miércoles, 13 de febrero de 2013

LOS ESCARABAJOS EGIPCIOS

Los antiguos egipcios tenían ideas peculiares acerca del sexo de los animales: así como estaban persuadidos de que todos los buitres eran hembras, también pensaban que todos los escarabajos eran machos, y que se reproducían al depositar su semen en las bolas de estiércol que hacen rodar por el suelo hasta almacenarlas en túneles subterráneos.

Los sacerdotes observaron que los escarabajos peloteros desaparecían bajo tierra y otros nuevos surgían de pronto de esas bolas. Por eso los identificaron con Jepri (o Khepera), “el que llegó a ser”, el dios sol que se creó a sí mismo, que renace cada día y que representa la vida eterna. Pensaban que así como el escarabajo hacía rodar las bolas de estiércol, de igual modo el dios Jepri movía el disco solar a través del cielo, y cuando el sol desaparecía, él lo renovaba trayéndolo de nuevo cada mañana desde el mundo subterráneo. Por consiguiente para los egipcios el escarabajo representaba la resurrección, la virilidad, la sabiduría y la constante renovación de la vida.Elaboraron millones de ellos a base de los materiales más diversos, entre los que abundaban piedras preciosas como el lapislázuli, la turquesa o la amatista.
Era frecuente encontrarlos tallados en piedra verde o azulada, o recubiertas de esmaltes de esos colores. La razón es que el azul simbolizaba el río Nilo, y el verde el crecimiento, la resurrección, la salud y la fertilidad.Estos escarabajos servían de sellos o de amuletos. Los sellos llevaban grabado el nombre o la marca del propietario. Un ejemplo de su utilización son los tapones de terracota que cerraban las ánforas de vino, para evitar que otras personas no autorizadas pudieran abrirlas. Los amuletos solían incluir la imagen de algún dios o animal, escenas mágicas o el nombre de un gran rey para reforzar su poder protector. Los egipcios creían que estos amuletos, llamados escarabeos, eran fuente de vida y poder para su portador, al que protegían contra al mal, pero también acompañaban a los muertos en su viaje al Más Allá. Quien lo portara en la muerte, alcanzaría la vida eterna.
Aunque su uso no se generalizó hasta la Dinastía XII, se trata de uno de los amuletos más antiguos del mundo, puesto que el escarabajo comenzó a ser considerado una divinidad hace más de 4.500 años.Como los materiales variaban tanto, los escarabajos estaban al alcance de pobres y ricos por igual, y solían ofrecerse como regalos, tal como se aprecia en algunos ejemplos encontrados: “Con el favor de Ptah, el príncipe Shashang le desea a su madre, Ka-ra-ma-ma, un feliz año nuevo” aparece inscrito en uno de ellos. En otro se lee: “Quisiera Amón iniciar el año con felicidad”. Llegaron a ser considerados símbolo de la fertilidad, por lo que, según Clarke, las mujeres egipcias comían estos insectos en la creencia de que la práctica beneficiaba tal propósito. Era tanto el poder que se les atribuía que muchos escarabajos fueron momificados, y se emplearon algunas partes de sus cuerpos para la fabricación de ungüentos medicinales. Estos remedios se consideraban eficaces para combatir la rigidez de las articulaciones y facilitar los partos.
El escarabajo sagrado aparece frecuentemente representado en el arte egipcio. Algunos eran utilizados meramente como adorno, como colgante, pendientes o sortijas. A veces se grababan en ellos el nombre de su dueño, o unos signos jeroglíficos que solo comprendía quien los poseía, con lo cual se convirtieron en vehículo de transmisión de un lenguaje secreto y mágico. En otros aparece la frase “Durable para siempre es la renovación de Ra”. Con el paso de los años el diseño se fue haciendo más elaborado, hasta el punto de reproducir las patas, en ocasiones plegadas bajo el vientre. A veces el escarabajo aparece en una barca, sujetando el sol entre sus antenas.
Aunque generalmente eran pequeños y llevaban un agujero para permitir ensartarlos en un collar, en ocasiones los faraones los utilizaban para conmemorar algún hecho histórico, y en estos casos eran de un tamaño apreciable. Iban acompañados de detalladas inscripciones que dejaban constancia del acontecimiento, fuera un matrimonio, una coronación, una cacería o cualquier otra gran celebración. Este tipo de escarabajos eran luego distribuidos entre personajes destacados o monarcas de otros países, como un modo de informar y dejar perenne constancia. Entre los de gran tamaño, cabe mencionar el escarabajo de granito que Amenofis III erigió en un zócalo, en el lago de Karnak. En el Imperio Nuevo encontramos el Escarabajo del Corazón, que se colocaba sobre el pecho de la momia, incrustado en el pectoral o simplemente colgando de su cuello mediante una cadena. Su misión era proteger el corazón del muerto al ser pesado contra la pluma de la verdad en el juicio final que tendría lugar ante Osiris y un tribunal compuesto por 43 deidades.
Se le pedía entonces al difunto que pronunciara el nombre de cada uno de los divinos jueces, y que jurase que no había cometido ningún delito. Si era hallado inocente, se le permitía el paso al Más Allá. El proceso era registrado por Tot, el escriba de los dioses, representado para la ocasión con forma humana y cabeza de Ibis mientras escribe sobre un rollo de papiro. El corazón se pesaba en una balanza contra la justicia y la verdad, representadas por una pluma, símbolo de la diosa Maat. Si la balanza se desequilibraba porque pesaban demasiado los pecados y las malas acciones que cargaba el corazón, este era devorado por una bestia, un animal con cabeza de cocodrilo, cuerpo de león o leopardo y las patas traseras de hipopótamo. En ese momento se negaba al difunto la vida eterna y dejaba de existir. Si el peso del corazón, por el contrario, resultaba ligero, era devuelto a su propietario para siempre. Los antiguos egipcios consideraban que este órgano era el centro del pensamiento, la memoria y las emociones. Por ello era el más importante y, consecuentemente, esencial para alcanzar la vida después de la muerte. De ahí que nunca se quitara ni se embalsamara separadamente, puesto que era imprescindible su presencia en el cuerpo.
El Escarabajo del Corazón servía al propósito de facilitar ese paso a la otra vida. Medían unos 10 centímetros y solían ser elaborados con piedras semipreciosas, a veces engarzadas en oro o plata. Llevaban una inscripción extraída del Libro de los Muertos, con las palabras: "¡Oh corazón mío que me dio mi madre, oh víscera de mi corazón de mis diferentes edades, no prestéis falsos testimonios contra mí en el día del juicio, no os opongáis a mí ante el tribunal, no demostréis hostilidad contra mí en presencia del guardián de la balanza!". El muerto se aseguraba así de que su corazón no traicionaría sus secretos cuando compareciera ante Osiris. Puesto que servían a tan importante fin, cuenta la leyenda que cuando alguien roba este escarabajo, la momia revive para perseguir al ladrón hasta darle muerte. También se han encontrado en las muñecas o en los dedos de los difuntos, o en el puño cerrado. Desde un punto de vista histórico, los escarabajos más valiosos son aquellos que contienen nombres de reyes. De hecho, los nombres de las dinastías de los hicsos se han recuperado en buena medida gracias a aparecer recogidos en escarabajos sagrados.
El comercio transportó los escarabeos egipcios al Mediterráneo oriental y a Mesopotamia, por lo que se han encontrado muchos ejemplos de imitaciones griegas, fenicias y etruscas. Muchos artistas griegos se establecieron en Etruria a mediados del siglo VI a. C. huyendo de los persas, que habían invadido las colonias griegas en Oriente Próximo. Fueron ellos quienes enseñaron a los etruscos el arte de su elaboración, pero en Etruria los escarabeos se utilizaban solo como ornamento, y nunca como sello. Los de fabricación fenicia comenzaron en el siglo VIII a. C., aproximadamente durante la Dinastía XXIII. Como los fenicios eran mercaderes y poseían varias colonias, difundieron estos escarabajos por todos los principales puertos del Mediterráneo y, a consecuencia de ello, el amuleto llegó a lugares donde estos insectos ni siquiera vivían.

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