sábado, 2 de febrero de 2013

VA DE ANIMALES: EL CABALLITO DE MAR.El padre en el reino animal

El hipocampo o caballito de mar es uno de los animales más curiosos que existen. Es un pez, y sin embargo, no tiene escamas; la cabeza y el cuello son arqueados como los del caballo; la boca es tubular; el pecho es como el de la paloma y la cola es prensil como la de ciertos monos.
Su peculiar morfología, por la que reciben su nombre científico, (hippokampus, del griego hippo, caballo, y kampus, que no sé si significa oruga o encorvado), es resultado de tener todo el cuerpo protegido por placas óseas. Aunque semejante armadura les resulta muy útil para defenderse, a cambio han perdido velocidad de natación, pues al ser tan rígidos no pueden nadar como los demás peces.
 Además, carecen de la aleta caudal (la que está en la cola), que es el principal motor de la fauna submarina, y deben impulsarse de forma erguida tan solo con la aleta dorsal que tienen en la espalda, mucho menos eficaz. Además puede cambiar de color como el camaleón y, como los de este reptil, sus ojos pueden moverse de forma independiente hacia cualquier lado.
A esta extraordinaria criatura, que parece más bien fruto de la fantasía, los antiguos griegos lo llamaron hipocampo que significa caballo encorvado.La forma y la organización del hipocampo no recuerdan para nada a las clásicas de los peces. Su cuerpo carece de escamas, pero está protegido por pequeñas placas óseas que forman como una armadura externa, la que le permite conservar su forma aún después de morir. Pero sigamos con su descripción, que no hace sino acentuar la diferencia con los peces. La boca es pequeña, carece de dientes y se halla en el extremo de un hocico alargado en forma de tubo. Se alimenta de pequeños crustáceos y otros animalitos marinos, así como de plancton y formas microscópicas de seres vegetales y animales.
Su mayor defensa consiste en su capacidad de pasar desapercibidos, de permanecer quietos durante mucho tiempo y cambiar de color para confundirse con el ambiente. De hecho, al parecer, los caballitos de mar poseen una capacidad mimética más alta aún que los camaleones. Además, al igual que ocurre con estos simpáticos reptiles de larga lengua, también varían de color en función de su estado anímico. Así, por ejemplo, durante el cortejo es normal que asuman vivos y llamativos colores.
A causa de su envoltura rígida, el hipocampo no puede nadar horizontalmente, atravesando el agua como lo hace la inmensa mayoría de los peces. Por eso nada en posición vertical y se impulsa por medio de una diminuta aleta dorsal, en forma de abanico. Además, flota gracias a su vejiga natatoria. Si se escapan algunas burbujas, desciende y permanece en las profundidades hasta que se produzca suficiente gas, como para poder volver a subir cerca de la superficie. La aleta pectoral y los movimientos de la cola le permiten realizar rápidos desplazamientos verticales.
La cola del hipocampo es prensil y, por lo general se enrolla hacia adelante. Con ella se sujeta a las algas u otras formaciones marinas cuando se detiene a explorar los alrededores en busca de su presa.
Quizá una de las peculiaridades más curiosas de los caballitos es su forma de reproducción: en vez de ser la madre quien se queda embarazada, ¡es el padre quien asume la pesada tarea! Para ello, cuenta con una especie de bolsa en el vientre, dentro de la cual deposita los huevos la hembra mediante un órgano de unos 3 centímetros de longitud denominado ovopositor.Luego el padre los fecunda ya en su interior, donde están repartidos cada uno en un compartimiento estanco, y espera unos 50 días a que se formen las crías. Mientras tanto, las alimentará mediante líquidos placentarios que llega a la bolsa a través de una densa red capilar. El momento del parto es muy doloroso pues, a falta de conductos naturales de salida, debe rasgarse la piel frotándose contra una roca para que las crías puedan salir de su vientre. Por parto, un caballito puede dar a luz más de 200 y 300 crías, que nacen ya lo bastante crecidas como para valerse por sí mismas, aunque no es raro que durante los primeros días vuelvan escopeteados a la bolsa al menor atisbo de peligro.
Este extraño pez es propio del mar Mediterráneo y de las zonas calidas del océano Atlántico. Por lo general permanece cerca de las costas, pues allí encuentra abundante alimento. Los pescadores utilizan grandes redes para pescarlo, y así se han descubierto unas 40 especies de tamaño variable, que oscilan entre los dos centímetros y medio y los treinta centímetros.Por desgracia, una vez más, la acción humana está poniendo en grave peligro su futuro. Solo en Asía, sobre todo en Filipinas, Tailandia, India y Vietnam, se capturan más de 20 millones de caballitos de mar cada año, ya que constituye un recurso frecuente de la medicina tradicional china por sus supuestos beneficios en el tratamiento del asma, la impotencia y los problemas cardíacos entre otras dolencias (en realidad, la ciencia no ha confirmado la utilidad real de estos tratamientos). Además, se captura como alimento, para venderlo como souvenir y para nutrir los acuarios de medio mundo.
En Oriente resulta difícil controlar su sobreexplotación, entre otras razones porque su pesca supone un importante ingreso para muchas familias de humildes pescadores, pero es una verdadera lástima que se capture en los países ricos ( si realmente te gustan estos simpáticos animales, no contribuyas a su extinción comprando ejemplares que no se hayan criado artificialmente para tu acuario).
Esta curiosa criatura es sólo un capricho de la naturaleza. A causa de su envoltura externa, no es comestible. Sin embargo, en la antigüedad se le atribuían grandes virtudes; así, por ejemplo, actuaba como un antídoto, si se preparaba con vino, miel y alquitrán; en cambio, macerado en vino, producía un fuerte veneno. En la Edad Media se lo aconsejaba para combatir la fiebre. Hoy, cuando los productos químicos y farmacéuticos lo han sustituido por completo, el hipocampo sólo sirve para mostrar una delas virtudes con que la naturaleza lo ha dotado: la forma en que los padres cuidan con gran dedicación a sus hijos.

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