Cada 3 mayo, la ciudad de Granada y muchas localidades de la provincia se engalanan para celebrar el Día de la Cruz, una fiesta con el color, el olor, el sabor y la alegría dela primavera. Este año, en la capital, la fiesta comenzará a las doce de la mañana del día 3 finalizará a las dos de la madrugada del 5 de mayo
Asociaciones vecinales, cofradías e instituciones montan sus cruces de flores en las principales calles y plazas, y compiten para ganar el concurso que premia las instalaciones más bellas y originales.
La gente se echa a la calle, muchos vestidos con trajes de gitano o faralaes, para bailar sevillanas y danzas tradicionales granadinas y disfrutar de la gastronomía típica de este día, como las habas con bacalao, las ‘salaíllas’ y los embutidos.
La cruz, normalmente hecha de claveles, es el centro de una instalación que es todo un escaparate de la artesanía y la historia de Granada. Cerámicas, objetos de taracea, tejidos artísticos, cobres o piezas de madera tallada se ofrecen al visitante de la cruz como extraordinarios tesoros de la historia viva de Granada.
Entre todos esos elementos no debemos olvidar observar el famoso ‘pero’ (manzana) atravesado con unas grandes tijeras. Dice la tradición que tan singular y llamativo adorno aparece allí para cortar cualquier “pero” o defecto que se le pueda poner ala cruz. Una costumbre granadina más, como la de que los chiquillos pidan en este día el popular ‘chavico’ o donativo.
Las connotaciones religiosas y las paganas se confunden en el origen del Día de la Cruz, que se remonta a comienzos del siglo XVIII. Cuenta la tradición que la cruz encontrada por Santa Elena, y en la que supuestamente había muerto Cristo, con el paso del tiempo fue sufriendo sucesivas mutilaciones que originaron que numerosos restos de ella llegaran a multitud de rincones de todo el mundo.
A Granada en concretó llegó un pedazo de la supuesta cruz de Cristo hasta el albaicinero convento de Santa Isabel la Real. La leyenda toma aquí protagonismo, ya que se cuenta que el viernes de Cuaresma del año 1961 las monjas de este convento escucharon como salían voces de una pared.
Mandaron hacer un derribo y encontraron dentro del muro un pedazo de la cruz de Cristo. Desde entonces en el convento se siguió la costumbre de que una de las monjas de la comunidad se llamara Sor María de la Cruz.
La fiesta del Día de la Cruz tiene cierto protagonismo, en mayor o menor medida, en más de medio centenar de municipios de la provincia. Muchos de ellos organizan concursos de cruces, con premios en metálico para los ganadores. En una buena parte se sigue permitiendo la instalación de barras de bebida y comida junto a las cruces. En otras localidades continúa viva la tradición de salir al campo a comer los típicos hornazos (panes con huevos duros y chacinas en su interior).
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