por la noche todos los gatos son negros”.
Se caracteriza por poseer grandes garras y una capacidad de vuelo rasante y silencioso debido a que presentan un plumaje suave que le convierte en un cazador experto. En los búhos y sus primas las lechuzas todos los sonidos son percibidos por un sector de plumas muy densas y cortas conectadas entre sí y ubicadas alrededor de los ojos que orientan los sonidos hacia los oídos.
Gracias a esto pueden localizar con gran precisión el sonido que emite la presa y capturarla en la más completa oscuridad. Para poder seguir el movimiento de sus presas es capaz de mover la cabeza en 270 ° (no en 360°, como muchos dicen… ¡¡tendría que ser de goma!!).
Tras cazar roedores, conejos y culebras para alimentarse, come y luego vomita todo lo que no sirve para su dieta, es decir, plumas y huesos. Ese producto se llama egagrópilo y sirve mucho para hacer estudios sobre sus presas.
Son animales muy longevos. Si el ser humano se los permite, viven hasta 60 años. A pesar de ser diezmados en los sectores rurales cercanos a los poblados, su estado de conservación es bueno, no vulnerable, pero es responsabilidad de todos mantenerlo en este estado.
En el campo, por el hecho de escuchar sólo su ulular (sonido nocturno) y no verlo, hace que las personas lo relacionen con La Muerte que está buscando a alguien para llevarse. Cuando son descubiertos son matados, estacados y puesto su cadáver en los cercos, como una manera de ahuyentar a La Muerte. De pensar todo el mundo así , no estaríamos sino firmando un pacto con ella: los roedores de los que se encarga el búho, especialmente los de cola larga, no nos traerán sino desgracia.
Hay un dato no menor en el Búho. Es monógamo, o sea, tiene una pareja de por vida y la muerte de su compañera muchas veces también le lleva a morir de soledad
sábado, 30 de marzo de 2013
LOS MAYORES NAUFRAGIOS DE LA HISTORIA: " 10.EL MS ESTONIA"
Hace casi veinte años, en 1994, el mundo náutico se conmovió por el hundimiento del Estonia. Esta nota está formada casi en su totalidad por las declaraciones que realizaron los sobrevivientes y allegados a él, quienes cuentan las interminables horas vividas.
"Embárquese en un crucero diferente, usted llegará a Tallin a bordo del más nuevo y excitante recurso en el Báltico", expresaba la publicidad del Estonia...
El tiempo estaba bastante mal, llovía y había vientos de 20 a 25 m/s, con olas de aproximadamente 5 metros de alto. Cuentan los pasajeros que dentro del buque existía una buena atmósfera, todos estaban relajados y la velocidad del itinerario era relativamente alta, hasta que todo cambió repentinamente.
El capitán anterior del crucero, cuando la embarcación llevaba el nombre "Rey de Wasa", capitán Brink de Bo, dijo luego de la tragedia: "Era un buque excelente, quizá por un tiempo el mejor de todos en su tipo. No entiendo cómo sucedió esto". Pero no opinaba lo mismo Sakari Kleimola (cocinero de la nave) quien aseguraba que el Estonia no era conveniente para tráfico marítimo y que además era bastante incómodo.
Un momento después de las 01:00, cuando la nave estaba acercándose a la isla de Uto, (exactamente se hallaba 35 km, en la región exterior de archipiélago de Turku), algo salió mal.
Algunas de las personas que se hallaban a bordo se dieron cuenta de un golpe diferente de los otros, y se preguntaron a qué se debía. Un pasajero en un camarote cerca de la cabina dijo que se despertó por el retumbe de un golpe fuerte, y corrió rápidamente al exterior. Otros nunca lo lograron.
Un pasajero sobreviviente dijo a los medios de comunicación en el hospital: "De repente la mesa y las maletas dieron vueltas, abajo, en el camarote". Yo grité a mi amigo: "Vamos para afuera!! esto se está hundiendo" y empecé a correr sin saber donde estaba mi amigo. "El barco anduvo tambaleándose unos 30 segundos y de repente se encontraba 40 grados a la derecha".
Henrik Sillaste (maquinista): - "Estaba en el cuarto de máquinas cuando las cosas comenzaron a rodar alrededor, fuer repentino, corrí al cuarto de mando y encontré al ingeniero aferrado a los instrumentos, señalando la popa y las puertas. Podíamos ver cómo se iba inclinando y entraba muchísima agua rapidamente por las puertas."
Kent Härstedt 29: - "La atmósfera era cómoda en la barra con personas cantando, se reían y ese buen tiempo en unos segundos cambió para hacerse caos. De repente la nave se inclinó de lado, y las muchachas que vendían bebidas en la barra fueron sepultadas por las cosas cayendo al suelo". "Al mismo tiempo, una muchedumbre cayó contra la pared rompiéndose algunos brazos y piernas. Nadie entendía lo que estaba pasando realmente. Un segundo después al detenernos, sólo atinamos a mirarnos sin comprender qué sucedía".
Vilho Itäranta: - "Yo fui al lugar más alto, donde estaban los botes salvavidas. Hasta donde podía ver no habían bajado ningún bote, por lo menos de ese lado".
A la 01:24, cuando el Estonia estaba en posición 59 º 23 ' N - 21 º 42 ' E, en el Mar Báltico, que lleva ~ 157 º ~ 22 millas náuticas de la isla de Utö (Finlandia), el Radio operador Ilkka Kärppälä recibió un mensaje :" May-Day".
"Miré mi reloj a las 22:00 y todo estaba realmente calmo. A la 01:24 la Estonia envió un May-Day que decía que ellos tenían un problema y un apagón. El contacto duró aproximadamente dos minutos y fue el único."
La visera se rasgó por la presión de las olas, y sus impactos fueron tomados entonces directamente por la rampa delantera. Algo soltó los mecanismos del latching y las rampas de la bodega se abrieron un poco. La acumulación de agua dio como resultado una pérdida de estabilidad que finalmente derivó en el vuelco de la nave. No se sabe cómo se pudieron abrir algunas compuertas que estaban cerradas y que son casi inviolables, todo indicaba que usaban buenas cerraduras y tornillos de sujeción. Supuestamente todas estaban aseguradas al momento del incidente, pero se abrieron.
Kent Härstedt: - "Al principio las personas intentaron ayudarse de alguna manera organizada, pero después de un rato los esfuerzos se volvieron individuales. Las personas que heridas apenas podían moverse... Yo recuerdo a una mujer que me encontré en el exterior, se había roto las piernas, y suplicaba a todos para conseguir un chaleco salvavidas. Finalmente nosotros le dimos uno, pero era la ley de la selva todo quedó reducido a la fuerza." "Sólo los más fuertes tuvieron éxito para obtener un chaleco salvavidas y sobrevivir. En el exterior de la nave encontré a esta muchacha, Sara, que también está aquí, en este hospital. Tratando de encontrar el mejor lugar para saltar, subimos juntos a lo largo de una baranda y la atravesamos, lo que antes era una baranda lateral, ahora era un techo de rejas."
"Todos los demás intentaron levantarse pero era casi imposible de hacerlo solo. Yo empujé a Sara primero y cuando ella estaba de pie del otro lado, estiró sus manos y me ayudó también. Antes de que nosotros saltáramos, hicimos un trato, que nosotros saldríamos a cenar en Stockholm la semana siguiente." "Después de eso saltamos, y ella desapareció en la profundidad del mar; en ese momento pensé realmente que todo había acabado. Sentí que me sostenía algo del pie y no me dejaba salir a flote; empecé a desvanecerme poco a poco. " "Todo estaba oscuro, y la última cosa que yo recuerdo es que la soga por alguna razón se enredó de mi pie izquierdo."
Yo no sé, pero debo de haber perdido mi conciencia por un momento corto, porque al próximo momento estaba flotando. Después de unos segundos otra cabeza aparecía a mi lado. ¿Quién era? ¡sí, era Sara!! Vilho Itäranta: - "Una muchacha agarró mi mano y la aguantó durante un tiempo largo, pero yo era conciente de que no era ninguna ayuda, luego había dos o tres personas más que se agarraban a mí." "Ellos intentaron incluso agarrarse de mi boca durante el pánico, fue entonces que un hombre me tiró dentro de la balsa, eramos seis en ese barco de vida (él quiere decir balsa). Uno de nosotros pereció inmediatamente... entonces la muchacha, la que había sostenido mi mano ...ella... ..ella se murió".... (Itäranta apenas puede hablar) "Fue aproximadamente una hora antes del rescate."
El Viking Line, que venía en camino, tenía la última observación del radar del Estonia a las 02:04. El primer helicóptero de rescate con cinco sobrevivientes aterrizó a las 04:10, sobre la embarcación más próxima que era una de pasajeros; las siguientes cinco llegaron dos horas después. Según el capitán Hans Modig ninguno de los sobrevivientes parecía estar en condiciones muy débiles, se les alimentó y prestó servicios médico y psicológico, con profesionales que fueron encontrados entre los pasajeros. Dos de los sobrevivientes eran mujeres y el resto hombres.
Kent Härstedt: " - Nosotros nos sentamos y nos abrazamos todo el tiempo. Yo creo fuertemente, que una parte de nuestra supervivencia fue el hecho de habernos mantenidos juntos y el haber charlado amigablemente dándonos ánimo; nos ayudó a los dos pasar la noche de una manera mejor que muchos que quizá se hallaban solos. - Poco a poco algunos murieron, nosotros los vimos morir, porque estábamos sentados allí entre los cuerpos en la balsa. Se siente totalmente irreal, y esa noche siempre será la más larga en mi vida." "La memoria de las personas que murieron a bordo y en nuestra balsa durante esta noche, me hacen sentir miserable por no haber podido hacer nada para ayudarlos."
El Comodoro Raimo Tiilikainen del Centro de Rescate de Mar en Turku le dio fin al rescate en la mañana del 29 de septiembre de 1994. "Durante la noche no hemos encontrado más cuerpos, la situación es casi igual que por la tarde."
Los momentos difíciles son capaces de sacar lo peor y lo mejor de un ser humano. Esta nota se dedica a la memoria de todos aquellos que murieron en el Estonia.
"Embárquese en un crucero diferente, usted llegará a Tallin a bordo del más nuevo y excitante recurso en el Báltico", expresaba la publicidad del Estonia...
El tiempo estaba bastante mal, llovía y había vientos de 20 a 25 m/s, con olas de aproximadamente 5 metros de alto. Cuentan los pasajeros que dentro del buque existía una buena atmósfera, todos estaban relajados y la velocidad del itinerario era relativamente alta, hasta que todo cambió repentinamente.
El capitán anterior del crucero, cuando la embarcación llevaba el nombre "Rey de Wasa", capitán Brink de Bo, dijo luego de la tragedia: "Era un buque excelente, quizá por un tiempo el mejor de todos en su tipo. No entiendo cómo sucedió esto". Pero no opinaba lo mismo Sakari Kleimola (cocinero de la nave) quien aseguraba que el Estonia no era conveniente para tráfico marítimo y que además era bastante incómodo.
Un momento después de las 01:00, cuando la nave estaba acercándose a la isla de Uto, (exactamente se hallaba 35 km, en la región exterior de archipiélago de Turku), algo salió mal.
Algunas de las personas que se hallaban a bordo se dieron cuenta de un golpe diferente de los otros, y se preguntaron a qué se debía. Un pasajero en un camarote cerca de la cabina dijo que se despertó por el retumbe de un golpe fuerte, y corrió rápidamente al exterior. Otros nunca lo lograron.
Un pasajero sobreviviente dijo a los medios de comunicación en el hospital: "De repente la mesa y las maletas dieron vueltas, abajo, en el camarote". Yo grité a mi amigo: "Vamos para afuera!! esto se está hundiendo" y empecé a correr sin saber donde estaba mi amigo. "El barco anduvo tambaleándose unos 30 segundos y de repente se encontraba 40 grados a la derecha".
Henrik Sillaste (maquinista): - "Estaba en el cuarto de máquinas cuando las cosas comenzaron a rodar alrededor, fuer repentino, corrí al cuarto de mando y encontré al ingeniero aferrado a los instrumentos, señalando la popa y las puertas. Podíamos ver cómo se iba inclinando y entraba muchísima agua rapidamente por las puertas."
Kent Härstedt 29: - "La atmósfera era cómoda en la barra con personas cantando, se reían y ese buen tiempo en unos segundos cambió para hacerse caos. De repente la nave se inclinó de lado, y las muchachas que vendían bebidas en la barra fueron sepultadas por las cosas cayendo al suelo". "Al mismo tiempo, una muchedumbre cayó contra la pared rompiéndose algunos brazos y piernas. Nadie entendía lo que estaba pasando realmente. Un segundo después al detenernos, sólo atinamos a mirarnos sin comprender qué sucedía".
Vilho Itäranta: - "Yo fui al lugar más alto, donde estaban los botes salvavidas. Hasta donde podía ver no habían bajado ningún bote, por lo menos de ese lado".
A la 01:24, cuando el Estonia estaba en posición 59 º 23 ' N - 21 º 42 ' E, en el Mar Báltico, que lleva ~ 157 º ~ 22 millas náuticas de la isla de Utö (Finlandia), el Radio operador Ilkka Kärppälä recibió un mensaje :" May-Day".
"Miré mi reloj a las 22:00 y todo estaba realmente calmo. A la 01:24 la Estonia envió un May-Day que decía que ellos tenían un problema y un apagón. El contacto duró aproximadamente dos minutos y fue el único."
La visera se rasgó por la presión de las olas, y sus impactos fueron tomados entonces directamente por la rampa delantera. Algo soltó los mecanismos del latching y las rampas de la bodega se abrieron un poco. La acumulación de agua dio como resultado una pérdida de estabilidad que finalmente derivó en el vuelco de la nave. No se sabe cómo se pudieron abrir algunas compuertas que estaban cerradas y que son casi inviolables, todo indicaba que usaban buenas cerraduras y tornillos de sujeción. Supuestamente todas estaban aseguradas al momento del incidente, pero se abrieron.
Kent Härstedt: - "Al principio las personas intentaron ayudarse de alguna manera organizada, pero después de un rato los esfuerzos se volvieron individuales. Las personas que heridas apenas podían moverse... Yo recuerdo a una mujer que me encontré en el exterior, se había roto las piernas, y suplicaba a todos para conseguir un chaleco salvavidas. Finalmente nosotros le dimos uno, pero era la ley de la selva todo quedó reducido a la fuerza." "Sólo los más fuertes tuvieron éxito para obtener un chaleco salvavidas y sobrevivir. En el exterior de la nave encontré a esta muchacha, Sara, que también está aquí, en este hospital. Tratando de encontrar el mejor lugar para saltar, subimos juntos a lo largo de una baranda y la atravesamos, lo que antes era una baranda lateral, ahora era un techo de rejas."
"Todos los demás intentaron levantarse pero era casi imposible de hacerlo solo. Yo empujé a Sara primero y cuando ella estaba de pie del otro lado, estiró sus manos y me ayudó también. Antes de que nosotros saltáramos, hicimos un trato, que nosotros saldríamos a cenar en Stockholm la semana siguiente." "Después de eso saltamos, y ella desapareció en la profundidad del mar; en ese momento pensé realmente que todo había acabado. Sentí que me sostenía algo del pie y no me dejaba salir a flote; empecé a desvanecerme poco a poco. " "Todo estaba oscuro, y la última cosa que yo recuerdo es que la soga por alguna razón se enredó de mi pie izquierdo."
Yo no sé, pero debo de haber perdido mi conciencia por un momento corto, porque al próximo momento estaba flotando. Después de unos segundos otra cabeza aparecía a mi lado. ¿Quién era? ¡sí, era Sara!! Vilho Itäranta: - "Una muchacha agarró mi mano y la aguantó durante un tiempo largo, pero yo era conciente de que no era ninguna ayuda, luego había dos o tres personas más que se agarraban a mí." "Ellos intentaron incluso agarrarse de mi boca durante el pánico, fue entonces que un hombre me tiró dentro de la balsa, eramos seis en ese barco de vida (él quiere decir balsa). Uno de nosotros pereció inmediatamente... entonces la muchacha, la que había sostenido mi mano ...ella... ..ella se murió".... (Itäranta apenas puede hablar) "Fue aproximadamente una hora antes del rescate."
El Viking Line, que venía en camino, tenía la última observación del radar del Estonia a las 02:04. El primer helicóptero de rescate con cinco sobrevivientes aterrizó a las 04:10, sobre la embarcación más próxima que era una de pasajeros; las siguientes cinco llegaron dos horas después. Según el capitán Hans Modig ninguno de los sobrevivientes parecía estar en condiciones muy débiles, se les alimentó y prestó servicios médico y psicológico, con profesionales que fueron encontrados entre los pasajeros. Dos de los sobrevivientes eran mujeres y el resto hombres.
Kent Härstedt: " - Nosotros nos sentamos y nos abrazamos todo el tiempo. Yo creo fuertemente, que una parte de nuestra supervivencia fue el hecho de habernos mantenidos juntos y el haber charlado amigablemente dándonos ánimo; nos ayudó a los dos pasar la noche de una manera mejor que muchos que quizá se hallaban solos. - Poco a poco algunos murieron, nosotros los vimos morir, porque estábamos sentados allí entre los cuerpos en la balsa. Se siente totalmente irreal, y esa noche siempre será la más larga en mi vida." "La memoria de las personas que murieron a bordo y en nuestra balsa durante esta noche, me hacen sentir miserable por no haber podido hacer nada para ayudarlos."
El Comodoro Raimo Tiilikainen del Centro de Rescate de Mar en Turku le dio fin al rescate en la mañana del 29 de septiembre de 1994. "Durante la noche no hemos encontrado más cuerpos, la situación es casi igual que por la tarde."
Los momentos difíciles son capaces de sacar lo peor y lo mejor de un ser humano. Esta nota se dedica a la memoria de todos aquellos que murieron en el Estonia.
CHARLIE RIVEL,EL PAYASO CON MAYUSCULAS.
José Andreu Rivel (nombre artístico de Josep Andreu I Lasserre) nació el 24 de abril de 1896 en el pueblo de Cubellas, provincia de Barcelona (España), y fallecido en San Pedro de Ribas el 26 de julio de 1983, fue uno de los payasos más famosos de la historia del circo. Sus padres, Pedro Andreu Pausas Rivels (español) y Marie-Louise Lasserre (francesa) fueron artistas de circo también.
Hijo de familia dedicada al circo. Sus padres trabajaban en el circo Cognac. Siendo un niño su número favorito era el del forzudo que dobla hierros y levanta pesadas bolas de hierro. Contaba tan sólo con tres años de edad cuando realiza su primera actuación. Considerado como uno de los mejores clowns de Europa. En el año 1968, La Sociedad de Amigos del Circo de Hamburgo le concedió la placa de Ernest Renz.
A partir de 1954 se convirtió en una de las estrellas del Circo Price.
En 1971 figuró entre los payasos a los que Federico Fellini rindió homenaje en su película I Clowns.
En 1973 actuó como estrella invitada en el Festival de Eurovisión, en el entreacto (recuento de votos). “Charlie Rivel” da nombre a una de las mayores escuelas de infantil (3 a 6 años) y de primaria (de 6 a 12 años) de Cataluña (Josep Andreu Charlie Rivel). Está situada en el pueblo natal del illustre payaso, población donde se casó por última vez y pasó los últimos años de su vida.
Mientras estaba actuando en Finlandia recibe la propuesta de actuar en Barcelona. Mientras viaja hacia Barcelona, le viene a su recuerdo la ciudad que le vio nacer y que todavía no conoce: Cubelles. Haciéndose acompañar por amigos, fotógrafos y periodistas acude a su ciudad natal. El recibimiento es apoteósico. El a cambio promete vivir en Cubelles. Allí actúa en 1963 y pone su nombre a una calle. Publicó sus memorias con el título de “Pobre payaso” en 1972.
Charli Rivel está considerado por los críticos como una de las personalidades más acusadas del mundo del circo, en la especialidad de clown donde recibe la Medalla de Oro de la Academia de Bellas Artes, la Medalla de Isabel la Católica y la Medalla de Oro al Mérito al Trabajo. En 1976 es nombrado hijo predilecto de Cubelles. Muere en el año 1983 y una nueva estatua es inaugurada en Cubelles en su honor el 27 de julio de 1998.
Su nombre artístico, Charlie Rivel, en lugar de Josep Andreu, fue un homenaje a Charlie Chaplin.
Una de las anécdotas más entrañables es la de cuando entró en la pista del circo y aún no había empezado su actuación cuando un niño empezó a llorar desesperadamente (probablemente era la primera vez que veía a un payaso). Charlie no podía empezar su actuación pues el público estaba más pendiente del escandoloso llanto del niño que del payaso.
Charlie se acercó cautamente hacia el niño para hacerle una caricia e intentar calmarlo, pero el efecto fue el contrario y el niño empezó a llorar aún con más fuerza entre las risas medio divertidas medio enternecidas del público adulto. Rivel, profundamente conocedor de la psicología infantil, se retiró hacia el centro de la pista y empezó también a llorar, desconsoladamente, solidariamente. Con eso bastó. El niño se calló en el acto, con unos ojos abiertos como naranjas por la sorpresa de haber descubierto que aquel ser rojo y amenazador se sabía expresar también con su mismo lenguaje tan transparente y directo: el llanto. Y Rivel continuó llorando. Cuando, todavía lloroso, se volvió a acercar hacia el niño, ya totalmente calmado y mirándolo electrizado, la criatura se sacó el chupete de la boca y se lo dio a Charlie, en un acto de solidaridad primigenia. El llanto de Rivel se agotó y el público arrancó en aplausos. El payaso aceptó el ofrecimiento del niño y, hoy, aquel chupete histórico se conserva entre las vitrinas del Museo Charlie Rivel de Cubellas.
Otra anécdota dice que ganó un concurso de imitadores de Charlot, a pesar de que el propio Charles Chaplin participaba en él de incógnito. Al finalizar el concurso, Chaplin se acercó a Rivel, y le dijo: “¿Es usted quien me imita a mí, o soy yo quien le imita a usted?”.
Hijo de familia dedicada al circo. Sus padres trabajaban en el circo Cognac. Siendo un niño su número favorito era el del forzudo que dobla hierros y levanta pesadas bolas de hierro. Contaba tan sólo con tres años de edad cuando realiza su primera actuación. Considerado como uno de los mejores clowns de Europa. En el año 1968, La Sociedad de Amigos del Circo de Hamburgo le concedió la placa de Ernest Renz.
A partir de 1954 se convirtió en una de las estrellas del Circo Price.
En 1971 figuró entre los payasos a los que Federico Fellini rindió homenaje en su película I Clowns.
En 1973 actuó como estrella invitada en el Festival de Eurovisión, en el entreacto (recuento de votos). “Charlie Rivel” da nombre a una de las mayores escuelas de infantil (3 a 6 años) y de primaria (de 6 a 12 años) de Cataluña (Josep Andreu Charlie Rivel). Está situada en el pueblo natal del illustre payaso, población donde se casó por última vez y pasó los últimos años de su vida.
Mientras estaba actuando en Finlandia recibe la propuesta de actuar en Barcelona. Mientras viaja hacia Barcelona, le viene a su recuerdo la ciudad que le vio nacer y que todavía no conoce: Cubelles. Haciéndose acompañar por amigos, fotógrafos y periodistas acude a su ciudad natal. El recibimiento es apoteósico. El a cambio promete vivir en Cubelles. Allí actúa en 1963 y pone su nombre a una calle. Publicó sus memorias con el título de “Pobre payaso” en 1972.
Charli Rivel está considerado por los críticos como una de las personalidades más acusadas del mundo del circo, en la especialidad de clown donde recibe la Medalla de Oro de la Academia de Bellas Artes, la Medalla de Isabel la Católica y la Medalla de Oro al Mérito al Trabajo. En 1976 es nombrado hijo predilecto de Cubelles. Muere en el año 1983 y una nueva estatua es inaugurada en Cubelles en su honor el 27 de julio de 1998.
Su nombre artístico, Charlie Rivel, en lugar de Josep Andreu, fue un homenaje a Charlie Chaplin.
Una de las anécdotas más entrañables es la de cuando entró en la pista del circo y aún no había empezado su actuación cuando un niño empezó a llorar desesperadamente (probablemente era la primera vez que veía a un payaso). Charlie no podía empezar su actuación pues el público estaba más pendiente del escandoloso llanto del niño que del payaso.
Charlie se acercó cautamente hacia el niño para hacerle una caricia e intentar calmarlo, pero el efecto fue el contrario y el niño empezó a llorar aún con más fuerza entre las risas medio divertidas medio enternecidas del público adulto. Rivel, profundamente conocedor de la psicología infantil, se retiró hacia el centro de la pista y empezó también a llorar, desconsoladamente, solidariamente. Con eso bastó. El niño se calló en el acto, con unos ojos abiertos como naranjas por la sorpresa de haber descubierto que aquel ser rojo y amenazador se sabía expresar también con su mismo lenguaje tan transparente y directo: el llanto. Y Rivel continuó llorando. Cuando, todavía lloroso, se volvió a acercar hacia el niño, ya totalmente calmado y mirándolo electrizado, la criatura se sacó el chupete de la boca y se lo dio a Charlie, en un acto de solidaridad primigenia. El llanto de Rivel se agotó y el público arrancó en aplausos. El payaso aceptó el ofrecimiento del niño y, hoy, aquel chupete histórico se conserva entre las vitrinas del Museo Charlie Rivel de Cubellas.
Otra anécdota dice que ganó un concurso de imitadores de Charlot, a pesar de que el propio Charles Chaplin participaba en él de incógnito. Al finalizar el concurso, Chaplin se acercó a Rivel, y le dijo: “¿Es usted quien me imita a mí, o soy yo quien le imita a usted?”.
¿ PORQUE LA CEBOLLA NOS HACE LLORAR?
Picar una cebolla es un suplicio. En el momento en el que el cuchillo corta las crujientes escamas blancas que forman el bulbo, un vapor irritante emana de su interior, alcanza nuestros ojos y las lágrimas afloran.
Sucede solo cuando cortamos la cebolla porque la sustancia irritante se sintetiza en el mismo instante en el que la despedazamos. Es así porque cada uno de los compuestos necesarios para que se sintetice la sustancia que provoca las lágrimas están situados en departamentos separados en la cebolla.
Cuando con el cuchillo rompemos los distintos departamentos, los compuestos químicos se mezclan y se forma el gas lacrimógeno. Éste avanza hacia las mucosas, reacciona con el agua de nuestros ojos, se descompone en varios compuestos entre los que figura el ácido sulfúrico, y nos hace llorar.
El propósito original de este mecanismo era disuadir a los animales de comerse la planta. Cuando un animal muerde la cebolla se forma el gas desagradable, formado por moléculas azufradas, y el animal huye.
En gastronomía los compuestos azufrados de la cebolla son apreciados. Proporcionan a los platos ese inconfundible sabor picante cuando se sirve cruda y que le da un aroma y profundidad delicioso a los platos cuando se utiliza cocinada.
El truco para evitar, al menos un poco, este molesto fenómeno es enfriar la cebolla 30-60 minutos en agua con hielo. Esta acción retarda la síntesis de la sustancia lacrimógena.
También ayuda cortar la cebolla al lado de un grifo abierto porque el gas lacrimógeno se encontrará de camino hacia nuestros ojos el agua del grifo, con la que reaccionará liberando así a nuestros ojos del incómodo lagrimeo.
Puede que un día ni nos acordemos de que las cebollas hacían llorar. Un equipo de científicos de Nueva Zelanda y Japón ha diseñado una cebolla que no provoca lágrimas. Lo han hecho mediante ingeniería genética. Han conseguido silenciar los genes que sintetizan algunos de los compuestos químicos esenciales para que se forme la sustancia lacrimógena.
No obstante, la nueva a cebolla aún tiene que mejorar; los científicos han admitido que su sabor es diferente al de las cebollas convencionales. Pero calculan que en 10 ó 15 años habrán mejorado la versión y podremos tener cebollas no lacrimógenas en nuestros hogares.
Sucede solo cuando cortamos la cebolla porque la sustancia irritante se sintetiza en el mismo instante en el que la despedazamos. Es así porque cada uno de los compuestos necesarios para que se sintetice la sustancia que provoca las lágrimas están situados en departamentos separados en la cebolla.
Cuando con el cuchillo rompemos los distintos departamentos, los compuestos químicos se mezclan y se forma el gas lacrimógeno. Éste avanza hacia las mucosas, reacciona con el agua de nuestros ojos, se descompone en varios compuestos entre los que figura el ácido sulfúrico, y nos hace llorar.
El propósito original de este mecanismo era disuadir a los animales de comerse la planta. Cuando un animal muerde la cebolla se forma el gas desagradable, formado por moléculas azufradas, y el animal huye.
En gastronomía los compuestos azufrados de la cebolla son apreciados. Proporcionan a los platos ese inconfundible sabor picante cuando se sirve cruda y que le da un aroma y profundidad delicioso a los platos cuando se utiliza cocinada.
El truco para evitar, al menos un poco, este molesto fenómeno es enfriar la cebolla 30-60 minutos en agua con hielo. Esta acción retarda la síntesis de la sustancia lacrimógena.
También ayuda cortar la cebolla al lado de un grifo abierto porque el gas lacrimógeno se encontrará de camino hacia nuestros ojos el agua del grifo, con la que reaccionará liberando así a nuestros ojos del incómodo lagrimeo.
Puede que un día ni nos acordemos de que las cebollas hacían llorar. Un equipo de científicos de Nueva Zelanda y Japón ha diseñado una cebolla que no provoca lágrimas. Lo han hecho mediante ingeniería genética. Han conseguido silenciar los genes que sintetizan algunos de los compuestos químicos esenciales para que se forme la sustancia lacrimógena.
No obstante, la nueva a cebolla aún tiene que mejorar; los científicos han admitido que su sabor es diferente al de las cebollas convencionales. Pero calculan que en 10 ó 15 años habrán mejorado la versión y podremos tener cebollas no lacrimógenas en nuestros hogares.
CUENTOS: EL PATITO FEO.
¡Qué lindos eran los días de verano!, ¡qué agradable resultaba pasear por e campo y ver el trigo amarillo, la verde avena y las parvas de heno apilado en las llanuras! Sobre sus largas patas rojas iba la cigüeña junto a algunos flamencos, que se paraban un rato sobre cada pata. Alrededor de los campos había grandes bosques, en medio de los cuales se abrían hermosísimos lagos.
Sí, era realmente encantador estar en el campo. Bañada de sol se alzaba allí una vieja mansión solariega a la que rodeaba un profundo foso; desde sus paredes hasta el borde del agua crecían unas plantas de hojas gigantescas, las mayores de las cuales eran lo suficientemente grandes para que un niño pequeño pudiese pararse debajo de ellas. Aquel lugar resultaba tan enmarañado y agreste como el más denso de los bosques, y era allí donde cierta pata había hecho su nido. Ya era tiempo de sobra para que naciesen los patitos, pero se demoraban tanto, que la mamá comenzaba a perder la paciencia, pues casi nadie venía a visitarla. A los otros patos les interesaba más nadar por el foso que llegarse a conversar con ella.
Al fin los huevos se abrieron uno tras otro. "¡Pip, pip!", decían los patitos conforme iban asomando sus cabezas a través del cascarón.
—¡Cuac, cuac! —dijo la mamá pata, y todos los patitos se apresuraron a salir tan rápido como pudieron, dedicándose enseguida a escudriñar entre las verdes hojas. La mamá los dejó hacer, pues el verde es muy bueno para los ojos.
—¡Oh, qué grande es el mundo! —dijeron los patitos.
Y ciertamente disponían de un espacio mayor que el que tenían dentro del huevo.
—¿Creen acaso que esto es el mundo entero? —preguntó la pata—. Pues sepan que se extiende mucho más allá del jardín, hasta el prado mismo del pastor, aunque yo nunca me he alejado tanto. Bueno, espero que ya estén todos —agregó, levantándose del nido
—. ¡Ah, pero si todavía falta el más grande! ¿Cuánto tardará aún? No puedo entretenerme con él mucho tiempo.
Y fue a sentarse de nuevo en su sitio.
—¡Vaya, vaya! ¿Cómo anda eso? —preguntó una pata vieja que venía de visita.
—Ya no queda más que este huevo, pero tarda tanto… —dijo la pata echada—. No hay forma de que rompa. Pero fíjate en los otros, y dime si no son los patitos más lindos que se hayan visto nunca. Todos se parecen a su padre, el muy bandido. ¿Por qué no vendrá a verme?
—Déjame echar un vistazo a ese huevo que no acaba de romper —dijo la anciana—. Te apuesto a que es un huevo de pava. Así fue como me engatusaron cierta vez a mí. ¡El trabajo que me dieron aquellos pavitos¡ ¡Imagínate! Le tenían miedo al agua y no había forma de hacerlos entrar en ella. Yo graznaba y los picoteaba, pero de nada me servía… Pero, vamos a ver ese huevo… ¡Ah, ése es un huevo de pava, puedes estar segura! Déjalo y enseña a nadar a los otros.
—Creo que me quedaré sobre él un ratito aún —dijo la pata—. He estado tanto tiempo aquí sentada, que un poco más no me hará daño.
—Como quieras —dijo la pata vieja, y se alejó contoneándose.
Por fin se rompió el huevo. "¡Pip, pip!",, dijo el pequeño, volcándose del cascarón. La pata vio lo grande y feo que era, y exclamó:
—¡Dios mío, qué patito tan enorme! No se parece a ninguno de los otros. Y, sin embargo, me atrevo a asegurar que no es ningún crío de pavos. Habrá de meterse en el agua, aunque tenga que empujarlo yo misma.
Al otro día hizo un tiempo maravilloso. El sol resplandecía en las verdes hojas gigantescas. La mamá pata se acercó al foso con toda su familia y, ¡plaf!, saltó al agua.
—¡Cuac, cuac! —llamaba.
Y uno tras otro los patitos se fueron abalanzando tras ella. El agua se cerraba sobre sus cabezas, pero enseguida resurgían flotando magníficamente. Movíanse sus patas sin el menor esfuerzo, y a poco estuvieron todos en el agua. Hasta el patito feo y gris nadaba con los otros.
—No es un pavo, por cierto —dijo la pata—. Fíjense en la elegancia con que nada, y en lo derecho que se mantiene. Sin duda que es uno de mis pequeñitos. Y si uno lo mira bien, se da cuenta enseguida de que es realmente muy guapo. ¡Cuac, cuac! Vamos, vengan conmigo y déjenme enseñarles el mundo y presentarlos al corral entero. Pero no se separen mucho de mí, no sea que los pisoteen. Y anden con los ojos muy abiertos, por si viene el gato.
Y con esto se encaminaron al corral. Había allí un escándalo espantoso, pues dos familias se estaban peleando por una cabeza de anguila, que, a fin de cuentas, fue a parar al estómago del gato.
—¡Vean! ¡Así anda el mundo! —dijo la mamá relamiéndose el pico, pues también a ella la entusiasmaban las cabezas de anguila
—. ¡A ver! ¿Qué pasa con esas piernas? Anden ligeros y no dejen de hacerle una bonita reverencia a esa anciana pata que está allí. Es la más fina de todos nosotros. Tiene en las venas sangre española; por eso es tan regordeta. Fíjense, además, en que lleva una cinta roja atada a una pierna: es la más alta distinción que se puede alcanzar. Es tanto como decir que nadie piensa en deshacerse de ella, y que deben respetarla todos, los animales y los hombres. ¡Anímense y no metan los dedos hacia adentro! Los patitos bien educados los sacan hacia afuera, como mamá y papá… Eso es. Ahora hagan una reverencia y digan ¡cuac!
Todos obedecieron, pero los otros patos que estaban allí los miraron con desprecio y exclamaron en alta voz:
—¡Vaya! ¡Como si ya no fuésemos bastantes! Ahora tendremos que rozarnos también con esa gentuza. ¡Uf!… ¡Qué patito tan feo! No podemos soportarlo.
Y uno de los patos salió enseguida corriendo y le dio un picotazo en el cuello.
—¡Déjenlo tranquilo! —dijo la mamá—. No le está haciendo daño a nadie.
—Sí, pero es tan desgarbado y extraño —dijo el que lo había picoteado—, que no quedará más remedio que despachurrarlo.
—¡Qué lindos niños tienes, muchacha! —dijo la vieja pata de la cinta roja—. Todos son muy hermosos, excepto uno, al que le noto algo raro. Me gustaría que pudieras hacerlo de nuevo.
—Eso ni pensarlo, señora —dijo la mamá de los patitos—. No es hermoso, pero tiene muy buen carácter y nada tan bien como los otros, y me atrevería a decir que hasta un poco mejor. Espero que tome mejor aspecto cuando crezca y que, con el tiempo, no se le vea tan grande. Estuvo dentro del cascarón más de lo necesario, por eso no salió tan bello como los otros.
Y con el pico le acarició el cuello y le alisó las plumas.
—De todos modos, es macho y no importa tanto —añadió—, Estoy segura de que será muy fuerte y se abrirá camino en la vida.
—Estos otros patitos son encantadores —dijo la vieja pata—. Quiero que se sientan como en su casa. Y si por casualidad encuentran algo así como una cabeza de anguila, pueden tráermela sin pena.
Con esta invitación todos se sintieron allí a sus anchas. Pero el pobre patito que había salido el último del cascarón, y que tan feo les parecía a todos, no recibió más que picotazos, empujones y burlas, lo mismo de los patos que de las gallinas.
—¡Qué feo es! —decían.
Y el pavo, que había nacido con las espuelas puestas y que se consideraba por ello casi un emperador, infló sus plumas como un barco a toda vela y se le fue encima con un cacareo, tan estrepitoso que toda la cara se le puso roja. El pobre patito no sabía dónde meterse. Sentíase terriblemente abatido, por ser tan feo y porque todo el mundo se burlaba de él en el corral. Así pasó el primer día.
En los días siguientes, las cosas fueron de mal en peor. El pobre patito se vio acosado por todos. Incluso sus hermanos y hermanas lo maltrataban de vez en cuando y le decían:
—¡Ojalá te agarre el gato, grandulón!
Hasta su misma mamá, deseaba que estuviese lejos del corral. Los patos lo pellizcaban, las gallinas lo picoteaban y, un día, la muchacha que traía la comida a las aves le asestó un puntapié.
Entonces el patito huyó del corral. De un revuelo, saltó por encima de la cerca, con gran susto de los pajaritos que estaban en los arbustos, que se echaron a volar por los aires.
"¡Es porque soy tan feo!" —pensó el patito, cerrando los ojos.
Pero así y todo siguió corriendo hasta que, por fin, llegó a los grandes pantanos donde viven los patos salvajes, y allí se pasó toda la noche abrumado de cansancio y tristeza.
A la mañana siguiente, los patos salvajes remontaron el vuelo y miraron a su nuevo compañero.
—¿Y tú qué cosa eres? —le preguntaron, mientras el patito les hacía reverencias en todas direcciones, lo mejor que sabía.
—¡Eres más feo que un espantapájaros! —dijeron los patos salvajes
—. Pero eso nos importa, con tal que no quieras casarte con una de nuestras hermanas.
¡Pobre patito! Ni soñaba él con el matrimonio. Sólo quería que lo dejasen estar tranquilo entre los juncos y tomar un poquito de agua del pantano. Unos días más tarde aparecieron por allí dos gansos salvajes. No hacía mucho que habían dejado el nido: por eso eran tan impertinentes.
—Mira, muchacho —comenzaron diciéndole—, eres tan feo que nos caes simpático. ¿Quieres emigrar con nosotros? No muy lejos, en otro pantano, viven unas gansitas salvajes muy presentables, todas solteras, que saben graznar espléndidamente. Es la oportunidad de tu vida, feo y todo como eres.
—¡Bang, bang! —se escuchó en ese instante por encima de ellos, y los dos gansos cayeron muertos entre los juncos, tiñendo el agua con su sangre.
Al eco de nuevos disparos se alzaron del pantano las bandadas de gansos salvajes, con lo que menudearon los tiros. Se había organizado una importante cacería y los tiradores rodeaban los pantanos; algunos hasta se habían sentado en las ramas de los árboles que se extendían sobre los juncos. Nubes de humo azul se esparcieron por el oscuro boscaje, y fueron a perderse lejos, sobre el agua.
Los perros de caza aparecieron chapaleando entre el agua, y, a su avance, doblándose aquí y allá las cañas y los juncos. Aquello aterrorizó al pobre patito feo, que ya se disponía a ocultar la cabeza bajo el ala cuando apareció junto a él un enorme y espantoso perro: la lengua le colgaba fuera de la boca y sus ojos miraban con brillo temible. Le acercó el hocico, le enseñó sus agudos dientes, y de pronto… ¡plaf!… ¡allá se fue otra vez sin tocarlo!
El patito dio un suspiro de alivio.
—Por suerte, soy tan feo, que ni los perros tienen ganas de comerme —se dijo.
Y se tendió allí muy quieto, mientras los perdigones repiqueteaban sobre los juncos, y las descargas, una tras otra, atronaban los aires.
Era muy tarde cuando las cosas se calmaron, y aún entonces el pobre no se atrevía a levantarse. Esperó todavía varias horas antes de arriesgarse a echar un vistazo, y, en cuanto lo hizo, enseguida se escapó de los pantanos tan rápido como pudo. Echó a correr por campos y praderas; pero hacía tanto viento, que le costaba no poco trabajo mantenerse sobre sus pies.
Hacia el crepúsculo llegó a una pobre cabaña campesina. Se sentía en tan mal estado que no sabía de qué parte caerse, y, en la duda, permanecía de pie. El viento soplaba tan ferozmente alrededor del patitoo, que éste tuvo que sentarse sobre su propia cola, para no ser arrastrado. En eso notó que una de las bisagras de la puerta se había caído, y que la hoja colgaba con una inclinación tal que le sería fácil filtrarse por la estrecha abertura. Y así lo hizo.
En la cabaña vivía una anciana con su gato y su gallina. El gato, a quien la anciana llamaba "Hijito", sabía arquear el lomo y ronronear; hasta era capaz de echar chispas si lo frotaban a contrapelo. La gallina tenía unas patas tan cortas que le habían puesto por nombre "Chiquitita Piernascortas". Era una gran ponedora y la anciana la quería como a su propia hija.
Cuando llegó la mañana, el gato y la gallina no tardaron en descubrir al extraño patito. El gato lo saludó ronroneando y la gallina con su cacareo.
—Pero, ¿qué pasa? —preguntó la vieja, mirando a su alrededor.
No andaba muy bien de la vista, así que se creyó que el patito feo era una pata regordeta que se había perdido
—. ¡Qué suerte! —dijo—. Ahora tendremos huevos de pata. ¡Con tal que no sea macho! Le daremos unos días de prueba.
Así que al patito le dieron tres semanas de plazo para poner, al término de las cuales, por supuesto, no había ni rastros de huevo. Ahora bien, en aquella casa el gato era el dueño y la gallina la dueña, y siempre que hablaban de sí mismos solían decir: "nosotros y el mundo", porque opinaban que ellos solos formaban la mitad del mundo , y lo que es más, la mitad más importante.
Al patito le parecía que sobre esto podía haber otras opiniones, pero la gallina ni siquiera quiso oírlo.
—¿Puedes poner huevos? —le preguntó.
—No.
—Pues entonces, ¡cállate!
Y el gato le preguntó:
—¿Puedes arquear el lomo, o ronronear, o echar chispas?
—No.
—Pues entonces, guárdate tus opiniones cuando hablan las personas sensatas.
Con lo que el patito fue a sentarse en un rincón, muy desanimado. Pero de pronto recordó el aire fresco y el sol, y sintió una nostalgia tan grande de irse a nadar en el agua que
—¡no pudo evitarlo!— fue y se lo contó a la gallina.
—¡Vamos! ¿Qué te pasa? —le dijo ella—. Bien se ve que no tienes nada que hacer; por eso piensas tantas tonterías. Te las sacudirías muy pronto si te dedicaras a poner huevos o a ronronear.
—¡Pero es tan sabroso nadar en el agua! —dijo el patito feo—. ¡Tan sabroso zambullir la cabeza y bucear hasta el mismo fondo!
—Sí, muy agradable —dijo la gallina—. Me parece que te has vuelto loco. Pregúntale al gato, ¡no hay nadie tan listo como él! ¡Pregúntale a nuestra vieja ama, la mujer más sabia del mundo! ¿Crees que a ella le gusta nadar y zambullirse?
—No me comprendes —dijo el patito.
—Pues si yo no te comprendo, me gustaría saber quién podrá comprenderte. De seguro que no pretenderás ser más sabio que el gato y la señora, para no mencionarme a mí misma. ¡No seas tonto, muchacho! ¿No te has encontrado un cuarto cálido y confortable, donde te hacen compañía quienes pueden enseñarte? Pero no eres más que un tonto, y a nadie le hace gracia tenerte aquí. Te doy mi palabra de que si te digo cosas desagradables es por tu propio bien: sólo los buenos amigos nos dicen las verdades. Haz ahora tu parte y aprende a poner huevos o a ronronear y echar chispas.
—Creo que me voy a recorrer el ancho mundo —dijo el patito.
—Sí, vete —dijo la gallina.
Y así fue como el patito se marchó. Nadó y se zambulló; pero ningún ser viviente quería tratarse con él por lo feo que era.
Pronto llegó el otoño. Las hojas en el bosque se tornaron amarillas o pardas; el viento las arrancó y las hizo girar en remolinos, y los cielos tomaron un aspecto hosco y frío. Las nubes colgaban bajas, cargadas de granizo y nieve, y el cuervo, que solía posarse en la tapia, graznaba "¡cau, cau!", de frío que tenía. Sólo de pensarlo le daban a uno escalofríos. Sí, el pobre patito feo no lo estaba pasando muy bien. Cierta tarde, mientras el sol se ponía en un maravilloso crepúsculo, emergió de entre los arbustos una bandada de grandes y hermosas aves. El patito no había visto nunca unos animales tan espléndidos. Eran de una blancura resplandeciente, y tenían largos y esbeltos cuellos. Eran cisnes. A la vez que lanzaban un fantástico grito, extendieron sus largas, sus magníficas alas, y remontaron el vuelo, alejándose de aquel frío hacia los lagos abiertos y las tierras cálidas.
Se elevaron muy alto, muy alto, allá entre los aires, y el patito feo se sintió lleno de una rara inquietud. Comenzó a dar vueltas y vueltas en el agua lo mismo que una rueda, estirando el cuello en la dirección que seguían, que él mismo se asustó al oírlo. ¡Ah, jamás podría olvidar aquellos hermosos y afortunados pájaros! En cuanto los perdió de vista, se sumergió derecho hasta el fondo, y se hallaba como fuera de sí cuando regresó a la superficie. No tenía idea de cuál podría ser el nombre de aquellas aves, ni de adónde se dirigían, y, sin embargo, eran más importantes para él que todas las que había conocido hasta entonces. No las envidiaba en modo alguno: ¿cómo se atrevería siquiera a soñar que aquel esplendor pudiera pertenecerle? Ya se daría por satisfecho con que los patos lo tolerasen, ¡pobre criatura estrafalaria que era!
¡Cuán frío se presentaba aquel invierno! El patito se veía forzado a nadar incesantemente para impedir que el agua se congelase en torno suyo. Pero cada noche el hueco en que nadaba se hacía más y más pequeño. Vino luego una helada tan fuerte, que el patito, para que el agua no se cerrase definitivamente, ya tenía que mover las patas todo el tiempo en el hielo crujiente. Por fin, debilitado por el esfuerzo, quedóse muy quieto y comenzó a congelarse rápidamente sobre el hielo.
A la mañana siguiente, muy temprano, lo encontró un campesino. Rompió el hielo con uno de sus zuecos de madera, lo recogió y lo llevó a casa, donde su mujer se encargó de revivirlo.
Los niños querían jugar con él, pero el patito feo tenía terror de sus travesuras y, con el miedo, fue a meterse revoloteando en la paila de la leche, que se derramó por todo el piso. Gritó la mujer y dio unas palmadas en el aire, y él, más asustado, metióse de un vuelo en el barril de la mantequilla, y desde allí lanzóse de cabeza al cajón de la harina, de donde salió hecho una lástima. ¡Había que verlo! Chillaba la mujer y quería darle con la escoba, y los niños tropezaban unos con otros tratando de echarle mano. ¡Cómo gritaban y se reían!… Fue una suerte que la puerta estuviese abierta. El patito se precipitó afuera, entre los arbustos, y se hundió, atolondrado, entre la nieve recién caída.
Pero sería demasiado cruel describir todas las miserias y trabajos que el patito tuvo que pasar durante aquel crudo invierno. Había buscado refugio entre los juncos cuando las alondras comenzaron a cantar y el sol a calentar de nuevo: llegaba la hermosa primavera.
Entonces, de repente, probó sus alas: el zumbido que hicieron fue mucho más fuerte que otras veces, y lo arrastraron rápidamente a lo alto. Casi sin darse cuenta, se halló en un vasto jardín con manzanos en flor y fragantes lilas, que colgaban de las verdes ramas sobre un sinuoso arroyo. ¡Oh, qué agradable era estar allí, en la frescura de la primavera! Y en eso surgieron frente a él de la espesura tres hermosos cisnes blancos, rizando sus plumas y dejándose llevar con suavidad por la corriente. El patito feo reconoció a aquellas espléndidas criaturas que una vez había visto levantar el vuelo, y se sintió sobrecogido por un extraño sentimiento de melancolía.
—¡Volaré hasta esas regias aves! —se dijo—. Me darán de picotazos hasta matarme, por haberme atrevido, feo como soy, a aproximarme a ellas. Pero, ¡qué importa! Mejor es que ellas me maten, a sufrir los pellizcos de los patos, los picotazos de las gallinas, los golpes de la muchacha que cuida las aves y los rigores del invierno.
Y así, voló hasta el agua y nadó hacia los hermosos cisnes. En cuanto lo vieron, se le acercaron con las plumas encrespadas.
—¡Sí, mátenme, mátenme! —gritó la desventurada criatura, inclinando la cabeza hacia el agua en espera de la muerte.
Pero, ¿qué es lo que vio allí en la límpida corriente? ¡Era un reflejo de sí mismo, pero no ya el reflejo de un pájaro torpe y gris, feo y repugnante, no, sino el reflejo de un cisne!
Poco importa que se nazca en el corral de los patos, siempre que uno salga de un huevo de cisne. Se sentía realmente feliz de haber pasado tantos trabajos y desgracias, pues esto lo ayudaba a apreciar mejor la alegría y la belleza que le esperaban…
Y los tres cisnes nadaban y nadaban a su alrededor y lo acariciaban con sus picos. En el jardín habían entrado unos niños que lanzaban al agua pedazos de pan y semillas. El más pequeño exclamó:
—¡Ahí va un nuevo cisne!
Y los otros niños corearon con gritos de alegría:
—¡Sí, hay un cisne nuevo!
Y batieron palmas y bailaron, y corrieron a buscar a sus padres. Había pedacitos de pan y de pasteles en el agua, y todo el mundo decía:
—¡El nuevo es el más hermoso! ¡Qué joven y esbelto es!
Y los cisnes viejos se inclinaron ante él. Esto lo llenó de timidez, y escondió la cabeza bajo el ala, sin que supiese explicarse la razón. Era muy, pero muy feliz, aunque no había en él ni una pizca de orgullo, pues este no cabe en los corazones bondadosos.
Y mientras recordaba los desprecios y humillaciones del pasado, oía como todos decían ahora que era el más hermoso de los cisnes. Las lilas inclinaron sus ramas ante él, bajándolas hasta el agua misma, y los rayos del sol eran cálidos y amables.
Rizó entonces sus alas, alzó el esbelto cuello y se alegró desde lo hondo de su corazón:
—Jamás soñé que podría haber tanta felicidad, allá en los tiempos en que era sólo un patito feo.
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Sí, era realmente encantador estar en el campo. Bañada de sol se alzaba allí una vieja mansión solariega a la que rodeaba un profundo foso; desde sus paredes hasta el borde del agua crecían unas plantas de hojas gigantescas, las mayores de las cuales eran lo suficientemente grandes para que un niño pequeño pudiese pararse debajo de ellas. Aquel lugar resultaba tan enmarañado y agreste como el más denso de los bosques, y era allí donde cierta pata había hecho su nido. Ya era tiempo de sobra para que naciesen los patitos, pero se demoraban tanto, que la mamá comenzaba a perder la paciencia, pues casi nadie venía a visitarla. A los otros patos les interesaba más nadar por el foso que llegarse a conversar con ella.
Al fin los huevos se abrieron uno tras otro. "¡Pip, pip!", decían los patitos conforme iban asomando sus cabezas a través del cascarón.
—¡Cuac, cuac! —dijo la mamá pata, y todos los patitos se apresuraron a salir tan rápido como pudieron, dedicándose enseguida a escudriñar entre las verdes hojas. La mamá los dejó hacer, pues el verde es muy bueno para los ojos.
—¡Oh, qué grande es el mundo! —dijeron los patitos.
Y ciertamente disponían de un espacio mayor que el que tenían dentro del huevo.
—¿Creen acaso que esto es el mundo entero? —preguntó la pata—. Pues sepan que se extiende mucho más allá del jardín, hasta el prado mismo del pastor, aunque yo nunca me he alejado tanto. Bueno, espero que ya estén todos —agregó, levantándose del nido
—. ¡Ah, pero si todavía falta el más grande! ¿Cuánto tardará aún? No puedo entretenerme con él mucho tiempo.
Y fue a sentarse de nuevo en su sitio.
—¡Vaya, vaya! ¿Cómo anda eso? —preguntó una pata vieja que venía de visita.
—Ya no queda más que este huevo, pero tarda tanto… —dijo la pata echada—. No hay forma de que rompa. Pero fíjate en los otros, y dime si no son los patitos más lindos que se hayan visto nunca. Todos se parecen a su padre, el muy bandido. ¿Por qué no vendrá a verme?
—Déjame echar un vistazo a ese huevo que no acaba de romper —dijo la anciana—. Te apuesto a que es un huevo de pava. Así fue como me engatusaron cierta vez a mí. ¡El trabajo que me dieron aquellos pavitos¡ ¡Imagínate! Le tenían miedo al agua y no había forma de hacerlos entrar en ella. Yo graznaba y los picoteaba, pero de nada me servía… Pero, vamos a ver ese huevo… ¡Ah, ése es un huevo de pava, puedes estar segura! Déjalo y enseña a nadar a los otros.
—Creo que me quedaré sobre él un ratito aún —dijo la pata—. He estado tanto tiempo aquí sentada, que un poco más no me hará daño.
—Como quieras —dijo la pata vieja, y se alejó contoneándose.
Por fin se rompió el huevo. "¡Pip, pip!",, dijo el pequeño, volcándose del cascarón. La pata vio lo grande y feo que era, y exclamó:
—¡Dios mío, qué patito tan enorme! No se parece a ninguno de los otros. Y, sin embargo, me atrevo a asegurar que no es ningún crío de pavos. Habrá de meterse en el agua, aunque tenga que empujarlo yo misma.
Al otro día hizo un tiempo maravilloso. El sol resplandecía en las verdes hojas gigantescas. La mamá pata se acercó al foso con toda su familia y, ¡plaf!, saltó al agua.
—¡Cuac, cuac! —llamaba.
Y uno tras otro los patitos se fueron abalanzando tras ella. El agua se cerraba sobre sus cabezas, pero enseguida resurgían flotando magníficamente. Movíanse sus patas sin el menor esfuerzo, y a poco estuvieron todos en el agua. Hasta el patito feo y gris nadaba con los otros.
—No es un pavo, por cierto —dijo la pata—. Fíjense en la elegancia con que nada, y en lo derecho que se mantiene. Sin duda que es uno de mis pequeñitos. Y si uno lo mira bien, se da cuenta enseguida de que es realmente muy guapo. ¡Cuac, cuac! Vamos, vengan conmigo y déjenme enseñarles el mundo y presentarlos al corral entero. Pero no se separen mucho de mí, no sea que los pisoteen. Y anden con los ojos muy abiertos, por si viene el gato.
Y con esto se encaminaron al corral. Había allí un escándalo espantoso, pues dos familias se estaban peleando por una cabeza de anguila, que, a fin de cuentas, fue a parar al estómago del gato.
—¡Vean! ¡Así anda el mundo! —dijo la mamá relamiéndose el pico, pues también a ella la entusiasmaban las cabezas de anguila
—. ¡A ver! ¿Qué pasa con esas piernas? Anden ligeros y no dejen de hacerle una bonita reverencia a esa anciana pata que está allí. Es la más fina de todos nosotros. Tiene en las venas sangre española; por eso es tan regordeta. Fíjense, además, en que lleva una cinta roja atada a una pierna: es la más alta distinción que se puede alcanzar. Es tanto como decir que nadie piensa en deshacerse de ella, y que deben respetarla todos, los animales y los hombres. ¡Anímense y no metan los dedos hacia adentro! Los patitos bien educados los sacan hacia afuera, como mamá y papá… Eso es. Ahora hagan una reverencia y digan ¡cuac!
Todos obedecieron, pero los otros patos que estaban allí los miraron con desprecio y exclamaron en alta voz:
—¡Vaya! ¡Como si ya no fuésemos bastantes! Ahora tendremos que rozarnos también con esa gentuza. ¡Uf!… ¡Qué patito tan feo! No podemos soportarlo.
Y uno de los patos salió enseguida corriendo y le dio un picotazo en el cuello.
—¡Déjenlo tranquilo! —dijo la mamá—. No le está haciendo daño a nadie.
—Sí, pero es tan desgarbado y extraño —dijo el que lo había picoteado—, que no quedará más remedio que despachurrarlo.
—¡Qué lindos niños tienes, muchacha! —dijo la vieja pata de la cinta roja—. Todos son muy hermosos, excepto uno, al que le noto algo raro. Me gustaría que pudieras hacerlo de nuevo.
—Eso ni pensarlo, señora —dijo la mamá de los patitos—. No es hermoso, pero tiene muy buen carácter y nada tan bien como los otros, y me atrevería a decir que hasta un poco mejor. Espero que tome mejor aspecto cuando crezca y que, con el tiempo, no se le vea tan grande. Estuvo dentro del cascarón más de lo necesario, por eso no salió tan bello como los otros.
Y con el pico le acarició el cuello y le alisó las plumas.
—De todos modos, es macho y no importa tanto —añadió—, Estoy segura de que será muy fuerte y se abrirá camino en la vida.
—Estos otros patitos son encantadores —dijo la vieja pata—. Quiero que se sientan como en su casa. Y si por casualidad encuentran algo así como una cabeza de anguila, pueden tráermela sin pena.
Con esta invitación todos se sintieron allí a sus anchas. Pero el pobre patito que había salido el último del cascarón, y que tan feo les parecía a todos, no recibió más que picotazos, empujones y burlas, lo mismo de los patos que de las gallinas.
—¡Qué feo es! —decían.
Y el pavo, que había nacido con las espuelas puestas y que se consideraba por ello casi un emperador, infló sus plumas como un barco a toda vela y se le fue encima con un cacareo, tan estrepitoso que toda la cara se le puso roja. El pobre patito no sabía dónde meterse. Sentíase terriblemente abatido, por ser tan feo y porque todo el mundo se burlaba de él en el corral. Así pasó el primer día.
En los días siguientes, las cosas fueron de mal en peor. El pobre patito se vio acosado por todos. Incluso sus hermanos y hermanas lo maltrataban de vez en cuando y le decían:
—¡Ojalá te agarre el gato, grandulón!
Hasta su misma mamá, deseaba que estuviese lejos del corral. Los patos lo pellizcaban, las gallinas lo picoteaban y, un día, la muchacha que traía la comida a las aves le asestó un puntapié.
Entonces el patito huyó del corral. De un revuelo, saltó por encima de la cerca, con gran susto de los pajaritos que estaban en los arbustos, que se echaron a volar por los aires.
"¡Es porque soy tan feo!" —pensó el patito, cerrando los ojos.
Pero así y todo siguió corriendo hasta que, por fin, llegó a los grandes pantanos donde viven los patos salvajes, y allí se pasó toda la noche abrumado de cansancio y tristeza.
A la mañana siguiente, los patos salvajes remontaron el vuelo y miraron a su nuevo compañero.
—¿Y tú qué cosa eres? —le preguntaron, mientras el patito les hacía reverencias en todas direcciones, lo mejor que sabía.
—¡Eres más feo que un espantapájaros! —dijeron los patos salvajes
—. Pero eso nos importa, con tal que no quieras casarte con una de nuestras hermanas.
¡Pobre patito! Ni soñaba él con el matrimonio. Sólo quería que lo dejasen estar tranquilo entre los juncos y tomar un poquito de agua del pantano. Unos días más tarde aparecieron por allí dos gansos salvajes. No hacía mucho que habían dejado el nido: por eso eran tan impertinentes.
—Mira, muchacho —comenzaron diciéndole—, eres tan feo que nos caes simpático. ¿Quieres emigrar con nosotros? No muy lejos, en otro pantano, viven unas gansitas salvajes muy presentables, todas solteras, que saben graznar espléndidamente. Es la oportunidad de tu vida, feo y todo como eres.
—¡Bang, bang! —se escuchó en ese instante por encima de ellos, y los dos gansos cayeron muertos entre los juncos, tiñendo el agua con su sangre.
Al eco de nuevos disparos se alzaron del pantano las bandadas de gansos salvajes, con lo que menudearon los tiros. Se había organizado una importante cacería y los tiradores rodeaban los pantanos; algunos hasta se habían sentado en las ramas de los árboles que se extendían sobre los juncos. Nubes de humo azul se esparcieron por el oscuro boscaje, y fueron a perderse lejos, sobre el agua.
Los perros de caza aparecieron chapaleando entre el agua, y, a su avance, doblándose aquí y allá las cañas y los juncos. Aquello aterrorizó al pobre patito feo, que ya se disponía a ocultar la cabeza bajo el ala cuando apareció junto a él un enorme y espantoso perro: la lengua le colgaba fuera de la boca y sus ojos miraban con brillo temible. Le acercó el hocico, le enseñó sus agudos dientes, y de pronto… ¡plaf!… ¡allá se fue otra vez sin tocarlo!
El patito dio un suspiro de alivio.
—Por suerte, soy tan feo, que ni los perros tienen ganas de comerme —se dijo.
Y se tendió allí muy quieto, mientras los perdigones repiqueteaban sobre los juncos, y las descargas, una tras otra, atronaban los aires.
Era muy tarde cuando las cosas se calmaron, y aún entonces el pobre no se atrevía a levantarse. Esperó todavía varias horas antes de arriesgarse a echar un vistazo, y, en cuanto lo hizo, enseguida se escapó de los pantanos tan rápido como pudo. Echó a correr por campos y praderas; pero hacía tanto viento, que le costaba no poco trabajo mantenerse sobre sus pies.
Hacia el crepúsculo llegó a una pobre cabaña campesina. Se sentía en tan mal estado que no sabía de qué parte caerse, y, en la duda, permanecía de pie. El viento soplaba tan ferozmente alrededor del patitoo, que éste tuvo que sentarse sobre su propia cola, para no ser arrastrado. En eso notó que una de las bisagras de la puerta se había caído, y que la hoja colgaba con una inclinación tal que le sería fácil filtrarse por la estrecha abertura. Y así lo hizo.
En la cabaña vivía una anciana con su gato y su gallina. El gato, a quien la anciana llamaba "Hijito", sabía arquear el lomo y ronronear; hasta era capaz de echar chispas si lo frotaban a contrapelo. La gallina tenía unas patas tan cortas que le habían puesto por nombre "Chiquitita Piernascortas". Era una gran ponedora y la anciana la quería como a su propia hija.
Cuando llegó la mañana, el gato y la gallina no tardaron en descubrir al extraño patito. El gato lo saludó ronroneando y la gallina con su cacareo.
—Pero, ¿qué pasa? —preguntó la vieja, mirando a su alrededor.
No andaba muy bien de la vista, así que se creyó que el patito feo era una pata regordeta que se había perdido
—. ¡Qué suerte! —dijo—. Ahora tendremos huevos de pata. ¡Con tal que no sea macho! Le daremos unos días de prueba.
Así que al patito le dieron tres semanas de plazo para poner, al término de las cuales, por supuesto, no había ni rastros de huevo. Ahora bien, en aquella casa el gato era el dueño y la gallina la dueña, y siempre que hablaban de sí mismos solían decir: "nosotros y el mundo", porque opinaban que ellos solos formaban la mitad del mundo , y lo que es más, la mitad más importante.
Al patito le parecía que sobre esto podía haber otras opiniones, pero la gallina ni siquiera quiso oírlo.
—¿Puedes poner huevos? —le preguntó.
—No.
—Pues entonces, ¡cállate!
Y el gato le preguntó:
—¿Puedes arquear el lomo, o ronronear, o echar chispas?
—No.
—Pues entonces, guárdate tus opiniones cuando hablan las personas sensatas.
Con lo que el patito fue a sentarse en un rincón, muy desanimado. Pero de pronto recordó el aire fresco y el sol, y sintió una nostalgia tan grande de irse a nadar en el agua que
—¡no pudo evitarlo!— fue y se lo contó a la gallina.
—¡Vamos! ¿Qué te pasa? —le dijo ella—. Bien se ve que no tienes nada que hacer; por eso piensas tantas tonterías. Te las sacudirías muy pronto si te dedicaras a poner huevos o a ronronear.
—¡Pero es tan sabroso nadar en el agua! —dijo el patito feo—. ¡Tan sabroso zambullir la cabeza y bucear hasta el mismo fondo!
—Sí, muy agradable —dijo la gallina—. Me parece que te has vuelto loco. Pregúntale al gato, ¡no hay nadie tan listo como él! ¡Pregúntale a nuestra vieja ama, la mujer más sabia del mundo! ¿Crees que a ella le gusta nadar y zambullirse?
—No me comprendes —dijo el patito.
—Pues si yo no te comprendo, me gustaría saber quién podrá comprenderte. De seguro que no pretenderás ser más sabio que el gato y la señora, para no mencionarme a mí misma. ¡No seas tonto, muchacho! ¿No te has encontrado un cuarto cálido y confortable, donde te hacen compañía quienes pueden enseñarte? Pero no eres más que un tonto, y a nadie le hace gracia tenerte aquí. Te doy mi palabra de que si te digo cosas desagradables es por tu propio bien: sólo los buenos amigos nos dicen las verdades. Haz ahora tu parte y aprende a poner huevos o a ronronear y echar chispas.
—Creo que me voy a recorrer el ancho mundo —dijo el patito.
—Sí, vete —dijo la gallina.
Y así fue como el patito se marchó. Nadó y se zambulló; pero ningún ser viviente quería tratarse con él por lo feo que era.
Pronto llegó el otoño. Las hojas en el bosque se tornaron amarillas o pardas; el viento las arrancó y las hizo girar en remolinos, y los cielos tomaron un aspecto hosco y frío. Las nubes colgaban bajas, cargadas de granizo y nieve, y el cuervo, que solía posarse en la tapia, graznaba "¡cau, cau!", de frío que tenía. Sólo de pensarlo le daban a uno escalofríos. Sí, el pobre patito feo no lo estaba pasando muy bien. Cierta tarde, mientras el sol se ponía en un maravilloso crepúsculo, emergió de entre los arbustos una bandada de grandes y hermosas aves. El patito no había visto nunca unos animales tan espléndidos. Eran de una blancura resplandeciente, y tenían largos y esbeltos cuellos. Eran cisnes. A la vez que lanzaban un fantástico grito, extendieron sus largas, sus magníficas alas, y remontaron el vuelo, alejándose de aquel frío hacia los lagos abiertos y las tierras cálidas.
Se elevaron muy alto, muy alto, allá entre los aires, y el patito feo se sintió lleno de una rara inquietud. Comenzó a dar vueltas y vueltas en el agua lo mismo que una rueda, estirando el cuello en la dirección que seguían, que él mismo se asustó al oírlo. ¡Ah, jamás podría olvidar aquellos hermosos y afortunados pájaros! En cuanto los perdió de vista, se sumergió derecho hasta el fondo, y se hallaba como fuera de sí cuando regresó a la superficie. No tenía idea de cuál podría ser el nombre de aquellas aves, ni de adónde se dirigían, y, sin embargo, eran más importantes para él que todas las que había conocido hasta entonces. No las envidiaba en modo alguno: ¿cómo se atrevería siquiera a soñar que aquel esplendor pudiera pertenecerle? Ya se daría por satisfecho con que los patos lo tolerasen, ¡pobre criatura estrafalaria que era!
¡Cuán frío se presentaba aquel invierno! El patito se veía forzado a nadar incesantemente para impedir que el agua se congelase en torno suyo. Pero cada noche el hueco en que nadaba se hacía más y más pequeño. Vino luego una helada tan fuerte, que el patito, para que el agua no se cerrase definitivamente, ya tenía que mover las patas todo el tiempo en el hielo crujiente. Por fin, debilitado por el esfuerzo, quedóse muy quieto y comenzó a congelarse rápidamente sobre el hielo.
A la mañana siguiente, muy temprano, lo encontró un campesino. Rompió el hielo con uno de sus zuecos de madera, lo recogió y lo llevó a casa, donde su mujer se encargó de revivirlo.
Los niños querían jugar con él, pero el patito feo tenía terror de sus travesuras y, con el miedo, fue a meterse revoloteando en la paila de la leche, que se derramó por todo el piso. Gritó la mujer y dio unas palmadas en el aire, y él, más asustado, metióse de un vuelo en el barril de la mantequilla, y desde allí lanzóse de cabeza al cajón de la harina, de donde salió hecho una lástima. ¡Había que verlo! Chillaba la mujer y quería darle con la escoba, y los niños tropezaban unos con otros tratando de echarle mano. ¡Cómo gritaban y se reían!… Fue una suerte que la puerta estuviese abierta. El patito se precipitó afuera, entre los arbustos, y se hundió, atolondrado, entre la nieve recién caída.
Pero sería demasiado cruel describir todas las miserias y trabajos que el patito tuvo que pasar durante aquel crudo invierno. Había buscado refugio entre los juncos cuando las alondras comenzaron a cantar y el sol a calentar de nuevo: llegaba la hermosa primavera.
Entonces, de repente, probó sus alas: el zumbido que hicieron fue mucho más fuerte que otras veces, y lo arrastraron rápidamente a lo alto. Casi sin darse cuenta, se halló en un vasto jardín con manzanos en flor y fragantes lilas, que colgaban de las verdes ramas sobre un sinuoso arroyo. ¡Oh, qué agradable era estar allí, en la frescura de la primavera! Y en eso surgieron frente a él de la espesura tres hermosos cisnes blancos, rizando sus plumas y dejándose llevar con suavidad por la corriente. El patito feo reconoció a aquellas espléndidas criaturas que una vez había visto levantar el vuelo, y se sintió sobrecogido por un extraño sentimiento de melancolía.
—¡Volaré hasta esas regias aves! —se dijo—. Me darán de picotazos hasta matarme, por haberme atrevido, feo como soy, a aproximarme a ellas. Pero, ¡qué importa! Mejor es que ellas me maten, a sufrir los pellizcos de los patos, los picotazos de las gallinas, los golpes de la muchacha que cuida las aves y los rigores del invierno.
Y así, voló hasta el agua y nadó hacia los hermosos cisnes. En cuanto lo vieron, se le acercaron con las plumas encrespadas.
—¡Sí, mátenme, mátenme! —gritó la desventurada criatura, inclinando la cabeza hacia el agua en espera de la muerte.
Pero, ¿qué es lo que vio allí en la límpida corriente? ¡Era un reflejo de sí mismo, pero no ya el reflejo de un pájaro torpe y gris, feo y repugnante, no, sino el reflejo de un cisne!
Poco importa que se nazca en el corral de los patos, siempre que uno salga de un huevo de cisne. Se sentía realmente feliz de haber pasado tantos trabajos y desgracias, pues esto lo ayudaba a apreciar mejor la alegría y la belleza que le esperaban…
Y los tres cisnes nadaban y nadaban a su alrededor y lo acariciaban con sus picos. En el jardín habían entrado unos niños que lanzaban al agua pedazos de pan y semillas. El más pequeño exclamó:
—¡Ahí va un nuevo cisne!
Y los otros niños corearon con gritos de alegría:
—¡Sí, hay un cisne nuevo!
Y batieron palmas y bailaron, y corrieron a buscar a sus padres. Había pedacitos de pan y de pasteles en el agua, y todo el mundo decía:
—¡El nuevo es el más hermoso! ¡Qué joven y esbelto es!
Y los cisnes viejos se inclinaron ante él. Esto lo llenó de timidez, y escondió la cabeza bajo el ala, sin que supiese explicarse la razón. Era muy, pero muy feliz, aunque no había en él ni una pizca de orgullo, pues este no cabe en los corazones bondadosos.
Y mientras recordaba los desprecios y humillaciones del pasado, oía como todos decían ahora que era el más hermoso de los cisnes. Las lilas inclinaron sus ramas ante él, bajándolas hasta el agua misma, y los rayos del sol eran cálidos y amables.
Rizó entonces sus alas, alzó el esbelto cuello y se alegró desde lo hondo de su corazón:
—Jamás soñé que podría haber tanta felicidad, allá en los tiempos en que era sólo un patito feo.
QUIZAS TU TAMBIEN LLEVES DENTRO DE TI EL MAS BELLO DE LOS CISNES.DESCUBRELO.
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