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domingo, 10 de febrero de 2013

PLANTAS EXTRAORDINARIAS: Welwitschia mirabilis

Welwitschia mirabilis es una planta típica del desierto, adaptada a las duras y hostiles condiciones ambientales que reinan en el Namib. La planta crece en comunidades aisladas a lo largo de una estrecha franja de tierra que se prolonga longitudinalmente unos 1.000 km desde el río Kuiseb, en Namibia, hasta Mossamedes, en el sur de Angola. Su área de distribución coincide con el cinturón de nieblas costeras que se forman gracias a la combinación de las aguas frías del mar y los vientos constantes que empujan la humedad tierra adentro. Estas nieblas permiten que W. mirabilis penetre entre 100 y 150 km hacia el interior del desierto del Namib.
La planta se encuentra altamente especializada en vivir bajo las duras condiciones del desierto. La elevada presencia de estomas en ambas caras de las hojas le permite captar el agua directamente de las nieblas. La forma especial de sus hojas hace que éstas actúen como un embudo que dirige el agua de condensación hacia sus raíces. Pese a su eficaz aprovechamiento de la humedad ambiental, la planta necesita otros aportes suplementarios de agua, en un desierto donde las lluvias son escasas y erráticas. Este aporte lo suele conseguir de aguas subterráneas, gracias a su potente raíz.
El tronco de la planta presenta una corteza acorchada, que ha sido interpretada por los científicos como una adaptación de W. mirabilis al fuego, tan frecuente en la sabana.Los antílopes y los rinocerontes del Namib suelen masticar las hojas de W. mirabilis en los tiempos de sequía, obteniendo agua de ellas y escupiendo después las fibras. También suelen comer la parte blanda central de la que parten las hojas. Esta acción no llega a dañar a la planta, que puede continuar con su crecimiento a partir de los tejidos de los meristemos. El corazón de la planta ha sido también consumido por los seres humanos, antes de que la planta fuera protegida. Por lo visto su sabor era bueno, tanto en crudo como cocinado sobre las brasas. Esta planta excepcional fue descubierta en 1860 en el sur de Angola por el botánico austriaco Friedrich Welwitsch. Este científico recolectó y envió muestras de la planta a Sir Joseph Dalton Hooker, director del Jardín Botánico de Kew en 1862.
Hooker describió la planta y le puso su nombre en honor a Welwitsch, a pesar de que éste aconsejo llamarla Tumboa, que era su nombre nativo en Angola. El nombre de la especie “mirabilis” significa maravilloso en latín. Su nombre fue posteriormente cambiado a bainessi, en honor a Thomas Baines, artista y viajero que encontró también un ejemplar de la planta en el lecho seco del río Swakop, en Namibia, en 1861. Pese a este cambio, mirabilis sigue siendo el nombre específico reconocido hoy día. Los científicos creen que Welwitschia es una reliquia de la época jurásica, cuando las gimnospermas dominaban el mundo vegetal. Sus ancestros quedaron atrapados en un ambiente que lentamente se hizo cada vez más árido y del cual fueron desapareciendo todas las especies vegetales próximas, salvo esta.
Aunque no resulta fácil determinar la edad de los ejemplares de W. mirabilis, se estima que esta planta puede alcanzar con facilidad los 1.000 años de edad, y que hay individuos que superan los 2000. W. mirabilis se reproduce a partir de semillas y, por sus singulares características, esta planta llega a desatar pasiones entre los coleccionistas. Para cultivarla es necesario reproducir las condiciones de su hábitat original. Las semillas deben mantenerse húmedas y expuestas a la luz y al calor para favorecer su germinación. Los primeros ocho meses tras su germinación son los más delicados, porque la planta es sensible al ataque de hongos. Superado este tiempo, la planta se desarrollará con éxito, incluso en tiestos o macetas. Como consejos básicos a la hora de cultivar W. mirabilis, hay que destacar la profundidad y potencia que alcanza su raíz, por lo que habrá que buscar un contenedor adaptado a esta circunstancia. El sustrato a utilizar también es importante. Es preferible usar una mezcla de arena, aunque esto suponga más necesidad de riego y el aporte de fertilizantes. Los sustratos ricos en materia orgánica aumentan el riesgo de infecciones fúngicas en plantas propias de climas desérticos como esta.

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