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miércoles, 3 de abril de 2013

ANITA DELGADO, LA MAHARANI DE KAPURTHALA

Conocida también como Anita Delgado, nació el 8 de febrero de 1890 en Málaga (España). Hija de Ángel Delgado de los Cobos y Candelaria Briones, los cuales regentaban un pequeño Café "La Castaña", en el que Ana pronto reveló sus inquietudes artísticas y que junto a su hermana Victoria comenzó a asistir a clases de declamación. El interés de Anita por estas clases hizo que su padre le renovara la matrícula, a pesar de la mala situación financiera.
Finalmente la situación se hizo insostenible y deciden emigrar a Madrid, donde continuó sus estudios y —junto a su hermana, y a pesar de la contrariedad de su padre— debutó como telonera en el café-concierto Central-Kursaal.
Las contrataron a razón de treinta reales la noche para hacer de teloneras y bailar entre pase y pase de las artistas en el Central Kursaal, donde acostumbraban a reunirse y pasar sus buenos ratos los bohemios de la época. «Por una pesetilla, se pasaba uno la noche viendo bailar a Pastora Imperio, a la Argentina ,a las Esmeraldas, a la Bella Belén, a Mata Hari y oyendo a la Fornarina, a la Malaguita, a Candelaria Medina». De teloneras actuaban dos adolescentes malagueñas ,Victoria y Anita que recibían el nombre de «Las hermanas Camelia». Las acompañaba siempre su madre, celosa guardiana de la virtud de las niñas.
A este local acudían muchos intelectuales y artistas, entre ellos figuraban los pintores Julio Romero de Torres y Ricardo Baroja que pidieron a las dos hermanas posar para ellos. Anita, que por entonces tenía 16 años, no aceptó, cosa que sí hizo su hermana Victoria.
En aquellas fechas se iba a celebrar la boda del rey Alfonso XIII con la princesa Victoria Eugenia de Battenberg, por lo que en Madrid se dieron cita personajes de la realeza de todo el mundo. Uno de estos personajes, el Maharajá de Kapurthala, Jagatjit Singh, acudió al espectáculo y quedó fascinado con la joven malagueña. Aunque ya tenia un harén de ciento veinte mujeres –cuatro principales y el resto concubinas- Jagatjit Singh se enamoró de Anita nada más verla.
Tras el atentado de Mateo Morral a los Reyes de España, los invitados se apresuraron a regresar a sus países. Desde Francia, el Maharajá insistía y pedía a Anita que se casara con él. En un principio no aceptó, pero mas tarde decidió escribirle. Enseñó la carta a sus amigos escritores para que le corrigieran la ortografía: «Mi cerido rey, malegraré que esté usté con la cabal salú que yo para mí deseo. La mía bien. Adiós gracias. Sabrá usté...» Los amigos hicieron algo más: Valle-Inclán le redactó una carta digna de una princesa, luego la tradujeron al francés y pagaron el franqueo. Valle-Inclán siempre creyó que el final feliz de aquella historia se debía a él en buena parte y se pasó la vida esperando una exótica condecoración concedida por el príncipe indio.
Y así, con dinero y promesas de una vida mejor, el Maharajá convenció a los padres de Anita para que dejaran que se trasladara a París, donde se casó por lo civil con el Maharajá. Así empezó su vida en París, desde que se levantaba hasta que se acostaba todo estaba controlado por Louis Dujon, su institutriz francesa.
Lo que sigue es en apariencia la historia de un cuento de hadas. El apuesto príncipe le construyó una réplica del palacio de Versalles —al que llamaban el Elysée—, sus jardines, las imponentes verjas de hierro, los paseos, todos los detalles fueron copiados minuciosamente. Su interior fue decorado con antigüedades traídas de Europa para que se sintiera como una reina. En sus diarios la joven recuerda: «En Bruselas mi educación se amplió con protocolo, que ahora ya me habían explicado lo que era, además de baile, inglés, tenis, patinar, montar acaballo, piano, dibujo y billar». Anita cambió radicalmente de vida al viajar hacia la India en 1908 para casarse con un rey que le doblaba la edad y apenas empezaba a querer.
Contrae matrimonio el 28 de enero de 1908 a la edad de 18 años, por el rito sij. La ceremonia de Kapurthala será recordada por su majestuosidad; la novia acudió a lomos de un elefante lujosamente adornado. No falta quienes consideran que se trató de en realidad de una compra de esposa. Las enormes sumas de dinero que recibió su familia, los lujosísimos regalos que recibió ella, las joyas fabulosas….. Todo eso fue solo el principio de una historia personal fascinante y llena también de claroscuros.
La Raní Prem Kaur de Kapurthala, como se llamó desde la boda, vivió rodeada de riquezas extraordinarias, de sirvientes, de caprichos exquisitos, de brillos y pompas orientales más allá de lo imaginable, de un universo, en definitiva, fastuoso y envidiable. Había aprendido a montar a caballo, a tocar el piano, bailar, hablar francés e inglés y comportarse como la maharahaní. Sin embargo, no llegó a amar a su esposo. Sufrió el vacío que le hicieron las otras mujeres en el Kamra Palace, el antiguo palacio del Majaraha, y vivió aislada y llena de nostalgia por su familia y su país, encontrando refugio en su hijo, Maharajkumar Ajit Singh.
Anita, autoritaria e independiente, vive a la europea, pasea sola, recibe amigos y logra que su único hijo, Ajit, sea educado en Europa. Desde el principio, aunque se sabe la favorita, se niega a formar parte del harén del maharajá y critica el feudalismo. Escribe libros de viajes, envía colaboraciones a periódicos, y durante la primera guerra mundial colabora con la Cruz Roja y la causa francesa.
En 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, la pareja viajó a Europa para dar apoyo al bando aliado y suministrar importantes donativos a hospitales franco-británicos. Anita llegó a conocer a Gandhi y se implicó en la lucha contra tradiciones retrógradas indúes que denigraban a la mujer. Se muestra partidaria de mejorar la situación de las mujeres y lucha, entre otras cosas, contra las bodas de niños y la quema de viudas.
Su sueño oriental acabó en 1927. Una grave enfermedad la obligó aguardar reposo y estuvo apartada de la vida palaciega varios meses. Para mejorar su salud se instaló en las tierras altas, en el palacio del Maharajá de Cachemira situado junto a un lago, frente a las cumbres del Himalaya.En todo este tiempo no tuvo noticias de su marido. Tras once largos meses, Anita regresó a Kapurthala pero ya no era la favorita del príncipe, éste en su ausencia la había sustituido por una joven inglesa. No sería la única, varias europeas desfilaron por la vida del Maharajá pero aguantaron poco. La última, una muchacha checa de nombre Tara Devi, se suicidó cuando el príncipe la obligó a cambiar de religión y entrar en su harén.
El Maharajá, poco a poco, fue prestando menos atención a Anita y la intención de convertir a Anita, una mujer de fuerte carácter y personalidad, en una esposa sumisa, hicieron mella en el matrimonio que comenzó a distanciarse. Anita mantuvo un breve idilio con Maharajkumar Karamjit Singh, hijo del maharajá y de Rani Kanari Sahiba.Idilio que es descubierto por el Maharajá cuando la descubre en un hotel londinense en íntima compañía con su hijo menor -a quien su padre obligó a casarse de inmediato- y que fue el gran amor de Anita. Como consecuencia de esta relación, Anita se queda embarazada, siendo obligada a abortar por su marido.
En cuanto se repone de la grave anemia causada por el aborto, el Maharajá se divorcia de ella, prohibiéndole volver a la India pero dándole una pensión vitalicia a condición de que no vuelva a casarse. Anita y el hijo del maharajá siguieron viéndose a escondidas después de que abandonara la India: fugaces encuentros en Deauville, en Biarritz, en Londres o en París.
Deja atrás dieciocho años como esposa favorita de un Maharajá y a partir de ese momento, vive a caballo entre París, Madrid y Málaga. A pesar de la distancia, el maharajá y ella mantuvieron una relación de respeto mutuo.
Durante la Guerra Civil española, se refugió en París, donde conoció al Ginés Rodríguez Fernández de Segura. Una relación sentimental que nunca salió a la luz. Ginés era un malagueño de buena familia casado con una prima de Anita Delgado. Agente de bolsa, hombre culto que hablaba a la perfección varios idiomas, había sido diputado por las Cortes en el Gobierno de Lerroux antes de que la Guerra Civil le obligase a refugiarse en Francia.
Iniciaron su idilio en 1936, en París. Cuando acabó la Guerra, ambos regresaron a Madrid. Vivían oficialmente en pisos separados, Ginés en Paseo de Rosales y Anita en Marqués de Urquijo. Los domingos salían en el Mercedes 180 de Anita a pasear por los alrededores de Madrid. Viajaban juntos con mucha frecuencia. Pero ella no quería dar publicidad a su relación por una simple razón: por temor a que el Maharajá le redujese o le cancelase la pensión. Una pensión que les permitió a ambos vivir como maharajás en el corazón de Madrid. Tenía dos doncellas, un cocinero, una cocinera y un chófer.
ANITA Y GINES
A lo largo del año 1962, Anita Delgado se fue apagando poco a poco. Hablaba mucho de La India, de sus viajes, de las recepciones en los palacios de otros maharajás, de las cacerías. Padecía del corazón y al final, el 7 de julio de 1962 murió en su casa, en los brazos de su hijo, que llegó justo a tiempo para asistir a sus últimos momentos. Fue él quien tuvo que luchar con la Iglesia católica, que se negó a autorizar a que Anita fuese enterrada en un camposanto. La culpa la tuvo un párroco que decidió que Anita había perdido la religión católica al casarse con el Maharajá. Su hijo tuvo que presentar documentos y certificados para convencer al clero de que Anita nunca había dejado de ser católica. Tuvo que solicitar la intervención se sirvientes y amigos para apoyar sus alegaciones, y al final, consiguió convencerles y Anita descansa en el cementerio de San Justo junto a los de Ginés Rodríguez.
Escribió un libro de sus impresiones en la India titulado "Impresiones de mis viajes a las Indias". Su biógrafa oficial, Elisa Vázquez de Gey, escribió tres libros sobre Anita Delgado, la Princesa de Kapurthala. Asimismo, el escritor Javier Moro, escribió su novela Pasión India (2005) basada en la vida de Anita Delgado.
El hijo de Anita tuvo una hija, Maha Akhtar, que es escritora y bailaora de flamenco. Ha recibido de parte de la casa real el título de Maharajkumari Sahiba, y escribió en 2009 un libro titulado " La nieta de la maharaní".

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