La Naranja es una fruta con historia propia con más de 20 millones de años de antigüedad de los primeros cítricos: desde su orígenes en el sudeste asiático, pasando por la mitología griega y su propagación de oriente a occidente. Las primeras variedades de cítricos poco tenían en común con la naranja dulce que conocemos hoy en día.
En la mitología se habla del árbol de las manzanas de oro que según se dice se refería a las naranjas, consideradas como una valiosa fruta. Tan valiosa se consideraba esta fruta que Gea le regalo a Juno el Jardín de las Hespérides como regalo de boda. Este jardín se sitúa en el monte Atlas, que estaba poblado de naranjos.
Este fruto proviene del árbol del naranjo en su variedad dulce (Citrus × sinensis), o en la amarga (Citrus x aurantium) los cuales son originarios de China, India, Vietnam y Birmania. La etimología de la palabra ‘naranja’ es tan interesante como la ruta que siguió para llegar a Europa y luego extenderse por todo el mundo. Así tenemos que el vocablo proviene del sánscrito ‘narang’, zona de la cual pasaría a Persia junto con la palabra ‘narensh’, de allí al árabe ‘naranjah’ y por supuesto éstos la trajeron a la Península Ibérica tomando el nombre actual en castellano y mutando lentamente en cada lengua con ‘laranja’ en portugués, ‘arancia’ en italiano y ‘orange’ en francés e inglés.
En aquella época medieval la única naranja conocida en Europa era la amarga o ‘Aurentium’, pero con las grandes conquistas navales portuguesas del siglo XV llegaría la variedad dulce o ‘Sinensis’, al igual que la ‘Reticulata’ que posteriormente pasaría a llamarse mandarina y por lo tanto, a descatalogarse como naranja. A su vez, los marinos españoles, holandeses y portugueses la trajeron al Nuevo Mundo como prevención contra el mal del ‘escorbuto’, enfermedad que se caracterizaba por hemorragias de pequeño y gran tamaño en la piel y las encías, así como en inflamación de folículos pilosos; y plantaron el árbol en el Caribe, Sur y Norteamérica, llegando incluso hasta California y Hawaii, posteriormente.
En los tiempos modernos y con el avance de la genética frutícola, se han podido conseguir hasta 300 variedades a lo largo del mundo, de entre las cuales figuran a nivel de importancia de consumo humano y sobretodo de este lado del planeta, la Navel o California, la Navelina, la Valencia Late, la Sevilla Amarga, la Natal o la Sanguinelli. La mejor época para su colecta es en invierno, sobretodo desde octubre y hasta primavera, sin embargo, existen algunas variedades concretas que pueden recogerse en verano, por lo tanto su consumo se da durante todo el año, aunque el consumidor suela asociarlas más con las temporadas frías por su altísima fuente de Vitamina C que ayuda a combatir gripes y resfriados subiendo las defensas del organismo
La recolección debe de ser manual y de realizarse con alicates, evitando el ‘tirón’ por parte de los recolectores.
Supone el 25% de los costes totales de la producción y emplea más del 50% de la mano de obra requerida en el cultivo.
Los envases empleados en el proceso son capazos o cajas de plástico con capacidad, siendo deseable rellenarlas con protecciones de goma espuma y efectuar un volcado muy cuidadoso. Una vez en los envases definitivos deben de cargarse en camiones ventilados y trasladarse directamente al almacén, procurando evitar daños mecánicos en el transporte.
El vistoso árbol del naranjo pertenece a la familia Rutaceae con una medida de 6 a 10 metros, con ramas poco vigorosas y tronco corto. Sus hojas son de limbo grande, alas pequeñas y espinas no muy acusadas y sus flores son ligeramente aromáticas, solas o agrupadas con o sin hojas. Los brotes con hojas (campaneros) son los que mayor cuajado y mejores frutos dan.
El campeón de la producción de este fruto es Brasil, que para el año 2008 según cifras de la FAO, produjo alrededor de 18,5 millones de toneladas, seguido de lejos por los Estados Unidos con 9,1 millones de toneladas, India y México con 4,3, China 3,6, España 3,3, Irán 2,6, Italia 2,5, Indonesia 2,3 y Egipto 2,1 millones de toneladas respectivamente.
Este árbol que es muy sensible a las heladas, suele regarse cuando se prevéen temperaturas bajo cero, para que el agua se transforme en hielo y proteja en el punto de congelación al fruto, ya que este no resiste la temperatura del aire cuando roza los –3 ºC.
La naranja en todas sus variedades hace gala de portentosas cantidades de vitamina C, así como importantes cantidades de ácido fólico, minerales y fibra soluble, útiles para la disminución de colesterol y glucosa en sangre, así como para el desarrollo de la flora intestinal.
Igualmente, es un coadyuvante en la producción de colágeno que favorece el crecimiento de células, tejidos, encías, vasos y huesos, así como colabora en la mejora de la cicatrización y tiene efectos positivos en disminución de alergias y contrarresta algunos problemas circulatorios y de varices. Asimismo es un fuerte antioxidante que neutraliza sustancias cancerígenas como las nitrosaminas y va bien sobretodo para el cáncer de estómago como asevera un estudio del Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos.
Es un fuerte antioxidante que neutraliza sustancias cancerígenas como las nitrosaminas
Por si fuera poco, las naranjas aportan también carotenoides que ayudan a la prevención del cáncer y luteína y zeaxantina que protegen de la degeneración ocular. Se ha detectado médicamente que también son óptimas para favorecer la absorción intestinal del calcio y facilitar la eliminación de residuos tóxicos como el ácido úrico.
Por otra parte, es bien sabido que tanto la piel como la flor de esta especie de ‘panacea’ universal, conocida como azahar, han sido tradicionalmente utilizadas en la medicina naturista; la primera para el tratamiento de bronquitis crónica y la segunda en forma de infusión para combatir estados de ansiedad y nerviosismo, así como para conciliar el sueño.
Por lo tanto, no cabe duda de la importancia que detenta esta maravilla alimenticia, amén de su importancia económica para países como España, por lo que es de vital importancia arraigar su consumo a nivel mundial, colaborando así con la buena nutrición de nuestras sociedades modernas.
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