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jueves, 7 de marzo de 2013

LAS MUJERES MAS MALAS DE LA HISTORIA; "9, MYRA HINDLEY,LOS ASESINATOS DE LOS PARAMOS "

De mirada penetrante, rostro anguloso y peinado abombado, Myra Hindley, posa de frente a la cámara. Con esa imagen de escultura de piedra se convirtió en una de las mujeres más odiadas de Gran Bretaña. La razón: haber participado en el asesinato de cinco niños en los sesenta.
Hindley, tuvo una infancia difícil, pues su padre con frecuencia las golpeaba a ella y a su madre, a pesar de esto era una estudiante destacada en la escuela y le gustaba practicar deportes. Sin embargo a los 15 años de edad, la muerte de su mejor amigo la volvió retraída y descuidada, tanto que abandonó sus estudios.
Al trabajar en una empresa química conoció y se enamoró del hombre que la hizo perder la razón y hasta el control de su propia voluntad, Ian Brady. El joven tenía ya un prontuario policial, por violencia y casos de abuso sexual.
Durante un año Hindley estuvo enamorada en secreto de Brady hasta que éste se atrevió a mirarla e iniciaron el noviazgo. Myra se sumergió en un romance intenso y abrazó las ideas nacionalsocialistas que les enseñó Ian, tanto que hasta leyó libros como Mi Lucha, de Adolfo Hitler y la obra del Marqués de Sade. 
El desenfreno por el crimen lo mostraban como pareja, tanto que llegaron a iniciar una carrera como artistas porno, pero desistieron al poco tiempo. Además, juntos robaron varios bancos.
IAN Y MYRA POSAN EN UNO DE LOS
ENTERRAMIENTOS
DE SUS VICTIMAS
En julio de 1963, la primera víctima de la pareja fue Pauline Reade, la joven de 16 años de edad, iba camino a un baile en su ciudad cuando Myra se le acercó para pedirle que la ayudara a buscar un guante que se le había perdido.
La jovencita, que era amiga de la hermana menor de Hindley, se fue con ella al páramo Saddleworth, sin saber que caminaba hacia una emboscada mortal. Brady, llegó al lugar y allí la violó, la golpeó y apuñaleó, Hindley fue su cómplice. Ambos enterraron el cuerpo.
En noviembre del mismo año la pareja volvió a atacar, la víctima, John Kilbride, de 12 años de edad. El niño estaba saliendo de un supermercado al atardecer y los criminales le ofrecieron llevarlo a su casa en el carro para evitar cualquier peligro. Con la misma mentira del guante perdido, se detuvieron en el páramo para buscarlo, allí Brady abusó sexualmente del muchacho, lo estranguló y lo enterró en el páramo.
Keith Benneth, de 12 años de edad, iba a la casa de su abuela en junio de 1964 cuando la pareja se le acercó a pedirle que los ayudara a meter unas cajas en la camioneta. Hindley le ofreció llevarlo a su casa y en el mismo páramo se detuvieron para supuestamente buscar el guante perdido. Brady atacó sexualmente al chico, lo estranguló y lo enterró en el terreno.
Seis meses después la pareja escogió a su próxima víctima en un parque de diversiones, esta vez una niña de sólo 10 años de edad, Lesly Ann Downey. Brady y Hindley le pidieron que los ayudara a cargar unos paquetes hasta su carro y luego hasta su casa, la pequeña accedió.
En la casa la pareja torturó a la niña, la desnudaron, la golpearon, le tomaron fotografías y la grabaron. En las grabaciones se escuchaba a la niña clamar para que la dejaran irse a su casa con su mamá. También se distinguía la voz de Hindley gritándole a la pequeña para que se callara y amenazándola con golpearla.
Hindley guardó las fotos y las cintas de grabación en dos maletas, las cuales serían usadas por la policía como la evidencia decisiva en su contra, unos meses más tarde.
Después de que Brady abusó sexualmente de la pequeña, la estranguló y al día siguiente enterraron el cuerpo en la loma donde ejecutaron los demás asesinatos.
En 1965 la pareja buscó otra víctima, esta vez fueron a la Estación Central de Manchester. Brady atrajo al joven de 17 años de edad Edward Evans y lo convenció de que fueran a su casa a tomarse unos tragos.
A la casa de la pareja llegó el cuñado de Hindley, David Smith, sin saber que sería el testigo de un asesinato. El joven vio cuando Brady destrozaba la cabeza de Edward con un hacha.
La pareja criminal le pidió a Smith que los ayudara a enterrar el cuerpo a lo que el muchacho dijo que sí, para despistarlos. Al día siguiente los denunció a la policía, ese fue el último día de los asesinos de Moors, como se les conoció desde entonces.
Hindley y Brady fueron condenados por los asesinatos a cadena perpetua.
Auque ella apeló durante 40 años para salir de la cárcel por buen comportamiento, la justicia británica nunca la absolvió. Myra murió por una complicación respiratoria el 16 de noviembre de 2002. Antes de su muerte pidió que sus cenizas las tiraran en la pradera donde décadas antes murieron sus víctimas.

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