Durante milenios, el ajo ha sido una planta de gran utilidad y respeto en todo el mundo. En muchas civilizaciones antiguas como China, Egipto, Roma y Grecia (entre otras) el ajo se consumía en cantidades grandes (hasta 4 dientes diarios) como medicina preventiva, para dar energía y proveer protección de todo tipo de males.
Los antiguos judios lo recomendaban para los hombres que querían "cumplir con sus deberes matrimoniales" a causa de su fama de afrodisiaco; a la vez reconocían el efecto repelente del olor corporal que causa. En algunas religiones del medio oriente, el ajo y otras plantas parecidas se consideraban impuras y vinculadas a los espíritus malignos. El disgusto del olor a ajo también resultó en varias leyes que formalmente siguen en existencia en algunos lugares de los Estados Unidos: por ejemplo en Gary, Indiana es ilegal ir al cine después de comer ajo.En la medicina oriental se consideraba una planta "caliente" y muy potente que merece respeto y que se debe utilizar en moderación. Independientemente de su disgusto o adoración de esta planta, casi todas las culturas del mundo tienen usos medicinales, espirituales o prácticos para el ajo. Y afortunadamente, la ciencia moderna nos ha dado una opción sencilla para eliminar el mal aliento y olor corporal que ocasiona.
En la herbolaria tradicional el ajo generalmente se ingería (entre uno y cuatro dientes al día) para aprovechar sus propiedades medicinales. En China el ajo se utilizaba para tratar la hipertensión, alergias, tos, parásitos intestinales y problemas respiratorios, incluyendo el asma. La investigación científica apoya la utilidad de muchas de estas costumbres. Aparte de su efecto antibiótico, varios estudios señalan dos propiedades del ajo en particular: baja los niveles de azúcar y adelgaza la sangre, por eso puede tener interacciones no deseadas con algunos medicamentos y es recomendable evitar consumirlo varios días antes de cualquier cirugía.
La eficacia del ajo como remedio para las infecciones vaginales fue un secreto bien guardado por las curanderas tradicionales. Durante siglos, las mujeres de diferentes partes del mundo utilizaban un diente de ajo pelado introducido en la vagina durante varias noches para equilibrar los niveles naturales de bacterias en la vagina; cada mañana sacaban el ajo para dejar descansar el cuerpo, utilizando un diente nuevo cada noche. Algunas mujeres envolvían el ajo en una gasa hervida o esterilizada para facilitar su extracción. Este tratamiento podía continuar de 3 a 40 días y a menudo lo aplicaban en combinación con un enjuage diario de tres partes de agua purificada con una parte de vinagre para limpiar las partes ocultas y controlar las levaduras.
La infusión (té) de ajo se utilizaba para hacer gárgaras como remedio para infecciones de la garganta, también se usaba para lavar heridas o tratar problemas de hongos e infecciones de la piel. En algunos casos un diente de ajo entero o molido se aplicaba directamente al área afectado, por ejemplo a las encías inflamadas por infección o sobre las picaduras.En la jardinería el ajo se siembra entre las otras hortalizas o alrededor de los árboles frutales para repeler insectos y roedores, también se puede sembrar en las orillas del jardín para evitar las invasiones de hormigas. Una infusión de ajo (a menudo preparado con chile cayenne) se puede aplicar con atomizador directamente a los tallos y hojas de otras plantas como plaguicida.
En los tiempos antiguos masticaban varias hierbas como la menta, tomillo, perejil y albahaca para eliminar el aliento a ajo, hoy en día un chicle tendría el mismo efecto. Un estudio de 2010 sugiere que tomar el ajo junto con leche entera reduce el olor a ajo producido tanto en el aliento como en el cuerpo.
El ajo, es considerado, uno de los vegetales curativos, más importantes. En los últimos años, se le ha estado dando, mucha más importancia y difusión a este vegetal, y a tratar de educarnos para estimularnos en su consumo, brindándonos mucha más información sobre todas sus propiedades y sobretodo, como actúa, como medio preventivo y curativo en las distintas enfermedades. El ajo, ayuda a prevenir y curar todas las enfermedades de las vías respiratorias.
Se utiliza para eliminar parásitos y en estos casos el jugo del ajo es uno de los mejores remedios, y aún en las especies difíciles de expulsar, se obtienen resultados sorprendentes.
Ayuda a quienes padecen de ácido úrico y actúa como protector en la calcificación de las arterias. Previene la hipertensión y la mala circulación, ya que tiene una acción hipotensora.
Es estimulante, diurético y expectorante. El ajo ayuda a eliminar los viejos residuos que van quedando en el organismo, sus enzimas favorecen una buena síntesis de los ácidos grasos, ayudando a bajar el colesterol malo o LDL.
Tiene un alto contenido de fósforo y de azufre, por eso se destaca como un sedante especial para los nervios.
Aconsejan comerlo crudo ya que cocido pierde más del 90% de su efectividad.
El ajo produce mal aliento y transpiración desagradable, sólo por un corto período de tiempo, es decir mientras se expulsan las toxinas acumuladas en el organismo, una vez liberadas éstas, ya no se despide mal olor, ni en el aliento, ni en la transpiración, ni siquiera en la orina y las deposiciones. Esto es debido a que ese olor desagradable que se atribuyen a los ajos, no es debido a los ajos propiamente dicho, sino a las toxinas acumuladas en el organismo que, al combinarse con los activos principios eliminadores del ajo, despiden ese olor desagradable.
Esto se puede entender fácilmente con este ejemplo. Una persona que practica una alimentación sana y natural, donde el ajo ocupa un lugar preferencial, no desprende ese olor tan desagradable que se le atribuye al ajo, pero sí ocurre esto, en aquellas personas que comen ajo, pero a su vez continúan una mala alimentación, en base a alimentos ricos en grasas, embutidos, bebidas alcohólicas, etc. En estos casos lo que sucede, es que el ajo continua constantemente, eliminando toxinas, producidas por la mala alimentación, y es justamente, la constante eliminación de estas sustancias, la que producen ese olor desagradable, no el ajo.
Podemos comenzar para acostumbrarnos, con uno o dos dientes de ajo, que lo podemos acompañar con un pedazo de pan, masticándolos bien. Luego, de a poco, aumentaremos hasta llegar a cuatro o cinco. La cantidad depende de la tolerancia de cada persona, hay quienes llegar a comer hasta una cabeza entera sin molestias y con grandes resultados.
En casos de reuma, da excelentes resultados, crudo, rallado, aplastado o picado, lo ponemos en una taza con un caldo de verduras, y lo tomamos media hora antes de las comidas.
Es muy recomendable como desinfectante, por lo tanto en caso de picarnos algún insecto extraño, podemos frotarnos con ajo crudo.
Y para finalizar, diremos, que el órgano que más se beneficia con el ajo crudo, es el corazón. Si tenemos en cuenta, que el ajo, es el gran purificador de la sangre, sacaremos como consecuencia que también es el gran fortalecedor del corazón.
Afrodisíaco y energético
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