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domingo, 10 de febrero de 2013

EL HOMBRE QUE NEGO EL SALUDO A HITLER.

El hombre cruzado de brazos en medio del saludo nazi es la fotografía que muestra a centenares de obreros alemanes haciendo el saludo nazi y entre ellos a un hombre, solo, que se cruza de brazos. Se encuentra expuesta en el centro de documentación “Topografía del Terror” ubicado donde hasta 1945 se encontraban las centrales de la Gestapo, las SS y el Reichssicherheitshauptamt, en antigua calle Prinz Albrecht 8 de Berlín. La fotografía data de 1936, etapa del auge nacional-socialista, y capta la escena en los astilleros de Blohm und Voss, Hamburgo.
Hasta 1991 no se supo el nombre de este trabajador: August Landmesser trabajó en los astilleros Blohm und Voss de Hamburgo (Alemania) hasta 1938, fecha en la que le detuvo la Gestapo, quienes lo condenaron por Rassenschande, artículo 2 de La Ley para la Protección de la Sangre y el Honor Alemanes. Este artículo prohibía las relaciones sexuales extra-conyugales entre judíos y alemanes. August se había casado el 21 de abril de 1935 con Irma Eckler, una mujer de ascendencia judía .En 1931 se había afiliado al NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) con la esperanza de poder conseguir un trabajo gracias a su pertenencia al partido, ya que en esos años dominados por la dictadura del Partido Nazi, quién no estuviera en sus filas tenía muy difícil conseguir un empleo.En agosto de 1935, la solicitud de matrimonio de ambos fue rechazada por la ascendencia judía de la mujer de August, la ”Nürnberger Gesetze” (“La ley Neuremberg”) lo impedía August Landmesser e Irma Eckler tuvieron dos hijas, Ingrid e Irene nacidas en octubre del 35 y julio del 37 respectivamente.
Tras varos juicios, Landmesser fue definitivamente condenado a dos años y medio de trabajos forzados en el campo de concentración de Börgermoor. Su mujer Irma corrió la misma suerte; tras ser condenada fue llevada a Lichtenburg, para ser posteriormente trasladada al campo de concentración de Ravensbrück (ambos solo para mujeres) donde murió en enero de 1942. August fue liberado a principios de 1941 del campo pero fue forzado trabajar en una fábrica de coches para el ejercito. Seguidamente le obligaron a alistarse en el I Batallón de libertad condicional “999″. Desde finales de ese año no se volvieron a tener noticias de él, lo que hace pensar que muriese en alguna de las batallas en las que participó ese batallón.
Una de las hijas, Irene, es quien ha documentado la historia de la persecución de su familia. Cuando tenía más de cincuenta años, Irene, nacida en 1937, comenzó a investigar su pasado.No recordaba a sus padres pero visitó Hamburgo para conocer a los supervivientes de la familia de su madre. Buscó y localizó a su hermana con la que recuerdó el pasado e intercambió cartas, fotos y documentos. Irene descubrió que el documento de tutela era probable que se encuentrase en el Juzgado (Juzgado de Primera Instancia) en Hamburgo. Y así fue. El archivo se convirtió en la guía para la investigación de su pasado. Publicó su libro en alemán e inglés (Una familia desgarrada por la “Rassenschande”), y nos permite acercarnos a su historia .
La fotografía de August Landmesser ha sido utilizada profusamente como paradigma del coraje individual y de la objeción de conciencia. De hecho, la maquinaria de propaganda bélica aliada lanzó esta foto sobre Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, apelando a los contrarios del régimen nazi a seguir el ejemplo del hombre de la foto. Existen fotografías que se han convertido en iconos similares, como el del hombre frente al tanque en la plaza Tiananmen, símbolos contra determinados totalitarismos. Sin embargo, no puedo dejar de pensar que tal icono, el de un individuo frente a la masa, está mucho más enraizado en nuestras costumbres cotidianas y no es tan sólo el reflejo puntual en una época determinada. Pienso en nuestros espectáculos de masas, en los conciertos multitudinarios, en los mítines gratuitos con los que adoramos a nuestros políticos, en los grandes acontecimientos deportivos (fútbol sobre todo) en los que el individuo se desvanece en la masa… El Sig Heil! está prohibido, pero existen otros gritos políticamente correctos que lo suplen…y lo añoran.

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