Pocas reinas han tenido una vida más azarosa y trágica que la de María Estuardo, una soberana bella y cultivada, vilipendiada por muchos de sus contemporáneos, pero que desde su muerte ha despertado el interés de historiadores, literatos y hasta cineastas.
María Estuardo nació en 1542 en Linlithgow, en un tiempo en el que Escocia era uno de los territorios más periféricos y, en cierto modo, atrasados de Europa. Además, el país tenía como vecino a Inglaterra, un reino mucho más rico y una potencia amenazadora que pretendía conquistar el reino del norte. Escocia se alió con Francia, el tradicional enemigo de Inglaterra, y a los cinco años María Estuardo marchó al país galo como prometida del Delfín. Allí permanecería los siguientes trece años, que fueron los más felices de su vida.Al quedarse viuda, María regresó a Escocia donde se enzarzó en una continua lucha con los nobles, partidarios del calvinismo para independizarse de la corona y tomar las riquezas de la Iglesia.
En 1565 vuelve a casarse, eligiendo como esposo al jefe del partido católico, lord Darnley. El nacimiento de su hijo Jacobo - futuro Jacobo I de Inglaterra - trajo grandes complicaciones ya que María pretendió la corona inglesa para él.
El conflicto escocés tomó dimensiones internacionales al apoyar Carlos IX de Francia a la Corona e Isabel de Inglaterra a los nobles. Los asesinatos de nobles se convirtieron en una práctica común, alcanzando los acontecimientos un terrible cariz. Lord Darnley fue asesinado, acusándose a la propia reina, quien volvió a contraer matrimonio, ahora con el conde Bothwell. El Parlamento, dirigido por los nobles, se rebeló, deponiendo y encarcelando a la reina. María consigue escapar, refugiándose en Inglaterra donde encabezó el partido católico contrario a Isabel I. Su participación en la conspiración de Babington le costó la vida ya que Isabel ordenó su decapitación, no sólo por su enemistad religiosa y política sino porque era una peligrosa rival en la cuestión sucesoria: María era bisnieta de Enrique VII, convirtiéndose en la heredera de la corona inglesa si Isabel no tenía descendencia. La ejecución de María Estuardo sirvió como detonante para que Felipe II enviase la Armada de Inglaterra con la intención de invadir la isla.
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