sábado, 23 de marzo de 2013

LEYENDAS URBANAS: "VERONICA"

Repetir 9 veces Verónica. Mejor no hagas la prueba. Aún sin creer en las leyendas urbanas y maldiciones no lo intentes, puede influirte de forma inconsciente.
No serías la primera persona que se ríe al conocer esta historia que lleva décadas de existencia en todo el mundo. Muchas personas han dudado y pensado esto es un “cuento chino” . Sin embargo la leyenda urbana de Verónica o Bloody Mary sigue contándose.
Hay persona que aseguran que quienes no hicieron caso de la advertencia de “no repetir 9 veces Verónica frente a un espejo”, han sufrido los efectos de una antigua maldición.
Verónica era una chica de 14 años que, estando en el pueblo con sus amigos, hizo espiritismo en una casa abandonada. Todo el mundo sabe que es algo tremendamente peligroso y que jamás debe tomarse como un juego. Ella no siguió las reglas de los fantasmas, se burló , se rió durante toda la invocación y al parecer “un objeto que había en la habitación cobró vida y la golpeó mortalmente en la cabeza”.
Sin embargo, Verónica aun no descansa en paz.Su espíritu esta condenado y vaga buscando venganza entre aquellos que no saben respetar el Mas Allá, ese ha sido su castigo.
Ana era una chica de la edad de Verónica que conoció la leyenda en su instituto. Sus amigos la picaron, diciéndole que no se atrevía a decir \‘Verónica\’ nueve veces ante el espejo.
A ella le daba miedo, pero venció su terror porque le avergonzaba quedar mal ante todo el mundo. Una compañera fue a los servicios de esa planta del instituto para comprobar, entre risas, si cumplía la prueba. Lo hizo, no paso nada y el grupo lo olvidó enseguida. Menos Ana. Para ella la auténtica pesadilla comenzó esa misma noche.
Estaba en la cama, cuando un sonido la despertó. No se trataba de un estrépito, sino de una especie de susurro indescifrable que oía cerca de la nuca, mientras sentía como si alguien respirara en su cuello. Aterrada, se levantó y encendió la luz. Allí­ solo estaba ella.
A pesar de eso, no pudo dormir en toda la noche. Al día siguiente, no se atrevió a contárselo a nadie. Estaba muerta de miedo, y en medio de la clase tuvo que salir al servicio para mojarse la cara y despejarse.
Cuando entró al baño, hací­a mucho frí­o pero estaban en invierno y no le dio importancia. Había una capa de vaho cubriendo el espejo. Ana lo limpió con la mano para comprobar horrorizada que tras ella habí­a una chica que no había visto jamás, con una expresión de espanto y sangre en la cabeza.Fue solo un instante.
Cuando se volvió a mirar, ya no habí­a nadie. Ana rió nerviosamente, pensando que todo era fruto de su imaginación, los nervios y el cansancio. Sin embargo, cuando se volvió hacia el espejo vio algo que la dejo helada. Al borrarse el vaho una frase habi­a permanecido escrita: “””‘Soy Verónica. No debiste invitarme a volver””.
Ana no pudo soportarlo. Hoy pasa sus días encerrada en un manicomio, y solo habla para jurar y perjurar que el fantasma de Verónica la sigue atormentando.

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