martes, 3 de febrero de 2015

LA MEDUSA QUE NUNCA MUERE: Turritopsis nutricula.

Al parecer, existe un animal en el mundo que ha logrado salvarse del común destino de todos los seres vivos y que podría dar una esperanza para descubrir finalmente el secreto de la vida Eterna. Se trata de una especie de medusa llamada Turritopsis nutricula.
Es un diminuto animal de apenas 0,5 centímetros y forma acampanada que logra burlar a la muerte ya que una vez alcanzada su etapa adulta es capaz de volver a su forma juvenil de pólipo y volver a repetir su ciclo vital para alcanzar una segunda etapa de madurez, luego una tercera, una cuarta, y así sucesivamente hasta el infinito…
Los científicos investigan a fondo el mecanismo natural que hace posible éste milagro de la naturaleza. Los aportes obtenidos serían de una inconmensurable importancia para la medicina moderna. Uno de los aspectos negativos de ésta enigmática característica, es que la población de ésta especie no ha parado de crecer, ya que prácticamente ninguno se muere por causas naturales, por lo que ahora esta medusa se encuentra en todos los océanos del mundo y ya no sólo en sus natales aguas caribeñas, lo cual significa una invasión silenciosa pero indetenible.
La existencia de esta excepcional criatura se conoce desde hace más de una década. Desde los años noventa la especie ha sido sometida a análisis genéticos y biológicos de todo tipo para intentar arrancarle, sin éxito, el secreto de su inmortalidad. Es posible encontrar en internet detallados artículos sobre su biología y características, entre ellos el publicado en 1996 en «Biobull»
Pero la voz de alarma fue dada por la bióloga Maria Pia Miglietta, de la Pennsylvania State University, quien precisamente a causa de una serie de análisis genéticos realizados a decenas de ejemplares de la medusa se dio cuenta de que la especie, originaria de los mares del Caribe, se había extendido prácticamente por todos los oceanos del mundo.
En sus análisis, Miglietta comparó el ADN mitocondrial de ejemplares de Turritopsis recogidos en Florida y Panamá con otros procedentes de otros lugares del mundo y que habían sido recolectados durante investigaciones anteriores. Y fue al hacer esta comparación cuando se encontró con la sorpresa de que determinadas secuencias genéticas se repetían en ejemplares obtenidos desde Panamá hasta Japón. En quince de ellos, procedentes de ambos países y de las costas epañolas e italianas, las secuencias eran idénticas. La existencia de este patrón implica una extraordinaria facilidad de movimiento. Y los investigadores creen que esa facilidad, igual que la de muchas especies marinas invasoras, procede de las bodegas y los tanques de lastre de los barcos que navegan por esas aguas.

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