martes, 5 de febrero de 2013

MI GRANADA: CASA MUSEO DE LOS TIROS

Paseando por la calle Pavaneras se puede saborear una de las más bonitas lecciones de nuestro pasado sólo con mirar a diestro y siniestro. Empieza en las calles Colcha y Pañera; eran las pavanas unas esclavinas de seda con las que se cubrían las mujeres; ya tenemos un trozo de Granada que nos habla de sus oficios textiles antiguos; colchas, paños y pavanas.
Era la Casa de los Tiros como una pequeña fortaleza con almenas, unida a la muralla en el barrio de los Alfareros. Vinculada a la familia Vázquez Rengifo, después a los Granada Venegas, luego a los Marqueses de Campotejar y, tras el pleito del Generalife, propiedad del Estado.Bello edificio y un atractivo contenido que nos ayuda a entender la historia y las costumbres de esta tierra. La Casa de los Tiros espera nuestra visita aunque tenga su fachada adornada con agresivos mosquetes (tiros) que sólo están de adorno.
El museo Casa de los Tiros nos invita desde su fachada a un paseo emocional por sus patios, salas y jardines, y nos propone una visión especial de la ciudad a través de sus fondos documentales (grabados, litografías, carteles, postales, prensa y fotografías). La Granada del siglo XIX se nos ofrece cargada de matices, dándonos la oportunidad de vivir aquella época a través de su mundo político, literario, artístico y festivo. En esta casa, como dice el lema de su fachada, “el corazón manda”.Bello exponente de la arquitectura domestica granadina, conformado por tres plantas, patio central, pequeño patio secundario y jardín; cuya joya es el torreón, pieza que protege todo el edificio y a la vez lo oculta y que nos habla de la rica arquitectura civil del siglo XVI granadino.La puerta, adintelada, tiene una serie de dovelas con despiece hacia el centro, como puede verse en muchas puertas de la Alhambra. La familia Granada Venegas era una familia noble musulmana que se convirtió al cristianismo, propietaria del Generalife. Sobre la puerta una espada y el emblema de la familia .
El torreón, esconde y protege a la vez una organización doméstica muy meditada. Todo vivirá y respirará en torno a su gran patio central que es ordenado.
Recoge con exquisita sensibilidad el ritmo del arco de medio punto con los planos horizontales de largos maderos que se apoyan en zapatas. Y éstas a su vez, en columnas y capiteles aprovechados de viejas arquitecturas árabes. El patio organiza el ritmo y la circulación del Museo distribuyéndose en tres plantas que giran entorno a él y se abren en ángulo recto al jardín, cerrando la manzana que lo integra por su lado Norte. En su lado Este, existe un pequeño patio interior que es medianería con una casa y que fractura la proporción de toda la manzana.Una vez atravesado el zaguán y accedemos al patio, lugar desde el que iniciamos la visita al Museo subiendo la escalera que nos lleva hasta la planta principal de la casa.
Desde la escalera principal se accede a una estancia de paso que sirve de antesala al salón principal del edificio, la Cuadra Dorada. la sala más emblemática del edificio, con armadura renacentista que decora su techo y pinturas murales. Su nombre hace referencia a la abundancia de reflejos dorados de su alfarje o artesonado.
Salen cortésmente a recibirnos nada menos que Hércules, Teseo, Mercurio, Jasón y Héctor. Mirando el artesonado de la Cuadra Dorada,te encuentras con los personajes más dispares de la historia de España. Por allí andaba el sevillano Trajano, emperador de los romanos. Se puede ver a Hermenegildo, ese otro rey visigodo del siglo VI, hermano de Recaredo, el de la odiada lista de los reyes godos. Por allí andaban Alfonso VI, Fernando III el Santo, Isabel la Católica y Carlos V.
Todo el techo está lleno de personajes ilustres: Garcilaso de la Vega, el Gran Capitán y hasta la mujer de Alvar Pérez de Castro, María Ponce de León, heroína que defendió la zona de Martos cuando aquello de la reconquista. En sus paredes hay bustos de Judith, la que mató a su marido Holofernes por defender a su pueblo; Semíramis, reina de Asiria, la que fundó Babilonia; Pentesilea, heroína de la Guerra de Troya; y Lucrecia, la honesta romana que se suicidó tras ser violada. Son alegorías moralizantes que pretendían servir de ejemplo; muy diferentes a los cutres idolillos de nuestros decadentes medios de comunicación;
Y a continuacion hemos de perdemos es las salas museo que nos transportan a multitud de temas en clave granadina.Son salas con exposiciones como muestra de diferentes representaciones tanto gráficas como literarias de la ciudad de Granada. Nos aproximan a un fenómeno cultural de alcance europeo, fundamental en el siglo XIX, como es el orientalismo. Este tiene en Granada uno de sus referentes más significativos, gracias a la peculiar historia de la ciudad y la conservación de un edificio tan singular como la Alhambra.
Muestras de la cerámica de Fajalauza, producida en el barrio del Albaycín y pequeñas esculturas, popularmente llamadas “barros” destinadas a los viajeros y a la burguesía granadina.El costumbrismo del siglo XIX que se centró en tipos populares como bandoleros, vendedores, y, sobre todo, gitanos del Sacromonte, puesto que era un barrio que resultaba especialmente atractivo a los viajeros y escritores de la época.Una recreación ambiental del periodo isabelino, incorporando sillones, alfombras o mobiliario isabelino, convirtiéndola en una sala de época.
La mujer granadina y la cultura,La Emperatriz Eugenia y Mariana Pineda son los ejes en donde gira toda la poética en torno a la mujer de esta tierra. El periodismo, que en el siglo XIX va a irrumpir con una fuerza sorprendente, poniendo las bases del principal medio de comunicación de masas. Servirá esa eclosión para que él mismo se vaya consolidando poco a poco.El museo termina su visita dedicando la última Sala a las fiestas de la ciudad. Con el colorido de sus carteles, las curiosidades de sus programas y folletos y la referencia gráfica que nos da la selección de fotografías presentada, pretende que el visitante olvide la parte más amarga y conflictiva del siglo XIX.
Casa de los Tiros, edificio noble, patio, jardín, escaleras, vestíbulo, Cuadra Dorada. Museo que es verdadera enciclopedia de nuestra historia local. Salas llenas de Granada, sabor morisco y gitano; sala de exposiciones, pinacoteca de hombres ilustres; nutrida biblioteca, excelentes fondos, archivo y hemeroteca que guardan en sus miles de páginas nuestro pasado recogido día a día en sus numerosos diarios, encuadernados con mimo, digitalizados con primor, atendidos con amabilidad. Nombres ilustres más recientes dejaron y dejan allí su esfuerzo: desde Gallego Burín a González de la Oliva y sus amables empleados y colaboradores; pero el calor de la Casa de los Tiros se consigue saboreando sus fondos y aprovechando su enorme caudal como recurso de investigación inagotable.

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