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jueves, 24 de enero de 2013

MI GRANADA: EL CAMPO DEL PRINCIPE CON SU " SEÑOR DE LOS FAVORES"

Siglos antes de la llegada a España de los musulmanes (año 711) los judíos tenían su ciudadela en la orilla izquierda del río Darro.La ciudad se identificó con ellos de tal manera que los árabes la llamaban “Garnata al-Yahud” -Granada de los judíos-. Cuando los cristianos tomaron la ciudad, arrasaron el barrio de los judíos y lo renombraron “El Realejo”, ya que, por orden de los Reyes Católicos, fue adecentado un gran descampado que había en el lugar.
El Campo del Príncipe, también llamado plaza Campo del Príncipe, está situado cerca del cerro Mauror, por lo tanto, en la antigua Judería y actual barrio del Realejo, al pie de otro barrio típico, el de la Antequeruela.El Campo del Príncipe es el único espacio libre y amplio del barrio del realejo alto.Además, forma una gran plaza sumamente bella, tranquila y coquetona, la cual posee un tipismo totalmente granadino. Esta plaza se construyó sobre un solar, llamado por los árabes Abulnest (Abu I-Nayd, loma), donde hubo un antiguo cementerio musulmán. Pero el nombre de Campo del Príncipe le viene porque en el año 1497 el Ayuntamiento de Granada mandó, a instancia de la Corona, explanar y adecuar la zona para que en ella se celebraran las fiestas nupciales del príncipe Juan, único hijo varón de los Reyes Católicos. Pero la boda no se celebró en Granada, sino en Villasevil (Cantabria).
Así lo confirma también el doctor Toledo, médico de la Reina Católica: “Fízose el desposorio en Villasevil, cabe Santander, por mano del Patriarca de Alejandría y Arzobispo de Sevilla, Don Diego Hurtado de Mendoza”. Se explica la precipitada boda en este emplazamiento como consecuencia de la “impaciencia erótico-sexual del príncipe”, ya que la princesa había arribado al puerto de Santander con una numerosa escolta y con destino a Burgos, pero el príncipe salió con su cortejo a su encuentro, y éste se produjo en Villasevil, de ahí que los esponsales tuvieran lugar en esta localidad cántabra, si bien las grandes fiestas se celebraron en Burgos y Granada. En la noche del 3 al 4 de octubre de 1497, pocos meses después de su matrimonio, moría de unas fiebres, en Salamanca, el príncipe Juan, el heredero de los Reyes Católicos, y su esposa abortó el heredero que esperaba, de él, poco después de la muerte de su marido. Otros historiadores dicen que la muerte fue consecuencia del agotamiento sexual al que sometió a su cuerpo débil y enfermizo a causa de una cardiopatía congénita. Ésta segunda hipótesis es la más creíble. Sin embargo, la que es totalmente falsa es la que sostiene que el príncipe Juan murió como consecuencia de una caída de caballo en Campo del Príncipe, en Granada, y que la Cruz de El Señor de los Favores fue allí erigida en recuerdo de aquel triste acontecimiento.
El Señor de los Favores -de jaspe y alabastro-, considerado el monumento de Cristo crucificado más castizo de toda Granada por lo que significa para todos los granadinos en especial para los que viven en el barrio de El Realejo, fue costeado por los vecinos (greñúos) de El Realejo Alto, según consta en los Anales de Henríquez de Jorquera, quedando instalada en dicha plaza en el año 1640. ¿Por qué se les llama “greñúos” a los granadinos nacidos en este popular barrio? Porque, como ya he referido, El Realejo estuvo habitado por judíos hasta la expulsión de éstos de España en 1492, lo cual fue un acontecimiento de enorme significación, tanto para la población judía obligada a salir de nuestro país como para la sociedad española de la época. Los judíos de El Realejo, como los que vivían fuera de Granada y de España, llevaban la cabellera larga (guedeja), las mujeres también, aunque se la cubrían con un velo. Por tal causa, los demás ciudadanos de Granada les llamaban los “greñúos”, y así siguieron llamando a los cristianos que repoblaron El Realejo y a sus descendientes. Incluso, en nuestros días, a los granadinos de El Realejo se les continúa llamando igual.
Entre 1679 y 1682 Granada y toda su provincia padecen una epidemia de peste bubónica que hizo estragos en la población, aumentando vertiginosamente la mortandad. Precisamente en el barrio de El Realejo la incidencia de este mal fue mínima. Los “greñúos” se lo atribuyeron a la intervención de El Señor de los Favores, gracias a las oraciones de la gente que acudía masivamente ante su presencia. Precisamente en 1682 se traslada el monumento a un lateral de la misma plaza, lugar preferente, el mismo que ocupa hoy entre cuatro faroles de forja y rodeado por una verja también de hierro forjado. Como la devoción al Señor de los Favores fue creciendo, incluso fuera de los límites de la provincia de Granada, el Arzobispo Fray Bernardo de los Ríos Guzmán concedió, a todas las personas que rezaran al Señor de los Favores un Padrenuestro y un Avemaría, 40 días de indulgencias. Asimismo, en 1788, el Arzobispo D. Francisco de Perea confirmó esos 40 días de indulgencias a quien rezara un Credo al Señor del Campo del Príncipe.
En la frontal del monumento, debajo de la imagen del Señor de los Favores, hay un medallón en piedra, en el cual constan las indulgencias concedidas por D. Bienvenido Monzón y Martín,arzobispo de Santo Domingo (República Dominicana) y de Granada (1866-1885)El 24 de abril de 1884, en el Boletín Oficial del Arzobispado, se publica un Decreto de D. Bienvenido Monzón en el que, entre otras cosas, dice “Recomiendo que es grato a Dios rezarle en el Campo del Príncipe, ante el Señor de los Favores, cinco Padrenuestros en recuerdo de las Cinco Llagas de Cristo durante sus Pasión y Muerte, y tres Avemarías en recuerdo de las tres horas que pasó la Madre al pie de la Cruz”.La voz del pueblo atribuye a este Cristo un poder milagroso excepcional, sorprendente, que se manifiesta especialmente la tarde de un viernes cualquiera del año, pero sobre todo la del Viernes Santo. Esto que dice la voz popular se debe a una leyenda ancestral, que se transmite de generación en generación. Cuenta dicha leyenda que una bellísima y lozana joven del barrio, Dolores “La Perla”, le llevaba a ese Cristo crucificado los viernes por la tarde las flores más hermosas y frescas del jardín de su casa. Un viernes, tras colocar los ramos de flores, ante el Cristo, y mientras le rezaba, fue agredida por varios desconocidos. En seguida le pidió la muchacha al Cristo que la defendiera de los malhechores que intentaban abusar sexualmente de ella. Entonces un rayo apareció en un cielo sin nubes, iluminando la plaza y deshaciendo, por lo tanto, la oscuridad propia del atardecer. Seguidamente el brazo derecho de piedra del Cristo se desclavó del mármol de la Cruz y Jesús lo extendió sobre la cabeza de Dolores, como signo de protección. Ante este milagro, los facinerosos cayeron al suelo debido a la parálisis generalizada que invadió sus cuerpos. Dolores escapó corriendo, dejando atrás los cuerpos inmovilizados de sus ofensores.
Pasó cierto tiempo y el jefe de la pandilla, un caballero de la aristocracia granadina, ingresó en la Orden franciscana para redimir, mientras viviera, su culpa por su execrable acción criminal. Desde que el pueblo supo este lamentable suceso, siempre lleva flores al Señor de los Favores en especial la tarde de los viernes, culminándose cada año esta devoción y fervor popular el Viernes Santo. Dicho día, a las tres de la tarde, miles de granadinos y visitantes se reúnen en torno al Señor de los Favores para asistir al acto religioso de “Las siete palabras”, en medio de un espectacular silencio, y para pedir tres gracias, siguiendo una tradición que se remonta al siglo XVIII.En la década de 1680 se crea, en Granada, entre los devotos del Señor de los Favores, pertenecientes a los distintos gremios de la ciudad (panaderos, caldereros, carreteros, bodegueros, marmolistas…), una Asociación que es la semilla de la actual Cofradía del Cristo de los Favores (Iglesia de San Cecilio de Granada) y de la de Loja, Granada, (Iglesia de la Santa Catalina).
La Cofradía del Santísimo Cristo de los Favores de Granada capital fue fundada en 1928, aunque sus primeras reglas, aprobadas por la autoridad eclesiástica, datan del febrero de 1929 Hay que decir que a las imágenes de Cristo crucificado que se procesionan, tanto en Granada capital como en Loja, se les llama “El Santísimo Cristo de los Favores”. Sin embargo, al monumento que hay en el Campo del Príncipe se le denomina “El Señor de los Favores” y no “El Cristo de los Favores” como comúnmente se le conoce dentro y fuera de Granada. Desde que El Señor de los Favores fue restaurado a principios de esta década,se hecha de menos la inscripción, en piedra, INRI, la corona de espinas, obviamente también en piedra, el nombre de “El Señor de los Favores” en el cepillo de “donativos”… Asimismo, la leyenda que hay en la frontal de la cruz, debajo de El Señor de los Favores, es imposible leerla. Las cuatro cartelas que hay en cada lado de la peana, así como ésta, el medallón, en piedra, ya aludido, la verja que lo rodea y los cuatro faroles que hay en cada esquina de la misma se encuentran en un estado lamentable.

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