Los teóricos del evolucionismo, para confirmar sus hipótesis empezaron a buscar fósiles de ancestros humanos por todo el mundo. Algunos evolucionistas creían que en la actualidad existían criaturas “semimonos- semihumanas” que fueran este eslabón perdido. Esto fue motivo de muchos actos de crueldad como el que involucró al pigmeo Ota Benga, quien fue capturado en el Congo en 1904 por el investigador evolucionista Samuel Verner.
Ota Benga, cuyo nombre en nativo significa “amigo” tenía mujer y dos hijos. Pero su familia fue asesinada por la Force Publique, una especie de cuerpo de policía, fuerza antiguerrillera y ejército de ocupación, que el rey belga Leopoldo II había creado en 1888 para controlar el Congo, garantizar el trabajo esclavo y aplastar las numerosas sublevaciones étnicas. Entre los métodos de disuasión que empleaban se incluían los ahorcamientos, las torturas y las mutilaciones. En una de estas masacres arrasaron el poblado de Ota Benga, y su familia fue aniquilada. Cuando Ota volvía de cazar en la selva fue capturado por los asesinos de su familia y llevado a un mercado de esclavos. Allí fue comprado por Samuel Verner quien buscaba pigmeos para exhibirlos en la Exposición Universal de Saint Louis de 1904. De esta manera, encadenado como un animal, y metido en una jaula, Ota fue enviado a los EE.UU. Allí fue exhibido junto con sus compañeros en la sección de antropología de la Exposición, bajo el epígrafe de “salvajes primitivos”. La organización describía a estos seres como el “vinculo más cercano con el ser humano”. La sección de los pigmeos fue muy celebrada por el numeroso público que visitó la exposición, unos 20 millones de personas que se dejaron 25 millones de dólares en taquilla.
Para todos estos espectadores, las exhibiciones de pigmeos, indios estadounidenses, filipinos y asiáticos viviendo en chozas y villas ambientadas por el Departamento de Antropología de la exposición de St. Louis, parecían probar que el hombre en realidad había evolucionado desde un ser salvaje a ser el amo de la civilización.
Los antropólogos aprovecharon a Ota y sus compañeros como conejillos de indias para sus estudios. Les sometieron a tets de inteligencia para concluir que los negritos “se comportaban de la misma forma que las personas mentalmente deficientes, cometiendo muchos errores estúpidos y tardando mucho tiempo en ejecutar las pruebas más simples”. Cuando llegó el otoño, no se permitió a los pigmeos abrigarse con ropa gruesa porque sino no se verían tan auténticos.
Dos años más tarde Ota Benga fue llevado al zoológico del Bronx en New York, donde fue expuesto como “el más antiguio ancestro del ser humano” junto a algunos chimpancés, un gorila llamado Dinah y un orangután llamado Dohung. El evolucionista William T. Hornaday, director del zoológico se sentía orgulloso de tener allí el “eslabón perdido”, como así manifestó en las múltiples conferencias que dio. De Esta manera Ota Benga con 23 años y una estatura de 1,35 m fue exhibido ante las miles de personas neoyorquinos que visitaban el zoo. Para darle un aspecto más fiero los dueños del zoológico afilaron los dientes de Ota hasta que terminaran en punta, le dieron un arco con flechas para que disparara a sus observadores y sembraron de huesos su jaula en un burdo intento de hacer creer a la gente que sus instintos eran antropófagos.Los visitantes trataban a Ota Benga como si realmente fuese un animal enjaulado.
El New York Times describía en uno de sus números la actitud de los que concurrían al zoológico:
“El domingo en el parque había 40.000 visitantes. Casi todos, hombres, mujeres y niños, se dirigieron al albergue de los monos para ver a la principal atracción, el hombre salvaje de Africa. Lo molestaron todo el día con aullidos, burlas y alaridos. Algunos le presionaban las costillas, otros lo hacían caer y se reían de él”.New York Times
La edición del New York Journal del 17/09/1906 decía que si bien con el prisionero se quería demostrar la teoría de la evolución, consideraba que el trato dado era una gran injusticia y crueldad:
»Esas personas nada inteligentes o consideradas, han estado exhibiendo en una jaula de monos a un ser humano, un pigmeo africano. Posiblemente la intención era inculcar una profunda enseñanza respecto al evolucionismo.
Pero en la práctica, el único resultado obtenido ha sido exponer al escarnio a la raza africana, la cual merece al menos la benevolencia y bondad de los blancos de este país después de toda la brutalidad que ha sufrido este pigmeo aquí…
Es vergonzoso y repugnante que la desgracia o la deficiencia física de un ser humano, creado por la misma Fuerza que nos puso a todos aquí y nos dotó con los mismos sentimientos y con almas similares, lo lleve a estar encerrado en una jaula con los monos, exponiéndolo a la burla del público«.
El New York Daily Tribune también dio espacio al tema de la exhibición de Ota Benga en el zoológico con el propósito de demostrar la teoría de la evolución. La justificación del director darwinista del zoológico fue de una total falta de escrúpulos:
»La exhibición de un pigmeo africano junto a un orangután en la misma jaula en el Parque Zoológico de Nueva York la semana pasada, suscitó una crítica considerable. Algunas personas declararon que era un intento del director Hornaday de demostrar una estrecha relación entre los negros y los monos. El doctor Hornaday lo negó: ‘Si el pequeño sujeto está en la jaula’, dijo, ‘es porque allí está más cómodo y porque estamos indecisos respecto a qué hacer con él. En ningún sentido es un prisionero, excepto que nadie estaría de acuerdo en permitirle que se pasee por la ciudad sin que alguien lo vigile’ ».
Algunos grupos religiosos se sintieron a disgusto por la exhibición de un ser humano en el zoológico junto a animales y por el trato tan cruel que se le estaba dando. En el New York Globe apareció una de estas quejas:
»Editor del Globe: Señor. Yo viví en el sur varios años y en consecuencia no estoy tan encariñado con los negros, pero los considero seres humanos. Pienso que es una vergüenza que las autoridades de esta gran ciudad permitiesen ver algo como lo del Parque del Bronx, es decir, un muchacho negro exhibido en una jaula de mono… Todo este asunto del pigmeo debe ser investigado… A. E. R. New York, 12 de Setiembre«.
Otra petición donde se pide que Ota Benga sea tratado como un ser humano fue la realizada por el reverendo Mac Arthur:
»La Exhibición de un Ser Humano y un Mono es Censurada por Clérigo. El Rev. Mac Arthur Opina que la Exhibición es Degradante.
‘La persona responsable de esta exhibición se degrada a sí misma a la vez que degrada al africano’, dijo el Dr. Mac Arthur. ‘En vez de hacer de este hombre pequeño una bestia, debería llevarlo a la escuela para que desarrolle las facultades que Dios le dio’.
El Dr. Gilbert dijo que ya había determinado que la exhibición era un ultraje y que junto con otros pastores se unían al Dr. Mac Arthur para que ese habitante del bosque sea liberado de la jaula de los monos y sea llevado a otro lado«.
La Conferencia de Ministros Bautistas Negros pronto denunció la “exhibición degradante”. “Nuestra raza ya está lo suficientemente deprimida”, dijo el reverendo James Gordon, “sin (tener que) exhibir a uno de nosotros con simios. Creemos que merecemos ser considerados como seres humanos con almas”. Gordon también se opuso a la exhibición como prueba del darwinismo. “La teoría de Darwin es absolutamente contraria al cristianismo”.
William Hornaday, el director del parque del Bronx, defendió con vehemencia su exhibición. “Estamos cuidando excelentemente al chiquito”, dijo. “Tiene uno de los mejores cuartos en la casa de los primates”.
Y The New York Times opinaba que “es absurdo quejarse por la supuesta humillación y degradación que estaría sufriendo… La idea de que los hombres son todos iguales excepto cuando han tenido o carecido de oportunidades de educación es ahora anticuada”.
El calvario de Ota Benga terminó en septiembre del 1906 cuando una institución religiosa se hizo cargo de él, y lo llevaron al orfanato y asilo Howard Colored. Allí sus dientes fueron reparados, se le dieron ropas a la europea y recibió clases en el Seminario Teológico y Colegio de Virginia. La poetisa Anne Spencer se hizo cargo de su tutela.
Abandonó su educación formal y se puso a trabajar en una fábrica de tabaco. A Ota se le hizo muy difícil con 32 años adaptarse a un estilo de vida que era desconocido para él. Prisionero entre dos mundos, el trato tan inhumano que había recibido anteriormente fue tan humillante que al final Ota Benga terminó suicidándose.
Al humillar a Ota Benga, las personas que cometieron el acto no se dieron cuenta que se humillaron a si mismo. Que triste y decepcionante que exista gente como esta que se cree superior. La soberbia nos sigue perdiendo. Buen dia y buen reportaje, felicidades.
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