“Antros oscuros de Loja, cavernas tenebrosas con ríos subterráneos y saltos de agua que infunden pavor por su ruido misterioso, aseguran las gentes que en esas profundidades están, desde el tiempo de los moros, encerrados cientos de personas, almas en pena ya, fabricantes de dinero para aumentar los tesoros que en este mundo guardan los reyes de la morisma.”
Así describía este paraje Washington Irving en sus “Cuentos de la Alhambra”, recomendando “Los Infiernos” y catalogándolos como un destino fascinante para cualquier viajero dispuesto a descubrir las maravillas de la siempre sorprendente naturaleza.
El embrujo romántico del reino de Granada aflora en Loja, la estratégica ciudad enclavada entre dos sierras, en el punto donde el Genil rompe el cerco de montañas que ciñen la Vega. Su perfil, con la alcazaba nazarí escoltada por campanarios cristianos sobre un mogote rocoso, sigue produciendo un golpe de efecto en la retina de los viajeros.
Dejemos que sea un emocionado Washington Irving el que nos introduzca en la primera etapa granadina de su peregrinaje a través del corazón de Andalucía: «Nuestra ruta vespertina nos llevó por un vertical y escarpado desfiladero montañoso llamado Puerto del Rey; se trata de uno de los grandes pasos que dan acceso a los territorios granadinos, por el que el rey Fernando condujo a sus tropas. Al anochecer, el camino ofreció a nuestra vista, tras rodear una colina, la famosa ciudad fronteriza de Loja, que rechazó a Fernando desde sus murallas. Su nombre árabe significa guardián, y eso es lo que fue para la Vega de Granada, uno de sus centinelas avanzados. Fue en su día la fortaleza del fiero veterano Alí Atar, suegro de Boabdil… Por su situación dominante a las puertas de este paso montañoso, Loja ha sido denominada, con notorio acierto, la llave de Granada».
Alli en la hermosa ciudad de loja podemos encontrar un fascinante paraje conocido como Los Infiernos de Loja.
Es difícil pensar que el río Genil pueda generar grandes cascadas y desfiladeros. Eso es lo que hace en la localidad de Loja, muy cerca del pueblo, en el paraje que se conoce como Los Infiernos de Loja. Un enorme cañón en la tierra por el que discurre el río a más de 20 metros de profundidad, y sobre el que cae una gran cascada de agua que se conoce con el nombre de Cola de Caballo. Los mantiales de los acuíferos del Manzanil, Terciado y Frontil provenientes de las Sierras de Loja y del Hacho vierten sus aguas carbonatadas al Genil, en la zona de los Infiernos, por lo que se generan extrañas formaciones rocosas. Todo un espectáculo que se puede contemplar gracias a la adecuación de caminos que se ha hecho y la construcción de un mirador que cae sobre los infiernos. El río Genil, mediante el arrastre y depósito de materiales, ha originado dos niveles de terrazas. Sus aguas fluyen entre ambos niveles en forma de cascadas, erosionando la roca hasta encajarse profundamente en ella. Estos cerramientos producen, en algunos puntos, corrientes rápidas de agua que originan cascadas .
Los infiernos son caídas de agua declarados Monumento Natural ubicados a dos kilómetros de la población de Loja, encierra una gran riqueza ecológica y paisajística; en esta parte el río Genil se encierra encajonándose en la roca caliza donde gracias a las cascadas se han formando fenómenos geológicos como los travertinos que por la acción de la caída de las aguas de los arroyos que se dirigen al río Genil conteniendo bastante bicarbonato cálcico han moldeado las rocas erosionables, pasando a formar los Infiernos Altos y Bajos. La Cola del Caballo que tiene de 8 a 10 metros de salto, que solo se puede ver ocasionalmente ya que debido a la existencia de una embotelladora de agua recientemente en funcionamiento en el nacimiento del Manzanil, es a veces detenida en su curso. Para observar este monumento natural se puede acceder tomando dos caminos, uno nos lleva a través de Los Molinillos, que avanza junto al río Genil para poder ver los travertinos formados por el agua en los que se observan diversas figuras cual estalactitas.
El otro camino nos lleva a través de La Esperanza, por donde se llega a un mirador construido para observar las caídas de agua desde el frente. Las vías están señalizadas y siempre van atravesando el campo cubierto por cultivos.
Los infiernos albergan especies de flora para las que la humedad del lugar constituye una gran fuente de vida, habitan aquí los sauces, olmos, chopos, rosales silvestres, zarzamoras, majuelos, cola de caballo, que es la que probablemente dio nombre a la cascada de la Cola de Caballo, también se benefician los cultivos agrícolas, y de la fauna podemos destacar la existencia de ranas, galápago leproso, cangrejo de río, trucha común, barbos, moluscos de agua dulce, etc., y aves como las garzas reales, garcillas, lavanderas cascadeña, currucas y petirrojos.
En la zona de El Batán se han instalado barandas integradas en el entorno como sistema de seguridad ante los enormes tajos que se abren en este punto del monumento. Las barandas permiten además contemplar más cómodamente el paisaje sin correr riesgos. La señalización prevista permitirá consultar el nombre y las características del entorno que se observa en cada punto, no sólo del propio paraje de Los Infiernos sino de todo lo que lo rodea, como la Sierra de Loja, el Monte Hacho, el valle del Genil o el cierre de la Vega de Granada. El regidor lojeño lo calificó como "un punto excepcional para contemplar y conocer nuestro medio geográfico y medioambiental, donde -no por casualidad- se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Loja".
Los Infiernos está casi sin salir de la ciudad. Es como Central o Hide Park, el pulmón de Loja, donde llega la calma paseando junto al río Genil en su encajonamiento sobre la tierra caliza
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