Explorador, cazador y empresario de espectáculos estadounidense. Huérfano de padre a los once años, se vio obligado a buscar el sustento como mensajero a caballo, en Kansas. Antes de cumplir los veinte años ya era un consumado jinete, rastreador y tirador.
Durante su dilatada vida aventurera participó en la guerra de Secesión, trabajó para el Pony Express, probó suerte como buscador de oro y fue explorador civil en las campañas del Quinto de Caballería contra la resistencia india al oeste del Mississippi. Pronto se ganó una buena reputación como conocedor del terreno y de las costumbres nativas.
Pero la actividad que le valiera el seudónimo que le hizo famoso (Buffalo Bill) fue la caza del búfalo, que ejerció con inigualable pericia entre 1867 y 1868 para proporcionar alimento a los obreros del ferrocarril: en ocho meses abatió 4.280 piezas. En breve, la fama de sus correrías lo convirtió en una leyenda viva de la conquista del Oeste, y en un héroe popular que llenaba las páginas de periódicos y novelas, que relataban cómo, supuestamente, se había batido en duelo con el indio cheyene Cabellera Amarilla, a quien había conseguido herir de bala, apuñalar en el corazón y arrancar la cabellera en menos de cinco segundos.
En la cumbre de su fama, las clases acomodadas de la Costa Este, así como la nobleza europea, reclamaban sus servicios como guía en sus partidas de caza. Consciente de la admiración que despertaba su figura, el año 1883 fundó su propio espectáculo, una mezcla de actuación circense y lección de historia en la que dramatizaba la vida del Lejano Oeste e incluía pintorescas exhibiciones de puntería, monta y conducción de diligencias. En su reparto figuraban grandes tiradores, indios (el mismo Toro Sentado llegó a formar parte de él) y animales. La mala gestión de su negocio lo llevó a la ruina y se retiró del mundo del espectáculo apenas dos meses antes de su fallecimiento.
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