miércoles, 8 de mayo de 2013

LAS MUJERES DE ENRIQUE VIII: JANE SEYMOUR

Jane Seymour nació en el año 1509, desconociéndose el mes y el día, el lugar se cree que fue Wolfhall. Fue la quinta de los 10 hijos de John Seymour de Wiltshire, y de Margery Wentworth, siendo los cuatro primeros varones. Hay evidencias de que sabía leer y escribir, y que poseía alguna noción de francés, y tal vez un poco de latín. Su madre le habría enseñado música, una importante destreza que cualquier mujer joven debía saber para poder encontrar marido. Asimismo, Jane era una experta en la aguja y alrededor de 100 años después de su muerte, sus bordados todavía se conservan en la colección real. También le gustaban la caza y la pesca e iba de cacería siempre que podía.
Jane llegó a la corte inglesa como dama de compañía de la reina Catalina de Aragón, pero con ella estuvo poco tiempo ya que poco después Ana Bolena fue coronada reina.
En septiembre de 1535, Enrique VIII se alojó en la residencia de la familia Seymour en Wiltshire, Inglaterra. Es posible que haya sido allí que el rey por primera vez se fijara en ella. Pero no fue hasta febrero de 1536 que su interés por Jane se volvió más evidente. Para entonces el monarca no ocultaba su desinterés por Ana, y Jane acaparaba ya toda la atención del rey.
Jane por aquel entonces tenía unos 25 años, era de mediana estatura y una tez muy pálida. Era conocida por su reputación impecable, lo que hizo que atrajera más al rey, ya que ésta denegaba sus regalos debido a que si los aceptaba o se convertía en su amante no podría encontrar un buen esposo, y rechazaba el dinero pidiéndole que se lo daría cuando contrajera matrimonio, lo que despertaba todavía más el interés de Enrique.
Sus hermanos iban aumentando puestos en la corte. En abril de 1536, Edward Seymour, hermano de Jane y su esposa cambiaron sus habitaciones por unas que tenía paso directo a unos aposentos del rey, así Enrique podía visitar a Jane de una forma más discreta y privada.
Dicen que Ana Bolena sufrió su último aborto debido a que vio a Jane sobre las piernas de su esposo, y hubo golpes y arañazos entre ellas.
El deseo del rey de casarse con Jane aceleró las acusaciones que había contra Ana Bolena.
Durante el arresto de Ana, Jane fue enviada a Beddington, la casa de Carew, y fue también Carew quien la trajo de vuelta a la capital el 14 de Mayo, a la casa de Thomas Moro, que estaba junto al río.
Jane era reina en todo salvo en nombre. Servida por los mejores sirvientes de Enrique. Mientras Ana Bolena era decapitada, ella elegía su vestido de novia y nada más recibir la noticia de la muerte de Ana, Enrique fue a visitar a Jane. Jane y Enrique se casaron en el palacio de York, el 30 de mayo de 1536, sólo 11 días después de la ejecución de Ana, aunque es muy probable que se casaran secretamente el 20 de mayo de 1536 en Hampton Court, veinticuatro horas después de la ejecución de la anterior reina, pero para no causar una mala imagen, Jane continuó 10 días más en Chelsea y salió el día 30 para dirigirse a York Place y casarse ya oficialmente en el Queen Closet.
Su lema era ''Obligada a obedecer y a servir''.
Una de sus primeras medidas como reina, fue lograr la reconciliación entre Enrique VIII y su hija María. Consiguió que Enrique permitiera que Lady María regresara a la corte, donde le dio procedencia como "la primera después de la reina". Jane tomaba a María de la mano y caminaba con ella como su igual, y se negaba a ser la primera en cruzar las puertas. Apenas les separaban siete años de diferencia y se hicieron muy buenas amigas, además de compartir el fervor religioso por la vieja fe. Con Elizabeth se sabe que, las pocas veces que se encontraban, el trato entre ambas era cordial y adecuado, aunque se veía el contraste que había entre la hija menor de Enrique y su hermana mayor.
Como reina, Jane Seymour fue estricta y formal e hizo todo lo que estuvo a su alcance para diferenciarse de su predecesora. Sus amistades eran sólo femeninas. La vibrante vida social de la casa de la reina que tan bien había controlado Ana Bolena, fue sustituida por una atmósfera estricta, casi opresiva. Desesperada por parecer una reina, se obsesionaba por los mínimos detalles, como cuántas perlas debían coserse a las faldas. Prohibió la moda francesa, introducida en la corte por Ana: suprimió las mangas exageradamente largas y la cofia francesa entre sus damas; ella prefería el tocado Gable. Políticamente conservadora, su única intervención en el reino finalizó cuando el rey le recordó que la última reina había perdido la cabeza por entrometerse en los asuntos políticos.
La nueva reina quedó embarazada en 1537. El embarazo despertó en Jane el pecado de la gula con los huevos de perdiz. El rey ordenaba traerlos desde Calais y Flandes. Engordó terriblemente y se tuvieron que arreglar todos sus vestidos. A comienzos de septiembre de 1537, la reina se retiró al Palacio de Hampton Court para reposar antes del futuro nacimiento. El parto fue largo y difícil, pero al final, a las dos de la madrugada del 12 de octubre de 1537, la soberana dio a luz el esperado príncipe. A la edad de 46 años, el monarca había logrado su sueño. El niño fue bautizado con el nombre de Eduardo, por su bisabuelo, Eduardo IV, pero más en particular porque era la víspera de San Eduardo. Jane acudió al gran evento, pero aún se encontraba débil y sin fuerzas. María actuó como madrina, a Jane la llevaba en brazos el tío del niño, Thomas Seymour.
A los pocos días de nacer su hijo, Jane contrajo fiebre puerperal, probablemente a causa de los métodos obstréticos poco higiénicos que se emplearon en el parto. Al día siguiente después del bautizo, su salud fue empeorando cada vez más. La fiebre y la infección dominaban de su cuerpo. Desgraciadamente, Jane murió a medianoche el 24 de octubre de 1537, sólo doce días después del nacimiento de su hijo. Tenía veintiocho años y había sido reina de Inglaterra menos de dieciocho meses.
El rey la consideró siempre su "verdadera" esposa, la única que fue capaz de darle el heredero varón que tanto deseaba. Tanto es así que la enterró en la Capilla de San Jorge, en el Castillo de Windsor, lugar que él había destinado para su propia tumba. Ella fue la única de las seis consortes que descansó eternamente junto a Enrique VIII, y según cuentan, la que sinceramente le amó. El monarca vistió negro hasta 1538 y tardó más de dos años en volver a casarse. Años después de su muerte, incluso mientras estaba casado con otra de sus esposas, Jane seguía apareciendo en los retratos reales como reina. Enrique mostraría un incondicional aprecio por ella, fue la única capaz de darle lo que él más ansiaba: un heredero varón. Los dos ambiciosos hermanos de Jane, Thomas y Edward, abusaron de su memoria para aumentar sus propias fortunas. Tras la muerte de Enrique, Thomas contrajo matrimonio con su viuda, Catalina Parr. Durante el periodo de regencia de Eduardo VI, Edward Seymour fue su protector y el gobernante real de Inglaterra. Ambos hermanos fueron ejecutados.

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