Pueblo blanco granadino situado al Oeste del Valle de Lecrín, inmerso en la sierra de Albuñuelas, con una extensión aproximada de 14.000 hectáreas; considerado el “Pulmón del Valle”. Privilegiado lugar que cuenta con enclaves donde el visitante podrá contemplar admirables vistas; así como, paseos por un bosque de pinos y olivos centenarios, arrullados constantemente por el rumor que producen un sinfín de manantiales y arroyos, que junto al río Santo, forman un verdadero paraíso acuífero.
Naturaleza y agua dan vida a las distintas especies de animales (zorzales, perdices, mirlos, conejos, jabalíes, ciervos, cabras monteses, palomas torcaz,…) y plantas (especies silvestres, aromáticas y medicinales) que pueblan esta sierra.
Es un placer también visitar lugares como el Castillo y divisar desde allí la silueta de los tres barrios de Albuñuelas: el Alto, el Bajo y el de la Loma; o bien, adentrarse por sus angostas y estrechas calles, huellas de un pasado medieval, repletas de rincones pintorescos de singular belleza, acompañados por la amabilidad y hospitalidad de sus gentes.
Albuñuelas fue asentamiento humano en la Prehistoria como demuestran unas cuevas que se encuentran en el interior de un tajo perpendicular de piedra, a unos cuatrocientos metros del casco urbano, en cuyo interior hay habilitadas varias habitaciones, asi como la existencia de unos restos de fortificación al sur de la zona de las cuevas, conocida por los lugareños como "El Castillo", y del que puede aventurarse un origen árabe.
La época de esplendor de Albuñuelas coincide con los primeros años posteriores a la rebelión de los moriscos que utilizaron estas altas tierras como avanzadilla de su alzamiento contra el poder cristiano recién impuesto. Cuando se expulsaron definitivamente a los moriscos la actual Albuñuelas es repoblada por oriundos de la Mancha que hicieron de la población un lugar de relativa importancia.
Con posterioridad a lo largo de los SS. XVII y XVIII Albuñuelas cae en una especie de letargo histórico, aislada por lo accidentado de su entorno y dedicada a la explotación de su pequeña vega y de la tala de sus árboles, de la que era tan rica y aún sigue siendo la Sierra de la Almijara.
En los años de la guerra de Independencia la zona fue objeto de numerosas incursiones de uno y otro bando aprovechando las condiciones favorables para la huida y escondite de la misma.
En la época de la Reconquista el valor de los habitantes de Albuñuelas que plantaron cara a los Reyes Católicos de forma bastante importante. Los vecinos del lugar llegaron a atrincherarse en sus casas aún después de ocupado el pueblo por los cristianos. Llegaron a tener un capitán propio y mantuvieron en jaque a los ejércitos de D. Fernando durante mucho tiempo.
La noche del 25 de diciembre de 1884, mientras miles de familias se reunían para celebrar la Navidad, fue interrumpida por un fuerte temblor, que ha pasado a la historia como el terremoto de Andalucía.
Albuñuelas del Valle, fue uno de los núcleos de población más afectados. La población en aquella época era de unos 1640 habitantes y 489 edificios (144 de una sola planta, 336 de dos plantas y 8 de tres plantas). Según los datos estadísticos de la época hubo 104 muertos (que fueron enterrados por braceros del pueblo ayudados por braceros de Saleres y por el benemérito cuerpo de la Guardia Civil) y unos 500 heridos (para los cuales se habilitó un hospital de sangre en el Padul). Esto queda reflejado en el siguiente verso:
Hubo en Murchas ocho muertos, y en Albuñuelas ¡tan cerca! Más de cien.
Además del desprendimiento de rocas, causado por el temblor hay que sumar los deslizamientos de los estratos superiores del terreno, hecho que agravó las secuelas del terremoto. Estos deslizamientos fueron acompañados de la formación de numerosas grietas. En los informes del terreno de la época se describen fenómenos de liquefacción en el llamado pago de las “Ventas”. Donde se dice que salieron de entre las grietas de los olivares montones de barro. Esta claro que el deslizamiento y corrimiento de tierras fue la causa fundamental del daño. Decir que Albuñuelas se asienta sobre un terreno deslizante. De este modo el efecto dinámico del terremoto acrecentó los deslizamientos provocando la caída de casi todas las casas situadas en el Barrio Alto y Barrio de la Iglesia.
Sin embargo las casas del Barrio Bajo no sufrieron tantos daños.
Donde hubo mayor número de muertos, fue en la llamada “casa del velatorio”, donde murieron veintidós personas. Llamada así porque en ella se estaba velando a un joven difunto, por lo que había gran aglomeración de gente acompañando a los familiares.
Esa fatídica noche del 25 todos los vecinos la pasaron a la intemperie, según cuentan las personas mayores (recogiendo el legado que a ellas les trasmitieron). Se encendieron fogatas en la plaza de la Iglesia, para poder resguardarse del frío. Al igual que sacaron la imagen de Ntro. Padre Jesús a las puertas del templo, sin llegar a sacarla fuera, (a causa de la lluvia) para darle gracias, porque podía haber sido mayor la catástrofe. A la mañana siguiente ocurrió lo mismo en la ermita de San Sebastián, donde acudieron los vecinos del barrio bajo a darle gracias al Santo Patrón.
Debido a su altitud, desde este municipio se pueden contemplar bellos paisajes de pinos y olivos, salpicados de espectaculares tajos. En tan majestuoso escenario, y gracias a su clima, se pueden practicar todo tipo de deportes relacionados con la naturaleza. Parapente, barranquismo, espeleología o alpinismo son algunos de ellos. Cuenta, además, con dos cotos de caza (mayor y menor) que se extienden a lo largo de 7.500 hectáreas. Otra nota a destacar son sus minas de plomo, níquel y cobalto.
Merece la pena adentrarse en la Sierra de las Albuñuelas para disfrutar de parajes como la Fuente del Cañuelo, una yacimiento situado a 10 kilómetros de la localidad por el carril que comunica con la carretera de Almuñécar. Cuenta una leyenda que a veces, al regresar andando de la sierra al anochecer, se aparece a los caminantes una extraña luz, llamada la ‘Luz de la Rambla’, que los acompaña hasta un molino situado a la entrada del pueblo.
Esta localidad celebra sus fiestas populares y patronales en agosto en honor de Nuestra Señora de las Angustias. Los festejos arrancan el día 15 con la salida de dicha Virgen, San Sebastián y la Virgen niña en procesión . No faltan las verbenas por la noche y los juegos por el día, y un espectáculo de fuegos artificiales se encarga de poner el broche final.
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