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sábado, 23 de marzo de 2013

LA EDAD DEL UNIVERSO

Por mucho que el Universo se empeñe en ocultar algunos de sus misterios, como su auténtica silueta y su edad definitiva, los científicos no atienden a coqueterías celestiales y están empeñados en desvelarlos.
Un equipo internacional de investigadores ha desarrollado un nuevo método para medir el tamaño, los años y la velocidad de expansión del cosmos que utiliza las galaxias como si fueran telescopios para observar todo lo que se encuentra a su alrededor. Los resultados confirman que el Universo tiene la antigüedad que se conocía -13,75 miles de millones de años-, y la existencia de una fuerza notable de la energía oscura, responsable de poner la «quinta marcha» a la expansión del firmamento.
Los científicos, entre los que se encuentran equipos del Instituto Kavli de Astrofísica de Partículas y Cosmología (KIPAC), las universidades de Stanford, Bonn y California, y el Instituto Astronómico de los Países Bajos, publicaron el estudio en la revista Astrophysical Journal. Para ello, utilizaron datos recogidos por el telescopio Hubble de la NASA en combinación con la Wilkinson Microwave Anisotropy Probe (WMAP), la gran misión para medir el Universo.
A partir de ahí, los científicos utilizaron un conocido efecto astronómico denominado «lente gravitacional» para medir las distancias a las que viaja la luz de una galaxia activa a la Tierra por diferentes caminos. Este efecto, que ya había predicho Einstein, se produce cuando la luz procedente de objetos distantes y brillantes se curva alrededor de un objeto masivo, como una galaxia. Conociendo el tiempo que le lleva a la luz viajar por cada vía y las velocidades que toma, los investigadores pueden inferir no sólo a qué distancia se encuentra una galaxia, sino también la escala global del Universo, que los astrofísicos expresan con la constante de Hubble, y algunos detalles de su expansión.
Según Phil Marshall, de la Universidad de Stanford, este sistema de medición nunca se había utilizado de forma tan precisa. Aunque los científicos no saben cuándo la luz abandona su fuente, sí pueden comparar los tiempos de llegada. Marshall lo asemeja a cuatro coches tomando cuatro rutas diferentes entre lugares en lados opuestos de una gran ciudad. De la misma forma que los automóviles se enfrentan a los atascos, la luz también puede sufrir retrasos debido a la densidad de la masa de las galaxias, «así que una ruta más larga no significa que tarde más tiempo, porque a veces la distancia más corta es la más lenta». La técnica aplicada a hora por los científicos tiene en cuenta todas esas variables y proporciona una mejor idea de cuándo la luz salió de la galaxia y cómo ha sido su viaje. En el pasado, este método estaba plagado de errores.

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