El pueblo de los Uros, ubicado a 6 km de la Ciudad de Puno, Perú, ha resistido el paso del tiempo sobre islas hechas de totora, un paisaje artificial confeccionado completamente a mano. La tecnología constructiva del pueblo de los Uros, se ha transformado en la tradición que ha permitido la permanencia de un pueblo flotante, adaptable y renovable.
A continuación veremos la tradición constructiva de la Totora, material que ha posibilitado la subsistencia y el ecosistema de uno de los pueblos indígenas más particulares y remotos de Sudamérica, quienes nos entregan una muestra sensible de sustentabilidad y resiliencia a través de un profundo vínculo con el territorio.
Los Uros (del aimara uru; "los de la aurora") son una etnia altiplánica originaria, arraigada hace aproximadamente 300 años sobre las aguas del lago Titicaca, a 3.200 metros de altura y próximos a la Ciudad de Puno, capital folclórica de Perú y principal urbe del Titicaca peruano.
La Islas de los Uros, acogen una de las culturas de mayor riqueza paisajística, dado a la particularidad de su sistema constructivo en base a la totora.
Sobre alrededor de 80 islas, viven aproximadamente unos 2000 Uros. Cada una, tiene un nombre y un presidente. El paisaje que las acoge, es un archipiélago verde, hogar donde susbsisten más de 70 especies de aves que se alimentan de las truchas, pejerreyes y carachis que habitan las aguas de la Reserva Nacional del Titicaca. La Totora, es la principal planta que crece en esta zona y su uso no se limita sólo a la construcción de las islas.Este material ha sido capaz de transformarse en el suelo, el abrigo, el alimento y la artesanía, que no sólo les ha permitido levantar sus viviendas o chukllas, sino que ha tejido una compleja trama de pequeñas infraestructuras y actividades de menor escala como escuelas, miradores, cocinas, restaurantes y una iglesia.
Todo en este pueblo está hecho en base a la totóra (del quechua t'utura) familia de las ciperáceas, que crece comúnmente en los esteros y pantanos de América del Sur. La totóra es una planta que se caracteriza por ser una especie herbácea perenne y acuática utilizada por diversos pueblos originarios, tanto en la construcción de tejidos estructurales, como en revestimientos, ya sea para embarcaciones, muros, cubiertas o mobiliario. Su tallo posee una sección transversal circular y mide entre uno y tres metros de largo.
El Kilhi, es la raíz de la totora, que mezclada con la base de la tierra del lago, forma una capa natural sobre la cual las raíces se entretejen y enmarañan, moldeando una especie de corcho que flota. Este elemento es primordial para la fundación del sistema constructivo de las Islas.
EL Kilhi, sólo se puede encontrar una vez al año, generalmente en verano, cuando el nivel del agua sube, ya que es la presión del agua, la que hace que la raíz de la totora se rompa y flote naturalmente. Un bloque grande de kilhi puede pesar entre 300 a 500 kilogramos, mide aproximadamente entre 5 a 6 metros de largo, 2 a 3 metros de ancho y posee alrededor de 1 a 3 m de espesor.
La construcción comienza cortando la totora de los humedales. Para ello, utilizan una herramienta llamada Kiniña; (palo largo en cuya punta, se ata un cuchillo muy filoso). Los Uros nunca cortan la totora desde la base de la raíz; lo que hacen es dejar unos 30 cm. aproximadamente desde la raíz, hasta el punto en que se va a cortar -de esta manera, después de 6 meses la totora vuelve a crecer-. Luego, con sus raíces se arman bloques de Khili, de aproximadamente 15 centímetros, los que se unen posteriormente mediante estacas y cuerdas, conformando bloques mayores. La cantidad de piezas de Kilhi para la construcción de las islas, dependerá de la cantidad de familias que habitarán sobre ellas.
Cuando las piezas están en el río, comienza el anclaje de los bloques. Las anclas se configuran a partir de troncos de eucaliptos de unos 3 m.,que son amarrados a los bloques mediante cuerdas hechas con paja o "keswa", reforzadas y hundidas con piedras.
Cuando los bloques se encuentren en en una posición estable, se arrojan largas capas de totora seca en posición de cruz, revistiendo la totalidad de la superficie, hasta lograr un nivel de 1.30 m de espesor. Este revestimiento de capas de totora, sumado al 1.5 m de kilhi, conforman un suelo de 2.80 m de espesor final. Para su mejor conservación los pobladores, tienen un constante trabajo de arrojar plantas de totora cada uno o dos meses, de modo de evitar la desintegración de las islas, ya que cada un año, las islas se hunden aproximadamente entre 50 y 70 cm.
Al terminar la capa final del suelo de la islas, se procede con la construcción de las viviendas o chukllas. Para este proceso, sitúan una pieza extra de kilhi y totora sobre el suelo, que sirve como base o sobrecimiento de 45 cm de espesor, con el fin de contrarrestar la humedad. Cada vivienda posee una sola habitación y se estructura en base a marcos de madera y tejidos de caña. La cocina es exterior para evitar incendios y los baños se encuentran en una isla independiente a la de las viviendas.
Sin embargo, las viviendas, poseen una duración de unos cinco años. Las Islas por su parte, tienen una vida de entre unos 30 o 40 años aproximadamente, luego de este tiempo, el Kilhi, se pudrirá con el agua y comenzará la construcción de una nueva isla.
Un paisaje artificial sustentable y renovable donde todo gira alrededor del lago y al constante trabajo de recolección y mantención, es una clara muestra sobre cómo el diseño es una herramienta que da sentido al territorio.
La Arquitectura de los Uros, no sólo da cuenta de una respuesta específica frente a un problema, sino que da cuenta de una comprensión de la materia en torno al tiempo, donde estructura social y estructura espacial se concatenan de manera elemental. Es decir, un sólo material puede ser manipulado y transformado por siglos, para sincronizar y proveer al mismo tiempo, protección, suelo, alimento, combustible, transporte y economía.
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