Tras cruzar el canal de Chacao en un ferry desde el continente, aparece la Isla Grande de Chiloé (un rectángulo de 250 km de longitud por 50 km de ancho) que forma parte del archipiélago del mismo nombre, constituido por unas treinta islas. Recorre su geografía de suaves lomajes donde irán apareciendo apacibles poblados con sus casas de madera de vivos colores. Muy pronto te encontrarás con el encanto genuino de sus habitantes, los chilotes, mezcla de los colonizadores españoles y el pueblo huilliche, reconocidos por su hospitalidad. Las coloridas casas, construidas en pilotes sobre el agua, son los llamados “palafitos”, un clásico de la isla. Como también lo son sus iglesias, de madera y construidas entre los siglos 18 y 19, dieciséis de ellas declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco.
Ancud, Castro y Quellón son sus principales ciudades, ademas de la emergente Península de Rilan, al norte de Castro, estos son el puntos de partida para descubrir los abundantes parajes y la rica gastronomía que guarda este enclave, su mitología y fiestas locales.
Navegar en kayak por los canales secundarios o tomar un transbordador hasta otras islas del archipiélago como Quinchao, Lemuy, San Pedro o el grupo Chauques es un experiencia que no olvidarás. Es así como podrás vivir de cerca la particular cultura de la gente de Chiloé, participar en sus fiestas y escuchar sus mitos y leyendas.
Como si no bastara con su cultura, en la Isla Grande de Chiloé el mar y los bosques convergen en un entorno solitario y salvaje. podrás visitar el Parque Nacional Chiloé, en la parte occidental, y el Parque Tantauco en el sur. Allí podrás observar zorros chilotes, cientos de aves y ballenas jorobadas, que van rumbo a la Patagonia. Este parque también sorprende con sus red de senderos de trekking entre alerces, arrayanes y cipreses.
Luego del descubrimiento de América por Colón en 1492, se inicia por parte de las grandes potencias de la época una fiebre de descubrimientos y conquistas. En 1520 Hernando de Magallanes descubre el estrecho que lleva su nombre. Luego, en 1540, en viaje a Perú, Alonso de Camargo logra avistar las costas de Chiloé. Años más tarde, el conquistador de Chile, don Pedro de Valdivia, con el objeto de recabar información geográfica para mejorar la navegabilidad de los buques que venían de España, organizó una expedición para explorar los mares australes hasta el Estrecho de Magallanes.Valdivia entregó el mando de esta expedición al capitán Francisco de Ulloa, el que llega al canal del Chacao en 1553, continuando hacia el estrecho de Magallanes. De vuelta recorre las islas del archipiélago. De allí es que se le considere el primer descubridor de Chiloé.
Juan Fernández Ladrillero fue encomendado por el Gobernador de Chile, García Hurtado de Mendoza para la conquista de nuevas tierras para la corona española hacia el Estrecho de Magallanes.
En septiembre de 1558, Juan Fernández ingresa a los canales de Chiloé, allí toma contacto con los aborígenes.
Paralelamente a estos hechos, García Hurtado de Mendoza inicia otra expedición que cruza el canal del Chacao el 28 de febrero de 1558, tomando posesión de estas islas para la corona española. En esta expedición iba Alonso de Ercilla y Zúñiga, autor de "La Araucana", poema épico que narra la Conquista y Guerra de Arauco, el que escribió sobre estas islas:
"Era un ancho archipiélago poblado de innumerables islas deleitosas, cruzando por el uno y otro lado góndolas y piraguas presurosas marinero jamás desesperado en medio de las olas fluctuosas con tanto gozo vio el vecino puerto como nosotros el camino abierto".
Mas tarde, el movimiento revolucionario que comenzaba a gestarse en Chile pasó inadvertido en Chiloé. De hecho, en 1813 los realistas pudieron reclutar hombres y pertrechos para luchar contra los patriotas continentales. Una vez derrotados los realistas en Chile por los patriotas, estos iniciaron la liberación de Chiloé a cargo de Lord Cochrane quien fue derrotado por los españoles. Luego el mismo Ramón Freire, Director Supremo de la República, reinicia los preparativos para la definitiva derrota de los españoles. Luego de una serie de escaramuzas y batallas muy reñidas, las tropas chilenas se empantanan y deben retirarse. En seguida se suceden una serie de negociaciones que no conducen a nada. Después de una bien preparada campaña y sólo en 1826 se procede al juramento del tratado de Independencia de Chiloé y a la anexión a la república de Chile.
Durante décadas su situación de estancamiento confabuló contra su mantención como pueblo. Hoy día, y con el modelo impuesto en todo Chile, Chiloé ha experimentado nuevos cambios en sus sistemas de vida y economía. Nuevas empresas de acuicultura, como las salmoneras, han traído beneficios y también problemas para los isleños. Se han alterado ecosistemas muy delicados. La dualidad del desarrollo con sus aspectos positivos y negativos ha golpeado fuerte en Chiloé, pero así como esta época puede chocar con los sistemas antes establecidos, el archipiélago es lo suficientemente flexible como para asimilar cambios y depurar sus contradicciones e integrar todo lo positivo que éstos puedan aportar y, eliminar, a través de un trabajo conjunto de toda la comunidad, aquellos que les son lesivos.
Los chilotes constituyen un pueblo fuerte y trabajador que ha resistido los embates de sucesivas invasiones, resistencia que lejos de amurallarse ha sabido incluir lo mejor de las influencias externas como parte del ser mismo del isleño, manteniento en alto el profundo sentido de la libertad característico del chilote y sus tradiciones culturales, tan ricas y tan variadas.
El optimismo y la fe en un porvenir cada vez mejor, caracterizan la mentalidad de los chilotes. La gran aventura de los mares y los canales, los anchos y abruptos paisajes, los desastres naturales que borran de una plumada millones de años de trabajo de la naturaleza y los hombres, el sentido de la libertad y la defensa de sus tradiciones, son elementos básicos para entender a este pueblo hospitalario y valiente, marítimo y campesino, gente solidaria y de tradiciones.
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