Teniendo una vez más como escenario el ámbito laboral (en este caso la redacción de un periódico denominado "El aullido vespertino"), el maestro Ibáñez dibuja unos personajes integrados en una estructura jerárquica dentro de una empresa.
El sarcasmo, el ánimo de escaqueo y las ganas de agradar siempre al superior inmediato sin conseguirlo y sin asumir responsabilidades, son las tónicas generales de estas historietas que una vez más son el reflejo de determinados arquetipos de nuestro sistema productivo.Las relaciones que se producen en este entorno de trabajo tan peculiar y en ocasiones próximo nos pueden mostrar algunos comportamientos denominados tóxicos y relacionados con nuestro módulo profesional de RET.
A la hora de hablar de las diferentes series de Ibáñez, resulta interesante encontrar la nota de originalidad que aporta cada una de ellas. En el caso del Botones Sacarino (1963) partimos de una base débil en ese sentido. Como el mismo autor ha reconocido en alguna ocasión, este personaje fue creado a instancias de Rafael González, su “dire” de turno, que intentaba imitar la línea de dibujo de la escuela franco-belga. El modelo elegido por Ibáñez fue su admirado Franquin, del que tomó el rostro de su personaje Gastón el Gafe y algunos rasgos de la vestimenta de Spirou.
En un principio, la serie, aunque con situaciones deudoras de Franquin, seguía un esquema no demasiado distinto al de otras series del Ibáñez: un empleado (el Botones) cuya incompetencia e inconsciencia perjudican a un superior (el “Presi”). Sin embargo, el clásico esquema dual se romperá unos años después con la incorporación de un nuevo personaje: el Director, subordinado al Presidente y con autoridad sobre el Botones y el resto de ocasionales secundarios. El “Dire” está, pues, situado jerárquicamente en medio de los dos antiguos polos de la serie.
Sacarino es un chico ingenuo y un algo torpe, botones de un periódico. Tiene múltiples tareas que realizar: limpiar y ordenar los despachos, llenar de tinta los tinteros, hacer todo tipo de recados, etc. Pero Sacarino siempre intenta escaquearse del trabajo para dormir, traer algún bicho al trabajo o jugar a algún juego. Por culpa de sus juegos, Sacarino suele provocar líos, confusiones y jaleos en las oficinas, las cuales molestan o perjudican al director o al presidente. No suele darse cuenta del hecho, y cuando lo hace, prefiere esconderse en lugar de afrontarlo.
El director de ediciones, o, como lo llama Sacarino, el dire es un hombre que siempre está enfadado, viste todo de negro y se preocupa mucho por agradar al presidente y a sus demás superiores. A cambio, es un pequeño abusón con los empleados. El director intenta siempre pillar a Sacarino in fraganti, pero lo único que consigue es que el presidente piense que él es el culpable de todo, llevándose todos los golpes por culpa de Sacarino. Hay que señalar que este personaje está basado en Rafael González, director de publicaciones de Editorial Bruguera.
El presidente, o, como lo llama Sacarino, el presi, es el gerente de la empresa editora del periódico, solo por debajo de los accionistas. Tipo de temperamento colérico e irascible, suele ser la víctima de los líos, confusiones y jaleos de Sacarino, pero las apariencias siempre señalan al director, al que casi siempre cree culpable.
Sacarino se limitará a aparecer en las primeras viñetas para incorporar un elemento que disturbe la paz de la oficina (un pulpo, un avión de juguete o un bote de pintura) y volverá a salir a escena para cambiar dicho objeto de sitio, dando pie al nuevo gag que estará protagonizado por el “Dire” y el “Presi”. De esta forma, Ibáñez deja en un segundo plano a un personaje parcialmente “impuesto” por la editorial para permitir que sean sus dos superiores los que “se luzcan”, ya con un desarrollo de la historieta totalmente ibañezco.
Podemos decir, pues, que la incorporación del Director a la serie supone una afirmación de la personalidad artística de Ibáñez, que sabe escapar de las imposiciones editoriales dotando a todas sus creaciones de un toque personal, único e intransferible. En este caso concreto, la carambola humorística que supone el choque a tres bandas entre Sacarino, Director y Presidente da pie a toneladas de páginas deliciosas que figuran, sin duda, entre lo mejor de la producción humorística de nuestro autor.
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