Quizás la fatalidad que marcó desde un comienzo la vida de María Tudor fuera uno de los principales motivos que dieran origen a su cruel personalidad, que quedó demostrada durante el breve lapso que duró su reinado en el que trescientos infieles a la fé católica perdieron la vida en la hoguera.
María I pasó a la historia no sólo por ocupar el trono de Inglaterra, sino sobre todo por haber sido la llamada María la sangrienta, nombre que en inglés es Bloody Mary, el mismo que se utiliza para el famoso cóctel inspirado en su apodo.
En realidad, distintos hechos inesperados hicieron que María Tudor llegara al trono de Inglaterra, ya que lo cierto es que no estaba previsto que ello sucediera, pero el tiempo demostraría que los hombres no pueden torcer el destino.
María nació el 18 de febrero de 1516, siendo su padre Enrique VIII y su madre Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos y la primera de las seis esposas de Enrique. En este contexto, María tuvo una primera infancia realmente feliz, con una educación profundamente católica y con los preparativos obvios para algún día convertirse en reina.
Sin embargo, en 1533 la golpeó fuertemente una crisis, que ponía fin al matrimonio de sus padres y a sus creencias y principios, ya que Enrique VIII decidió separarse de Catalina de Aragón, abandonar la fe católica para convertirse en protestante, y luego casarse con su segunda esposa, Ana Bolena, con quien tendría a Isabel I.
De esta forma, María pasó de ser la Princesa de Gales, ya que debió renunciar a su título, y se convirtió en la bastarda oficial, que comenzaba a ser repudiada por la Corte. Por otra parte, en 1534 el Parlamento inglés sancionó una nueva ley que despojó a María de la sucesión de la fortuna real, quedando todo para la princesa Isabel.
Durante ese periodo, María encontró el alivio en el cariño de su madre y en la fé católica, convirtiéndoselo en una defensora a ultranza de la doctrina religiosa y repudiando a los protestantes que avanzaban sobre Inglaterra.
El odio se fue cosechando en su alma, y seguramente en más de una oportunidad reflexionó acerca de las posibles venganzas que podía ejecutar contra su padre, la Corte y los protestantes en general.
Finalmente, cuando Enrique contrajo matrimonio con Jane Seymour, su tercera esposa, ella logró que padre e hija se reconciliaran después de muchos esfuerzos, y a partir de allí María volvió a ser incluida dentro de la familia real.
De todas maneras, María sabía que no podía aspirar al trono, ya que su joven medio hermano Eduardo VI sería quien heredara el poder luego del fallecimiento de su padre, el cual se produjo en 1547.
Sin embargo, el nuevo monarca moriría en 1553, con tan solo dieciséis años, no sin antes proclamar el protestantismo como religión oficial del país, por lo que los protestantes generaron los movimientos necesarios para impedir que María I le sucediera al trono.
Apenas murió Eduardo, fue proclamada reina Jane Grey, una prima de María a través de una serie de movimientos con escaso fundamento, por lo que nueve días después el trono era ocupado por la verdadera heredera: María Tudor.
El objetivo primordial de la nueva reina era realmente claro, ya que se había propuesto terminar con el protestantismo y restaurar el catolicismo en Gran Bretaña, por lo que su mandato se convirtió en uno de los más sangrientos, siendo el primer ejecutado el conde de Northumberland, uno de los ideólogos de la conspiración contra María I.
A este le siguieron una importante cantidad de partidarios de la iglesia protestante, entre los que se encontraban el Duque de Suffolk, su prima Jane Grey, el obispo de Gloucester, el arzobispo de Canterbury, entre otros. Fueron un total de trescientos infieles que murieron en la hoguera, de acuerdo a las cifras oficiales.
Mientras tanto, María conoció al hombre de su vida, Felipe II, hijo del emperador español Carlos V, con quien contrajo matrimonio dando lugar de esta manera a la alianza entre España e Inglaterra en su guerra contra Francia.
A partir de ese momento, el principal objetivo de María fue tener un hijo varón con el cual poder desplazar a su hermanastra protestante Isabel del primer puesto en la línea de sucesión al trono de Inglaterra.
No obstante, el destino volvió a jugarle una nueva mala pasada, ya que aquel esperado hijo jamás llegó. La desdichada María creyó estar embarazada en dos oportunidades, incluso lucía un abultado vientre, pero nada salía de él. Los rumores señalaban que María sufría de embarazos psicológicos, hidropesía e incluso tumores en los ovarios.
El odio acumulado por el fracaso de sus intentos por quedar embarazada, sumado al desinterés que comenzó a demostrarle su marido Felipe II, hicieron que María decidieran dedicarse a una de sus actividades favoritas, la de perseguir protestantes, dando lugar a más muertes y haciéndole ganar el mote de Bloody Mary.
Finalmente, el 17 de noviembre de 1558, María I que no sólo fue reina de Inglaterra, sino que además lo había sido también de España, murió a los cuarenta y dos años, siendo sucedida por Isabel I, quien inmediatamente devolvió Inglaterra al protestantismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario